Cuando en mayo pasado el gobierno de Alberto Fernández tomó la decisión de aprobar la siembra en el país del polémico trigo HB4, modificado genéticamente para resistir a la sequía, el ministro de Ciencia y Tecnología Daniel Filmus celebró porque esa variedad “brinda por lo menos la posibilidad de un 20% de potencialidad mayor en las zonas donde el estrés hídrico es más fuerte”. Luego de eso, la falta de lluvias en el país se hizo más que evidente y está provocando estragos sobre la cosecha local de trigo, que caería drásticamente de 22 millones a solo 15 millones de toneladas o menos. Pero Filmus ni apareció y mucho menos se notan los aportes del trigo HB4 para enfrentar la catástrofe.
¿Qué sucedió?
Bioceres, la empresa con sede en Rosario y acciones en Nueva York, acaba de presentar un nuevo balance a sus inversores, correspondiente al último trimestre del año fiscal 2022. Gracias a ese documento nos enteramos que las verdaderas proezas que están aconteciendo en torno al trigo HB4 no suceden aquí sino en el extranjero y por eso pasan inadvertidas para los argentinos. Aquí, único país del mundo donde está autorizada la siembra de este trigo modificado, no se sabe ni siquiera en qué lugares está sembrado, ni cuánto. Cosa de Mandinga, de todos modos Bioceres declara haber obtenido ganancias en ese rubro.
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“Las cifras del cuarto trimestre de 2022 (al 30 de junio pasado) continuaron con un fuerte crecimiento con respecto a los trimestres anteriores, con ingresos que aumentaron 44% a 104,1 millones de dólares”, celebra la compañía fundada en la Argentina tumultuosa de 2001 por un grupo de productores ligados con Aapresid. Y agrega: “Los ingresos por el trigo HB4 fueron de 12,4 millones de dólares, un aumento del 94% en comparación con el año anterior”.
Es realmente maravilloso: un trigo que recién recibió su primera aprobación para la siembra comercial en mayo de este año, y solo en territorio argentino, ya genera ingresos por más de 12 millones de dólares. Y ni siquiera se sabe dónde fue sembrado ni en qué lugar se lo procesa.
En el balance que cuenta las primeras hazañas de esta innovación argentina, Federico Trucco, el director general de Bioceres, comenta: “Estamos reportando por primera vez los ingresos asociados a la tecnología HB4, como resultado del único cultivo en el que enfrentamos el mayor escepticismo: el trigo HB4. Esta tecnología ahora no solo tiene luz verde por parte de un número creciente de reguladores, incluida la FDA de Estados Unidos, sino también de cultivadores, participantes de la industria y consumidores”. Pero, claro, no los identifica.
En realidad, el único país que habilitó por ahora la siembra de este OGM ha sido la Argentina. En Brasil, Estados Unidos, Nigeria, Australia, Colombia, Nueva Zelanda, Bioceres lo que ha obtenido es solo la aprobación pare consumo humano y animal de la harina proveniente de la molienda de esta variedad de trigo transgénico, el único disponible a nivel global.
Sin embargo, con esas pocas credenciales, Trucco ya despliega anuncios de un fuerte crecimiento de la tecnología HB4, con sólidos avances en la industria alimentaria. “Hoy tenemos más de 20 procesadores que incorporan trigo HB4 en sus productos y se incorporará un número similar en los próximos meses. Tenemos marcas de consumo que abordan activamente los méritos del Trigo HB4 y hemos ejecutado con éxito la primera operación de exportación de harina de Trigo HB4 a Brasil”, informó el empresario.
¿Una exportación de harina transgénica a Brasil? ¿Veinte empresas procesadoras que ya aceptan localmente la harina de esa variedad? Son noticias importantes, sin duda. Pero cuando Bichos de Campo solicitó a Bioceres que brinde detalles, la empresa solo contestó con evasivas: “No hay comentarios”, dijeron sus voceros.
Mientras la sequía hace estragos en la nueva cosecha de trigo, en la Argentina no se sabe -al menos públicamente- dónde está sembrada esa variedad ni qué controles se llevan a cabo para evitar una posible contaminación del trigo convencional, que era muy temida por el resto de los operadores. Tampoco se conoce si finalmente, como decía Filmus, el trigo HB4 finalmente ha tenido un mejor comportamiento frente a la escasez de lluvias, su gran promesa a los productores.
Esta claro sí que el Estado ha desertado por completo de monitorear este cultivo desde que decidió jugarse por entero a la liberación comercial del transgénico, aplaudida por Filmus y firmada por el ex ministro de Agricultura, Julián Domínguez. Ante la consulta periodística, fuentes oficiales confirmaron que “con motivo de la sanción de la Resolución 27/22 de fecha 11 de mayo de 2022 , el INASE ha dejado de realizar los controles que oportunamente dispusiera mediante Resolución 435/21 atento que el evento llamado comercialmente HB4 se encuentra completamente liberado en Argentina”.
