El puma es un animal, a todas luces, incomprendido. Está presente desde los albores de la humanidad, cazando junto a ella, pero vio seriamente amenazado su hábitat con la llegada de la colonización europea, que ocasionó un proceso de “defaunación” sin precedentes.
En Sudamérica, y principalmente en Argentina, este felino solitario sintió la competencia con el hombre por sus presas, dado que los guanacos, las vicuñas y otras especies de grandes herbívoros son cazados de modo constante por el hombre, quien le quita sus principales presas nativas.
Según la Fundación Rewilding Argentina, “la presencia del puma determina el buen estado y funcionamiento del ecosistema, al regular el número de herbívoros y carnívoros medianos, con un impacto positivo sobre la flora y fauna de la región”.
Sin embargo, aunque el felino juega un rol ecológico “clave”, su presencia genera temor y desconfianza, sobre todo en los ganaderos ovinos, no sólo de la Patagonia, sino también de Buenos Aires, donde se la ha asociado a ataques recurrentes del ganado. Y entonces realizan matanzas indiscriminadas, distribuyendo en muchos casos, venenos prohibidos, como el furadán, que no sólo matan al puma sino que aniquilan a muchas otras especies, a los perros del ganado e incluso son un peligro para las propias personas.
Incluso, si se mata un puma, por ejemplo, un macho adulto territorial, puede representar un problema mayor, ya que ese lugar puede pasar a ser ocupado por pumas más jóvenes e inexpertos para cazar, que suelen elegir la oveja como presa fácil.
Desde la dirección de Flora y Fauna del ministerio de Desarrollo Agrario de la provincia de Buenos Aires, liderada por Mónica Rodríguez, informaron que “los ataques del puma al ganado en la zona son consecuencia de la pérdida de su hábitat. Fue desplazado de gran parte de la provincia y ahora se encuentra con más tierras cultivables y superficie con ganadería. Además, la gente caza muchas de sus presas, y no solo al puma por protección. Todo esto aumenta la frecuencia de predación del ganado”.
En una charla destinada a productores agropecuarios, profesionales de las ciencias agrarias, veterinarias y biológicas relacionados a tareas rurales, bomberos, áreas municipales de producción y policía rural, Rodríguez, que compartió su disertación con la bióloga Eliana Belvedresi, aclaró que “en Buenos Aires está prohibida tanto la caza como la tenencia del puma. El envenenamiento también, está prohibido y desalentado porque puede tener un alcance inimaginable que puede trascender al predador”.
En efecto, el puma es una especie protegida en Buenos Aires de acuerdo con el Código Rural, Ley 10.081. Por eso, desde el área de Flora y Fauna elaboraron una encuesta para conocer qué tan frecuentes son los avistamientos de este felino en la provincia, y elaboraron una serie de recomendaciones a tomar ante la presencia de pumas cerca del ganado:
- Disminuir al máximo la cacería de presas naturales (guanacos, vizcachas, mulitas, peludos)
- Evitar soltar animales domésticos en zonas boscosas o cerca de fuentes de agua y por las noches, llevarlos a zonas más seguras
- Acompañar animales vulnerables a la depredación con animales adultos y experimentados que los defiendan
- De ser posible, mantener en las fincas perros protectores que puedan alertar la presencia de felinos
- Reducir al máximo el número de individuos enfermos y débiles, manteniendo un buen control sanitario
- Mejorar los sistemas de encierre y cercado en la finca, en lo posible, utilizando cercos eléctricos
- Iluminar la zona de encierro de los animales. Se puede sumar un sistema de luces intermitentes o sonidos aleatorios (esta alternativa es más costosa), también se puede apelar a luces perimetrales fotovoltaicas
- Brindar un manejo adecuado de cadáveres de animales que hayan muerto por otras causas, para evitar su consumo por carnívoros (si bien el puma no se alimenta de carroña, el aroma lo puede atraer)
- Construir reservorios o pozos de agua en zonas despejadas
- Rociar con gasoil collares fabricados con soga o arpillera y colocárselos al ganado
- Pintar ojos sobre el anca del ganado (esta alternativa le quita al puma el “ataque sorpresa” y lo confunde).
- Incorporar perros protectores o mulas en los rodeos bovinos (no debe haber presencia de otro equino). Los Perros protectores, de raza o mestizos para ganado ovino o caprino, se crían a través de un programa del INTA en varias partes del país, pues requieren cría especializada.
Han surgido varios proyectos que buscan revertir esta matanza del puma: la fundación Rewilding Argentina, por ejemplo, busca transformar, en colaboración con las autoridades provinciales, la imagen negativa de estos animales en una oportunidad de crecimiento económico, gracias al “ecoturismo”.
También hay un proyecto recientemente originado por estudiantes, veterinarios y biólogos, que trabajan juntos con los productores para aportar herramientas que permitan disminuir las pérdidas de ganado. Se trata del Proyecto Puma- Productor, el cual, por un lado busca la conservación del puma para la preservación del equilibrio de los ecosistemas, pero por otro lado comprende la desesperación de los productores que ven amenazada su fuente de ingresos, y por eso le brindan distintas alternativas para atenuar sus pérdidas económicas sin necesidad de que tengan que cazar a los pumas.
Para la directora de Flora y Fauna bonaerense, “es posible un equilibrio entre la producción y la conservación de fauna. Nosotros seguimos la normativa sabiendo que el puma es una especie protegida. A veces el brazo no llega a cada problemática, pero hemos hecho una red en distintos partidos del país, y conocemos gente de las policías rurales, o de áreas ambientales con los que trabajamos en forma directa, además de capacitarnos y capacitarlos”.
Acerca de algunas consultas que surgieron del lado de productores, sobre si es factible el pedir reintegro o compensación por cada animal del ganado muerto a causa del puma, Rodríguez comentó que “primero, el productor tiene que demostrar que aplicó métodos preventorios y demostrar señales que comprueben efectivos ataques de pumas. Generalmente, por lo que muestran los estudios, este método no da resultado”.
“Es un animal con el que no estamos acostumbrados a convivir, entonces es lógico que su presencia genere incertidumbre. Está bien tener en cuenta su conducta, sus costumbres, y así saber cómo manejarnos ante su presencia”, remarcó Rodríguez.
De acuerdo a la especialista, “el puma raramente afecta a personas. Digo raramente porque puede haber un caso aislado, pero por lo general el puma caza al acecho y en zonas donde haya vegetación. Además, el puma prefiere otras especies que las ganaderas, e incluso regula poblaciones de reptiles y pequeños roedores relacionados con enfermedades transmisibles a humanos”.
Se puede denunciar la cacería de pumas o de sus presas:
Mail: dflorayfauna@mda.gba.gob.ar
Teléfonos: 221 429-5206/ 5236