Las industrias lácteas abrieron el paraguas y comenzaron a anunciar a los productores que es muy probable que no tengan aumentos de precios por la mercadería que están entregando en febrero y que van a cobrar en marzo.
Estamos en el período del año de menor producción y eso debería significar una recomposición de los precios de la materia prima. En efecto, en enero el precio de lo que cobra el tambero aumentó 6% y llego a los 23 pesos, aunque sigue por debajo de los costos que son de 25 a 26 pesos. En este contexto, los productores esperaban para febrero una suba similar.
Pero la política sigue metiendo la cola y le hace pagar a los eslabones de la producción (industria y tambos) el costo del muy ineficiente control de precios sobre la cadena láctea. De hecho, la mayoría de los analistas estiman una inflación en torno al 50% para este año.
Ignacio Bastanchuri, productor de Navarro, indicó que los “inspectores de zona de La Serenísima informaron que el gobierno los había intimado por el tema del supuesto desabastecimiento y que no les autorizaron aumentos en los Precios Cuidados. Por eso tomaron la decisión de congelar el precio en febrero y repetir el de enero, pero con costos todavía más altos”.
Bastanchuri entrega leche a La Serenísima hace 40 años. Dijo que se trata de “una noticia preocupante por el desfasaje entre precios y costos que ya había en el sector productivo. Somos la parte fina del hilo”, señaló.
La versión fue confirmada por Raúl Miguel, productor de la localidad bonaerense de Salliqueló. “Nos llamaron para decirnos que no pudieron actualizar las listas de precios y como siempre el primer fusible somos los productores. La suba que estaba pronosticada no la pueden implementar. Esperemos que no esté todo cerrado y que se pueda revertir esto”.
La Cámara de Productores del Oeste de Buenos Aires (Caprolecoba) en su reciente informe sobre la situación sectorial alertó por los efectos perjudiciales de este tipo de políticas.
“En el devenir de una actividad económica, como es la lechería, manda el mercado. La pretensión de desconocer esto, sólo puede distorsionar por un tiempo las cosas, generar problemas innecesarios, pérdidas a los actores intervinientes, y a toda la sociedad”, consideró la entidad.
Y agregó: “Hoy en el mercado interno, no es el consumidor quien dice hasta cuánto acepta pagar por los lácteos; y en el externo, las industrias no pueden capturar en plenitud los muy buenos precios de este año (que así, tampoco llegan al productor). Otra vez un gobierno se decide por un mercado intervenido, cuyo perjuicio final, ya conocemos”.