Esos controles se llevaron a cabo entonces solamente en la campaña 2021/22, por presión de la cadena triguera. Los datos disponibles en el INASE dirán que en campos cuidadosamente seleccionados por Bioceres, bajo contratos especiales con los productores, se sembraron un total de 52.755 hectáreas en todo el país, distribuidas en 372 lotes. De allí se obtuvieron 124.188 toneladas, por lo que el rendimiento promedio de la variedad fue muy bajo respecto del nacional, de solo 23,5 quintales por hectárea.
Se supone entonces que los primeros negocios que Bioceres realizó con el trigo HB4, y que le permitieron ganar sus primeros 12 millones de dólares, se hicieron a partir de esas casi 125 mil toneladas de trigo cosechado en esa gigantesca red de ensayos.
Pese a que Bioceres y Filmus anunciaron que el evento HB4 en trigo aseguraba una gran resistencia a eventos de sequía como el que padece ahora la Argentina, la decisión de la compañía una vez que logró la aprobación fue demorar el lanzamiento comercial del evento, y mantener su siembra restringida solo a este grupo de productores bajo contratos muy estrictos de confidencialidad. Se supone que esta red es la que estaría produciendo ahora el HB4 sobre una superficie bastante similar a la del año pasado. Pero solo se supone, porque información oficial ya no existe y la compañía se niega a mostrar los datos de este nueva campaña.
En el INASE aclararon que la siembra comercial del trigo HB4 tampoco sería posible ahora porque “al día de hoy no existen variedades inscriptas de este material, por lo que su comercialización esta prohibida por la Ley 20247″. Aclararon que, sin embargo, “el titular del material, sin entregarlo a terceros (aunque pudiendo tercerizar servicios) tiene permitido realizar ensayos e incrementar sus existencias”. Es justamente lo que está sucediendo.
Cuando se procesen las nuevas declaraciones de los productores involucrados al SISA, que vencían el 31 de octubre, se podría determinar la superficie sembrada con estos materiales, aunque los mismos estarían identificados como “fuera de catálogo”.
Para el año que viene la situación debería cambiar: en el INASE se encuentra pendiente de aprobación un total de cinco variedades de trigo que contienen el evento transgénico argentino. Es decir que hipotéticamente recién en la campaña 2023/24 Bioceres pondría su desarrollo tecnológico a disposición de los productores argentinos y podríamos saber si lo que decía Filmus finalmente era cierto, que este trigo rinde un 20% más en situación de sequía. Aunque quizás para aquella campaña Filmus ya no será ministro y suframos de inundaciones.
Mientras tanto, las empresas agroexportadoras que el año pasado pusieron el grito en el cielo ante la posibilidad de que el trigo argentino se viera contaminado con trazas del HB4 guardaron violín en bolsa, aunque continúan testeando cada camión de trigo que llega a puerto para evitar esa posibilidad cuando mandan un barco al exterior. Venden el trigo argentino asegurando que es “OGM free”, como les exige el mercado. El costo de los análisis seguramente se las ingenian para descontárselo a los productores del precio.
Bichos de Campo consultó a una importante fuente del sector acopiador sobre cómo se preparaban para la llegada de la nueva cosecha y la posibilidad de que ahora sí se filtre un lote de HB4 en los silos, ya que no hay más controles oficiales y finalmente ese trigo transgénico está liberado y puede circular con total libertad dentro del país. Los acopiadores habían incluso amenazado con llevar a Bioceres a la justicia si esto sucedía, reclamando una multimillonaria indemnización. Pero ahora se muestran resignados: “Con la escasez de trigo que habrá este año, seguramente todos vamos a comer HB4”, contestó el directivo.
En este escenario, Bioceres parece llevar todas las de ganar por cansancio en esta compulsa. “No estamos diciendo que el trabajo está hecho, está lejos de estar hecho. Pero obviamente estamos encantados de ver este progreso y muy orgullosos de nuestro liderazgo global en este frente”, reflexionó Trucco en el último balance de la compañía.
No quisiera ser al final del camino quien paga los platos rotos del éxito de una regulación que beneficia a otra empresa que se parece a la de Elizabeth Holmes.
Los costos para tener trigo GMO free o contaminado, en ambos casos los pagará el productor.
No es justo que por mejorar un balance que de crecimiento orgánico tienen casi nada y el resto de valor es por compras o canje de acciones.
Si sumo varias empresas hasta que den 1000 millones … OH!!! Es un unicornio
Pero vale o es hacer trampa
Hola que va a pasar con las ventas de trigo a futuro que no va haber forma de entrega por la sequía .corresponde por ley cumplir con los contratos muchas gracias