“El balance del 2024 es muy positivo” dijo Jorge Olmedo, productor lechero y referente en los grupos CREA. “Y es más positivo aun si lo comparamos con el 2023, cuando veníamos de muchos meses de quebranto y de una situación con pocas expectativas por temas que ya parecen viejos, como el Dólar Soja, las malas relaciones de precios, las dificultes climáticas y la chicharrita”, agregó.
“La producción en noviembre cerró por encima de igual mes del 2023, y de poco se va acomodando luego de dos años muy malos y se va recuperando el volumen de oferta”, evaluó el productor leche, que luego indicó: “Vemos el 2025 con bastante optimismo, con algunas luces verdes y con otras amarillas”.
El optimismo de Olmedo respecto de este año tiene que ver con la mejor condición climática. Si bien las lluvias fueron dispares, hubo una recomposición de la humedad del perfil del suelo durante la primavera en casi todas las zonas productoras de leche.
Por otra parte, la exportación, con sus dificultades a cuestas, sigue demandando y se tiene fe en una mejora de la demanda interna, que de desplomó en 2014 más del 10%.
Además, los derechos de exportación a los granos siguen vigentes y no hay perspectivas de que el gobierno vaya a quitarlos en el corto plazo. Esto permite abaratar sustantivamente los gastos de alimentación de los tambos.
Este combo de condiciones les permite esperanzarse con otro buen año a los tamberos.
Pero todo está por verse y como dijo Olmedo hay algunas luces amarillas encendidas que indican alertas.
“Nos quedan partidos por jugar. La relación de precios con los granos es muy buena, pero la apreciación del peso complica la exportación de lácteos”, explicó.
En los últimos meses el precio de la leche que se le paga al productor “se vino aplanando, y en el último pago no superó a la inflación. Reconozco que estamos en valores de conflicto porque para la exportación, que es una pata importante de este negocio, es un precio alto porque todo está caro en hoy, y el precio del litro de leche cuando lo llevamos a dólares también”.
Para las industrias la situación no es nada fácil, ya que lo que elaboran deben venderlo a un mercado interno con menos poder de pago o exportarlo con peores condiciones de competitividad por el retraso cambiario, al que se suman los incrementos de costos salariales, logísticos y la carga tributaria.
“Hoy estamos liberados de trabas y del impuesto PAIS, por ejemplo, pero hay un sinnúmero de costos adicionales cada vez que exportamos que nos quita la competitividad. Así que con la leche en 42/43 centavos de dólar, la situación para la exportación está más complicada”, explicó Olmedo.
El productor tiene esperanzas de que el 2025 sea mejor en cuanto a la demanda interna de lácteos: “De a poco el consumo se va reactivando. Hay datos contundentes en ese sentido. Este año la capacidad de pago de la industria va a depender mucho de eso y hay que ver si el aumento de la producción será mayor o no que el crecimiento de la demanda”.
Otro tema que preocupa a los productores de leche y a todos los transformadores de granos es la posibilidad de que el gobierno nacional quite, en algún momento de su gestión, los derechos de exportación o retenciones a la soja y el maíz, lo que afectaría los costos de la lechería.
“Ese es el epicentro de lo que cualquier empresario lechero debería estar tomando nota. Sin inflación, o con niveles bajos, tiene más peso la eficiencia que cada uno logra. Nos estimula saber que el gobierno está atento del costo argentino y está trabajando. También es dato que, en algún momento, no creo que sea de un día para el otro, pero va a haber un plan de reducción de retenciones y eso va a afectar a los tambos”, evaluó.
“Tenemos que aprovechar este tiempo para hacer los ajustes necesarios también aprovechando un mercado internacional de granos que está flojo”, recomendó.
Olmedo insistió con la necesidad de aprovechar la coyuntura para mejorar el funcionamiento de las empresas, ya que la quita de retenciones afectará seriamente a sus costos que además se ven condicionados por los valores de los arrendamientos, ya que “el 50% de la leche se hace en campo alquilado”, lo que se paga en quintales de soja.
En definitiva, un cambio impositivo de tal magnitud impactará en los costos de los granos para alimentar a las vacas y en el alquiler de la tierra.
Olmedo dijo que ve a muchos productores preparando a sus empresas para ese cambio. “Pasa a ser central la eficiencia. Cuántos litros por vaca se obtienen, cuántos recursos aplicamos por cada litro de leche producido, o sea, a qué costo, o qué costo medio estamos produciendo, ese va a ser un dato por demás importante, y obviamente la productividad va a empezar a jugar”.
El productor dijo que ante ese escenario “no sería raro que vemos más carga en los campos ni la reaparición de sistemas que usen menos granos, pero para todos los casos la palabra mágica será eficiencia”.