La quinoa es un cereal cuyo consumo a nivel global está en aumento. En las últimas décadas, la creciente demanda de alimentos saludables favoreció la expansión de este cultivo por fuera de la región andina, su lugar de origen. Esto le dio un gran impulso y hoy se la considera clave para la seguridad alimentaria, no solo por su valor nutricional, sino también por su tolerancia a condiciones ambientales adversas como la sequía y la salinidad.
Después de ese párrafo prometedor, un informe del sitio de divulgación Sobre la Tierra aclaró que, no obstante, la quinoa es “un cultivo que no es accesible para la mayoría de la población”.
Daniel Bertero, docente de la cátedra de Producción Vegetal de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), analizó con ese medio las perspectivas de que se convierta en un cultivo accesible para los consumidores.
Según el especialista, “hasta la década de 1980, la quinoa no era conocida fuera de Bolivia, Perú y Ecuador, su zona núcleo. Se sabían sus propiedades nutricionales, pero no era muy consumida incluso dentro de esa zona. El posicionamiento internacional de la quinoa ocurre cuando Estados Unidos comienza a importarla y a promocionar su consumo. Eso generó una demanda creciente del mercado en un momento en el que el mundo se estaba moviendo en la dirección de los llamados ‘alimentos sanos’, que además fueran producidos en ambientes tradicionales”.
La quinoa es un cultivo con un gran potencial en términos agronómicos y nutricionales. “Desde el punto de vista de la nutrición, la quinoa es un muy buen alimento. Dentro del reino vegetal, es la planta que tiene mejor balance de aminoácidos esenciales y, además, provee hierro, calcio, vitaminas”, describió Bertero.
“Desde lo agronómico, la quinoa tolera bien el frío, la falta de agua y la salinidad. Sin embargo, no se lleva bien con las temperaturas elevadas. Por eso, en varios países se están realizando investigaciones para desarrollar quínoas capaces de tolerar el calor. Nosotros estamos coordinados con grupos de investigación en Arabia Saudita, China y EEUU para trabajar en esto”, destacó.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción mundial de quinoa pasó de 79.636 toneladas en 2010 a 161.415 en 2015. “Lo que cambió en las últimas décadas es que se comenzó a producir comercialmente quinoa en otros lugares del mundo, fuera del núcleo andino”, dijo Bertero.
“Hoy en día se produce comercialmente en Estados Unidos, Canadá, Australia, Francia, Inglaterra y España entre otros. Y aparecen nuevos actores: el Medio Oriente, el norte de África, China, India y Arabia Saudita”, añadió.
El docente señaló que la mayoría de estos países producen para abastecer su mercado interno. “Países como China e India no necesitan pensar en exportar, porque tienen un mercado interno descomunal”.
“La quinoa está en la Argentina, que sepamos, desde hace por lo menos 2.000 años”, comentó Bertero. “Hay registros arqueológicos en Córdoba, Catamarca, Mendoza, San Juan y en buena parte del NOA. En los últimos siglos, la quinoa se cultivó principalmente en el NOA para el autoconsumo, pero, con su reaparición en el mercado internacional, empezó a crecer el interés por el desarrollo del cultivo”, amplió.
El agrónomo recordó que la Facultad tomó el tema en 2000, con proyectos para promover la recuperación de cultivos de quinoa en el NOA. “En 2006 conseguimos financiamiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Ministerio de Ciencia y Tecnología para hacer una colección de germoplasma y contribuir a recuperar y valorar los materiales tradicionales mediante estudios genéticos, agronómicos y nutricionales. Una parte de estos materiales fue al banco de germoplasma del INTA Castelar, y otra parte al BANOA, el Banco Activo de Germoplasma del NOA”.
La máquina de trillar quinua: Un invento del INTA clave para desarrollar ese cultivo andino
Recalcó que algunos de los materiales genéticos que se desarrollaron están siendo producidos comercialmente y varios son aptos para ambientes atípicos para este cultivo. “Por ejemplo, en La Rioja hay productores que están cultivando una variedad del Altiplano de Salta en contraestación, que es al final del verano, y están cosechando esa quinoa entre junio-julio. Al hacer ese cambio de ambiente, las condiciones climáticas de marzo, abril y mayo son más parecidas a las del Altiplano en verano”.
El consumo de quinoa está bastante extendido, sobre todo en ciudades como Buenos Aires, el Gran Córdoba o el Gran Rosario. Pero Bertero resaltó que la mayor parte de las semillas que se consumen no son de producción local, sino importadas de Bolivia y Perú.
“Las semillas que vienen de esos lugares tienen un color blanco y son más grandes en términos relativos. El mercado todavía prefiere esa calidad de semillas. Las del mercado local son semillas un poco más oscuras y pequeñas, y no son tan fáciles de vender si la gente las compara con las otras”, explicó el docente de la FAUBA.
Existen sin embargo algunas empresas argentinas que están elaborando productos procesados a partir de quinoa. “Hay empresas integradas verticalmente que importan quinoa de Bolivia y producen localmente para harinas. De modo que te venden el grano importado y la harina producida localmente. Y después hay otra serie de productos, como hamburguesas, galletas, masa para pizza; hay un montón de cosas que se están elaborando con esa producción comercial”, indicó.
Actualmente, Perú es el primer exportador de quinoa, con un aporte de alrededor del 45% de las exportaciones mundiales. Le sigue Bolivia, con el 30%, según informó el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú. Ambos son los grandes jugadores en el mercado internacional de la quinoa, a pesar de que, como señaló Bertero, la producción se está diversificando cada vez más.
“La investigación y el desarrollo en quinoa en este momento son muy significativos. Las variedades que están dando vueltas a nivel productivo son cada vez mejores; los rendimientos en muchos lugares superan los 1.000 kilos por hectárea. China está logrando entre 3.000 y 4.000 kilos por hectárea. Perú pasó de producir solo en el altiplano a hacerlo también en la costa, en el desierto, con un desarrollo más industrial, con más riego y fertilización”, indicó Daniel.
Finalmente, Bertero señaló que “una predicción, que para algunos es una expectativa, es que los precios actuales de la quinoa en el mercado internacional, que están cercanos a los 2.000 o 2.500 dólares por tonelada, no se van a sostener. Y no solo no se van a sostener: no es deseable que se sostengan por una cuestión de competencia con otros productos. Porque un alimento que tiene un precio tan alto solamente es accesible para una parte del mercado”.
“La idea es que la quinoa se transforme en un alimento que cualquier persona pueda comprar. La expectativa es que los rendimientos por hectárea aumenten a la par de la producción, que los precios bajen y que sea un alimento más mainstream, por decirlo así. Algo que vas a encontrar en la góndola, que no te vas a espantar por el precio y que sabés que te aporta nutricionalmente en cantidad y calidad”.