El último informe del Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA), publicado semanas atrás, alertaba que en Argentina la cantidad de tambos perforó la barrera de los 9000 y que, tal como se observa año a año, cada vez menos establecimientos concentran una mayor porción del mercado.
Por las características de este sector, que requiere inversión en animales y tecnología y el aumento de la escala para ser competitivo, se hace cada vez más difícil para los pequeños productores mantenerse en pie. En agosto, más de la mitad de la leche fue producida por sólo 16% de los tambos.
Lo cierto es que esa tendencia es ya un “fenómeno global”, señalan desde OCLA, pues se observa en prácticamente todos los principales países productores. Mientras el número de explotaciones lecheras disminuye, mientras que la producción total continúa creciendo, y las cifras, en varios países, son alarmantes.
En verdad, hay una doble concentración. Por un lado, a nivel geopolítico porque, según datos de la FAO, el 81% de la leche producida a nivel mundial -unos 930.000 millones de litros- se hizo en sólo 25 países. Pero, por el otro, hay un efecto muy concreto al interior de cada uno de ellos, del cual Argentina, por supuesto, no es ajeno.
En las últimas 3 décadas, prácticamente todos esos países aumentaron la producción, su productividad -medida en litros producidos por vaca anualmente- y la cantidad de animales en su rodeo. Eso significa que se incrementó la escala. Pero, a su vez, en 19 de esos 25 países, disminuyó la cantidad de establecimientos, lo que quiere decir que esa mayor producción es controlada por un menor número de manos.
Uno de los ejemplos más ilustrativos lo aporta Estados Unidos. Allí, entre 2017 y 2022, dos de cada cinco granjas lecheras cerraron sus operaciones, pero, en ese mismo período, tanto la producción como la productividad continuaron creciendo a nivel país.
“Actualmente, se estima que casi dos tercios de la leche estadounidense se produce en fincas con más de 1.000 animales, lo que representa solo el 8 % del total de granjas lecheras del país”, señala el informe de OCLA.
En nuestra región, además del caso local, la crisis tambera afecta a los pequeños establecimientos brasileros. En el estado de Rio Grande do Sul pasaron de más de 84.000 productores en 2015 a cerca de 40.000 en 2021.
Además de las dificultades por mantener los índices de rentabilidad y afrontar los altos costos -un factor que ha sacado del negocio a muchos tamberos en Argentina- las tendencias globales de concentración también hacen pie en la adopción de tecnologías de punta y la profesionalización de la gestión. Eso es lo que le ha dado a las grandes producciones el control sobre una porción de mercado cada vez mayor.
“La inversión en tecnologías como genética de alta calidad, sensores, cámaras, ordeñadoras robóticas y comederos, combinada con mejoras en la gestión financiera y de personal, establece una clara línea entre una producción rentable y sostenible y una producción que no logra mantener la competitividad”, señaló el informe del observatorio,
“El dinero llama al dinero”, reza el dicho, que en realidad aplica a todo el mundo de los negocios: cuanto más capital se tiene, más fácil es crecer exponencialmente, lo difícil en realidad es “pegar el salto”.
En ese sentido juega un papel clave el acceso al crédito y vías de financiamiento, un salvataje al que se accede más fácil cuando se lidera el mercado. Por eso, invertir en animales, tecnología u otros implementos no está al alcance de todos, y eso se expresa en las cifras que muestra el sector, a nivel mundial, desde hace ya varios años.
Chocolate por la noticia !! Desde hace mas de 50 años pasa eso… y ahora se aceleró. En el campo las ruinas quedan de las cremerías… la gente ya ni se acuerda de hacer queso, manteca que es una pavada. Ni siquiera se acuerdan de ir al tambo para comprar la leche a mitad de precio y leche de verdad… no agua blanca