Una definición de coaching ontológico indica que se trata de una técnica que permite revisar, cuestionar y transformar la forma en que actuamos. Si esto es así, podría decirse que el agrónomo José Cano, de la Chacra Don Ángel, encarna ese rol a la perfección. ¿Pero cómo llegó a eso? Ciertamente no de forma consciente, sino que su trabajo en ese emprendimiento lechero lo condujo a ser quién es. Y sobre todo, a estar satisfecho con lo que hace.
Cano llegó a la Chacra Don Ángel de la mano de su esposa, hija del dueño de esa empresa, el español Amador López. Radicados desde su llegada a la Argentina en las afueras de Tandil, provincia de Buenos Aires, los López levantaron un tambo que desde 1957 no detuvo jamás su trabajo.
En 2011 Cano se sumó a la administración de la empresa, y con el tiempo también cayeron sobre él otras responsabilidades como aquellas vinculadas con la comunidad aledaña. Fue así que en 2016 la Chacra Don Ángel se vio envuelta en los debates por las aplicaciones de agroquímicos y la empresa terminó por optar cambiar su tipo de manejo.
“Tomamos la decisión de no aplicar más nada de nada y en el camino nos pegamos muchos golpes, productivamente hablando”, dijo entre risas Cano en una charla con Bichos de Campo.
Para abrazar una forma alternativa de producción como la agroecológica, que intenta prescindir de cualquier insumo de síntesis siempre que no sea estrictamente necesario, el agrónomo comenzó a frecuentar grupos de productores que ya aplicaban estos métodos.
“Le fuimos encontrando la vuelta a salirnos de algunos formatos de tamberos tradicionales, como el verdeo de invierno, el verano y la alfalfa, porque ahí no teníamos ningún elemento químico para controlar malezas. Eso así tuviéramos que ir directo al disco, el rolo y la rastra y eso también es complicado”, contó el productor.
Para cambiar ese modelo la empresa implementó una combinación de pasturas y cultivos perennes como la alfalfa, la cebadilla, el trébol rojo, entre otras, a la par que incorporaron el manejo holístico y el pastoreo racional de la mano de Ovis 21. Todo eso sin bajar la carga de animales.
“Profesionalizamos mucho el manejo de las vacas y las pasturas. Luego en 2017 generamos un convenio marco con la Universidad Nacional del Centro. Esto nos permitió tener todos los análisis habidos y por haber de manera gratis, lo que nos permitió corregir muchas cosas gracias a sus recomendaciones. Por ejemplo mejoramos la huella hídrica de los quesos y la leche. Nosotros gastábamos entre 8 y 9 litros de agua y ahora gastamos menos de 2 litros”, indicó Cano.
José María Cano incorpora la agroecología a su tambo de Tandil: “Producimos leche con sabor a leche”
A esa apertura para con la comunidad académica le siguió unamayor integración con la comunidad en general, gracias a que la Chacra Don Ángel comenzó a formar parte de un proyecto de agroturismo junto a la Dirección de Turismo de Tandil. “Ahora estamos dentro que se llama La Ruta del Queso Tandil. La gente viene, ve una fábrica de queso, ve la producción primaria y conecta estando muy cerca de su casa”, afirmó el agrónomo.
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-¿De qué te sirve todo esto siendo productor de leche?
-Capaz que lo que me gusta es la comunicación. ¿Sabías que de cada ocho vacas en ordeñe hay una familia ocupada en la cadena? Después podemos discutir cómo es el proceso pero es todo un dato. Yo no sé nada de tambo, pero quizás esta parte de la comunicación es clave y a mí me gusta tanto el campo como la ciudad. Al turista no le interesa si por cada 30 litros de leche que lograste vos le diste determinada cantidad de alimento, le importa tocar, oler, hacer, ver una vaca, abrazarla, meterse en la manga.
-A la gente le sirve para comprender, para desacralizar que la producción de leche tiene que ser fulminante. ¿Pero al tambo de qué le sirve?
-Si yo te hablo de un tambero, decime si vos no pensás en el barro, en un tipo hecho pedazos, en un tipo que pierde plata. Bueno, esa no es la idea mía. No me interesa eso.
A continuación Cano agregó: “Tengo la vaca, bueno. Luego tengo que saber qué hacer con la vaca porque gracias a dios la tenemos. Hay que trabajarla, hay que pelearla. Y claro que puede darte mal. Pero yo debo ser lo suficientemente capaz para poder explicarle a otra persona qué es lo que me funde. Y eso sin diálogo no lo tenés. Ese proceso tiene una transición. Estamos en transición. Las instituciones están todas en esta transición. Yo creo que ganamos todos sí lo podemos comunicar, sí podemos hablar y no tener miedo”.
-Vos le decís a los productores que no tengan miedo, que midan sus campos, que los conozcan más a fondo y que los muestren. Es un acto de convencimiento.
-Sí. A los tamberos les digo ‘ojo, tenemos muchas cosas para contar que son buenas’. La agricultura de la región Mar y Sierras, por ejemplo, no tiene nada que ver con la agricultura de Córdoba. ¿Por qué? Porque es una agricultura que usa menos cantidad de residuales, porque tiene suelos más fértiles, etc. Bueno, hay un montón de cosas así que tenemos que contar.
-¿Qué se hace con las resistencias que existen en el propio sector?
-Vos sos sector agropecuario, estás en un pueblo y tenés un almacén que recibe gente de todos lados, porque hay turismo. Ahí hay que ir y decirle al almacén: ‘che, ¿te puedo acompañar? Te va a acompañar el puestero más simpático que yo tengo y te va a contar sus vivencias’. Tenemos que volver a ese acercamiento. Creo que ahí es por donde pasó la separación con la sociedad. Antes los viejos tenían ese acercamiento por más estancias gigantes que tuvieran. Esos lazos hay que restablecerlos. ¿Y cómo se restablecen? Con personas positivas, con personas alegres.