La inflación anual fue de casi 95% en 2022 y así más que duplicó el aumento del precio de la carne vacuna y casi triplicó a la suba del valor de la hacienda vacuna.
De las tres producciones de carnes más importantes de la Argentina, la carne vacuna es la más afectada por el retraso de precios. Sin embargo, a diferencia de las avícolas y los productores porcinos, los ganaderos no recibirán compensaciones por los incrementos de costos que les generó el dólar soja.
Tampoco está en los planes del gobierno rehabilitar las exportaciones de carne, lo que podría ayudar a recomponer los valores. El cepo a la carne está vigente desde mayo de 2021 y se mantiene inalterable: hay siete cortes que no se pueden exportar y un extraño sistema de cupos que no se conoce cómo se distribuye.
El INDEC informó que la inflación de diciembre fue de 5,1% y así la anual llegó a casi 95%. Mientras que el precio de la carne vacuna el mes pasado, según la medición que hizo el IPCVA (Instituto de Promoción de la Carne Vacuna) no tuvo cambio. Así, en el año acumuló un incremento del 42,4%.
En tanto, la hacienda bovina tuvo una suba todavía menor, Los precios de las categorías que van al mercado interno se incrementaron en torno al 30% interanual, apenas la tercera parte de lo que marcó la inflación. Los precios de las vaquillonas aumentaron 27% en el año, mientras que novillitos y novillos lo hicieron un 35%.
La enorme brecha entre la suba de los precios ganaderos y los de la carne tiene que ver con la alta oferta que hubo este año y que permitió a los compradores hacerse de carne con cierta facilidad y descomprimir los precios en el mercado. Este atraso contrasta con los crecientes costos de los frigoríficos en rubros como energía, alquileres y laborales, que en muchos casos superaron por mucho a la inflación promedio.
Así como en la cadena ganadera el criador es el último orejón del tarro, en la cadena de la carne los eslabones industriales y comerciales trasladan las pérdidas al engordador cuando hay holgura en la disponibilidad de ganado.
Mientras la carne pierde por muchos cuerpos de ventaja la carrera contra la inflación, la carne de pollos y de cerdos tuvieron un recorrido bien distinto.
El valor por kilo de estas opciones proteicas es mucho más bajo y eso derivó consumo hacia estas opciones. En el caso del pollo la suba internaual fue de 98%, tres puntos por encima de la inflación promedio, mientras que la carne porcina subió 62% y quedó con un atraso más moderado.
Con estos cambios, por cada kilos de asado se pudieron comprar 3,3 de pollo lo que significa una caída de 9% en esa relación.