Tres jóvenes científicos del sur de Santa Fe se pusieron a investigar y desarrollaron un nuevo subproducto de la leche bovina, que mejora, según ellos, las condiciones para que los humanos podamos dormir mejor.
Estos tres jóvenes, que entre Rosario y Totoras fueron encontrándose científicamente, crearon una empresa llamada Kresko RNAtech, que ahora además está nutrida por un equipo creciente de científicos.
Lo que investigaron fue que hay unas moléculas que se encuentran en los vegetales y alimentos frescos, que son muy beneficiosos para el ser humano. Estas moléculas forman parte de una nueva categoría de nutrientes, que son los ARN Dietarios, que se extraen y se estabilizan, para generar este nuevo producto, que está en etapa de laboratorio pero en breve saldrá al mercado.
Una de las fundadoras de este proyecto es la biotecnóloga Carla Borini, que amablemente explicó esta innovación a Bichos de Campo de la siguiente manera: “Este, nuestro primer desarrollo, se basa en los ARN´s Dietarios de la leche bovina. Todo nuestro estudio científico durante más de 20 años se hizo en leche materna humana, entonces fuimos a buscar estas moléculas en leche bovina, y encontramos que estas moléculas están presentes en la leche bovina también, y son las mismas que están en la leche materna. Lo interesante es que sólo están en la leche fresca, y se pierden en la leche que está en el supermercado”.
De esta forma, lo que detalla Borini, tiene que ver con que esta investigación detectó que estas moléculas, se encuentran en la leche fresca, la recién ordeñada, y esa sería la clave del bienestar. La hipótesis que siguieron los científicos, partió de la base de encontrar estas moléculas en la leche materna humana, y se dijeron que si estaban ahí, por algo será. Entonces, fueron a su homóloga bovina, y la encontraron. Y la extrajeron. Y la estabilizaron. Es que la leche industrial, en algún momento del proceso, pierde esa molécula.
Una vez que caracterizaron esta molécula, lo que encontraron fue que tenía diferentes funciones: “Tienen capacidad de regenerar tejidos, tanto a nivel de la piel como de la barrera intestinal. Funciones más a nivel del estrés. Tienen la capacidad de aumentarle la supervivencia a células que están estresadas, y también reducen los niveles de cortisol y aumentan los niveles de serotonina”, dice Borini, enumerando las funciones benéficas que estas moléculas generan, hasta ahora, a nivel de laboratorio.
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Estas declaraciones las brinda la científica a este medio en el tambo La Canducha, ubicado en la localidad de Bustinza, Santa Fe, donde ordeñó ella misma, con las condiciones controladas, los primeros litros de leche para investigar.
Fue esa extracción, la que sirvió de base para todo lo que vino después: “Cuando surge la idea de crear Kresko, pensamos que esto podía llegar a ser un producto, podía llegar a la gente, pero para que llegue como producto, no podíamos extraerlos de la leche materna. Teníamos dos opciones: Usarlos sintéticos, o extraerlos de la fuente. Cuando fuimos a buscar a la leche bovina, lo primero que hicimos fue ver si eran las mismas las moléculas. Fueron las mismas, las analizamos, por lo que se llama secuenciación de ARN pequeños, corroboramos que son las mismas moléculas, entonces lo que hicimos fue empezar a extraerlos de la leche”, narra Borini.
Fue así como empezaron la investigación, descubrieron estas moléculas en la leche materna, fueron al análogo, y de esta forma se empieza a configurar otro subproducto de la leche bovina, que de acuerdo a lo que explica la joven científica, está en vías de desarrollo y próximo a salir al mercado.
“Es un producto de bienestar de salud humana. Es un nutracéutico”, en alusión a los productos basados en la propia naturaleza que sirven como alternativa a un medicamento, sin ser farmacéutico. “Nosotros apuntamos a suplemento nutracéutico, porque son mucho más simples los aspectos regulatorios. Son un upgrade de lo que es un alimento”, dice Borini.
Estos emprendedores están probando el producto en ensayos clínicos para trastornos de sueño, y ese será el producto estrella que salga, en forma de pastilla. “Nosotros ahora a escala de laboratorio lo estamos haciendo solos. La idea es salir a mercado con un socio estratégico, alguien que ya esté en la industria de los suplementos. Nosotros ponemos el know-how hasta tener el polvo, y todo lo que va dentro de la pastilla. Y la empresa de nutracéutico pone de ahí en adelante: El packaging, la cadena de ventas y demás”, explica Borini.
La particularidad que tiene este producto, es que no se necesita tanta leche para su elaboración, puesto que lo que ellos hacen es concentrar esas moléculas, y sirven para un gran lote de pastillas. Claro, esa concentración de moléculas representa a tomar muchísimos litros de leche fresca recién ordeñada por día, algo imposible. Es por eso que se prepara a salir al mercado un producto que concentra lo bueno en una pastillita.
“Nosotros quisimos comparar la leche fresca del tambo versus la leche de supermercado, y lo que vimos fue muy claro que en la leche de supermercado no estaban estas moléculas. No sabemos en qué parte, pero en algún momento del proceso industrial se pierden. Agarramos la leche del tambo, la analizábamos en tiempo cero, y estaban las moléculas. Las analizábamos a la hora, y ya teníamos menos moléculas. Ni hablar si las dejábamos cuatro o cinco horas, ya casi no quedaban moléculas. Entonces lo que dijimos fue tenemos que desarrollar un método para estabilizarlos en ese momento tiempo cero para generar el producto. Y eso fue lo que hicimos. Desarrollamos un método para estabilizar las moléculas en ese tiempo cero”, agrega la joven científica.
A la par de este producto próximo a salir al mercado en pastillas, ya tuvieron contactos de industrias lácteas, interesadas en conocer su investigación, con la idea de conocer más sobre el momento de perdida de esta molécula, y poder así evitarlo en el proceso industrial, y así ofrecer la leche en sachet, pero con los ARN´s dietarios dentro, como pasó con los probióticos hace unos años.