Gabriela Iturrioz baja el martillo en los remates de la consignataria que dirige junto a su esposo Néstor Hugo Fuentes, que tiene base en General Acha, provincia de La Pampa, una zona que este año todavía se vio afectada por la sequía.
Ella se abrió paso en un rubro eminentemente masculino, donde son pocas las mujeres que se ganaron su lugar. Un ejemplo es el de Florencia Brandemann, quien hace 15 años martilló un tiempo en el Mercado de Liniers, al igual que el de Florencia Ildarráz, quien quiere también ser la voz cantante en los remates de la firma que conduce su padre.
Iturrioz cree que no debería haber diferencias entre hombres y mujeres: “La nota de color no debería ser el género de cada persona sino lo bien que lo hace”, señaló en una charla con Bichos de Campo. Ella ciertamente lo hace muy bien, y la razón de eso es que le apasiona la ganadería.
Siendo nieta e hija de productores de cría que vinieron desde España escapando de la malaria, Gabriela nació y se crío en el paraje Padre Buodo, donde está el campo de su familia.
Cuando tuvo que elegir una carrera se inclinó primero por comercial internacional. Se fue a vivir luego al extranjero y a su regreso trabajó en el INTA, en el área de investigaciones económicas. Pero como la ganadería siempre fue lo suyo terminó haciéndose un lugar en la consignataria que hoy conduce con el que sería fue su marido y padre de su hija, Néstor Hugo Fuentes.
“Para mí hoy es muy importante tener la posibilidad de subastar animales. Es una responsabilidad muy grande porque en tu mano y en tu voz está la decisión final del valor de lo que a un productor de cría le cuesta tanto tiempo poner adentro de un corral. Primero, es una responsabilidad y segundo es un orgullo la seguridad, la confianza que tiene el productor en permitirte vender sus animales. Es una tarea que me gusta mucho”, contó Gabriela.
Escuchá la nota completa acá:
Además, cumplió el sueño de su padre: “Él siempre tuvo el sueño de estudiar martillero y por cosas de la vida se tuvo que quedar al lado de su padre a trabajar y no se fue a estudiar. Se quedó en el campo con las vacas”.
Y por suerte para ella, su padre no la hizo jugar solamente con muñecas: “Me ponía en las rodillas y me hacía rematar y repetir los campos y los nombres de los dueños de campos vecinos. Yo tenía que decir de quién vendía las haciendas y cómo se llamaba el establecimiento. Era un juego, yo tenía 3 o 4 años. Cuando me casé con Néstor, como había necesidad de otro martillero, estudié la carrera embarazada de “Benja”.
Para rematar hacienda hay que saber martillar y conocer de ganadería, de sus cuestiones productivas, comerciales, las perspectivas del mercado, es un conjunto de cosas que en definitiva se condensan en los precios.
”Vender un animal implica un cierto conocimiento que no te lo da la carrera de martillero, que eso es lo que siempre le cuento a los chicos más jóvenes que recién arrancan. Tenés que tener un montón de elementos y de conocimientos que te permitan pararte arriba de un carro y poder describir el lote que tenés enfrente. Saber, conocer de la zona donde se produce ese tipo de ternero, en el caso de que vendas invernadas, y entender de qué se trata que no es poca cosa. Entonces todas esas cosas hacen que un buen martillo pueda defender el valor de la mercadería que ven”, sostuvo.
Sobre lo que está pasando con la actividad ganadera en su provincia, Gabriela contó con preocupación la situación climática.
Recientemente dieron un remate llamado Destete del Natural con hacienda producida únicamente a pasto, en el que reunieron 9.000 vacunos y en el que se reflejó lo irregular que resultaron las lluvias en los últimos meses.
“En los remates que venimos dando se ve que hay una fuerte salida de vientre, sobre todo lo que es la vaca vacía por tacto, que el productor ya no quiere retener porque se le achica la oferta de forraje”, indicó.
Si la cuestión sigue así, explicó Gabriela, tendrán que vender lo que tienen en recría como los novillitos y más terneros de lo deseado, o incluso las terneras que se pensaban guardar para reponer vientres.
“Lo que estamos viendo es una salida apurada del destete de esta zafra y de otras categorías que habitualmente se sostienen en los campos cuando está la posibilidad, pero este año no es el caso”, explicó.
Gabriela dice que el productor “es un bicho raro”, que siempre apuesta por seguir creciendo o seguir desarrollando la actividad.
“La actividad de cría y de recría requiere que el productor siga invirtiendo permanentemente. Lo hace con un vientre preñado o con una ternera que deja para reposición y para madre. Es un negocio larguísimo. Imagínate que una ternera de 180 a 200 kilos va a una recría y luego se le pone un toro o se le hace una inseminación para sacar un ternero. Eso lleva año y medio o dos años para obtener un resultado de ese producto”, afirmó.
El productor de cría apuesta por el largo plazo, lo que resulta complicado “en un país donde las reglas de juego cambian permanentemente, donde las situaciones económicas son muy fluctuantes. Pero de alguna manera el productor de cría sigue sosteniendo eso porque quien que se dedica a la cría lo hace por pasión, por coraje, por ganas, por historia, por familia”, finalizó.