“En mi familia yo tenía la etiqueta de que no me gustaba el campo”. Así comienza a relatar su vida, el director de cine Andrew “Andy” Sala, quien acaba de estrenar su película La Barbarie, sobre temática rural.
Juan Pablo Ruso, un agudo crítico de cine, señaló en el portal EscribiendoCine que el filme de Sala “…expone una realidad compleja y cruda del campo argentino que, aunque pudiera parecer ajena al contexto urbano, en realidad es una problemática social inherente a nuestra sociedad contemporánea”.
Andy reconoce que La Barbarie está inspirada en algunas vivencias personales, ya que por circunstancias de la vida, hace pocos años tuvo que hacerse cargo junto a su hermano del campo de su madre, y se ha convertido entonces en productor agropecuario.
“Mi primera película fue de temática rural –continúa el cineasta-, trata de un hombre que se escapa de Buenos Aires. Cuando tuve que empezar a hacerme cargo del campo de mi madre, justo estaba participando de un taller de escritura y me había dado por empezar a escribir el guión de La Barbarie. Cada quince días iba al campo y empecé a notar cómo funcionaban las relaciones de poder entre las personas en el medio rural”.
Ruso, el crítico de cine, cuenta en detalle sobre La Barbarie, la cual tiene la actuación estelar de Ignacio Quesada y Marcelo Subiotto: “En la trama, el joven Nacho (Quesada) llega a la estancia de su padre en busca de refugio, huyendo de la violencia en Buenos Aires. Pero allí descubre un ambiente hostil, donde la muerte inexplicable de algunas vacas de la hacienda es sólo una muestra de la violencia naturalizada que se vive en el lugar”. El crítico resume que la película trata los siguientes temas: violencia de género y desigualdad social, ahonda la relación entre lo humano y el resto de la naturaleza.
“La dirección de Andrew Sala –sigue Ruso con su crítica- se destaca por su habilidad para crear una atmósfera de tensión constante que se potencia por las actuaciones de Quesada y Subiotto. La estética idílica del campo se contrasta con la dureza de las prácticas violentas que allí se llevan a cabo, generando un conflicto que amplía la reflexión sobre la relación del ser humano con la naturaleza y la brutalidad. La tranquilidad del campo se interrumpe constantemente por la violencia naturalizada, lo que genera un clima de tensión palpable que se mantiene a lo largo de toda la película”.
La Barbarie se filmó en el campo familiar llamado La Argentina, que queda a siete kilómetros de Junín, justo detrás de la laguna de Gómez, y también en la bella Estancia La Brava, de los hermanos Hardoy, entre Chacabuco y Junín, cerca de O’Higgins, que además de tener una explotación agropecuaria, dedica su histórico casco a actividades de turismo rural. Unas escenas más se filmaron en otras partes.
Este es el trailer de la película:
El porteño Sala explica el porqué de su nombre extranjero, que resultó una paradoja: “Nací en Fort Collins, en el estado de Colorado, Estados Unidos, porque mi padre se encontraba haciendo allá su doctorado en ecosistemas áridos. Él trabajó mucho en la Patagonia y aún sigue dedicándose a la investigación. Se llama Osvaldo y allá todo el mundo pronunciaba mal su nombre. Entonces por eso me puso Andrew, pero al volvernos a vivir a Argentina, mi nombre en inglés volvió a quedar desterrado y acá a todos les cuesta pronunciarlo”, se ríe.
El cineasta cuenta cómo llegó a sumar el oficio de productor agropecuario a la de cineasta: “Era el año 2014 cuando mi tío me avisó que el campo estaba decayendo, porque mi madre no se ocupaba lo necesario. En esa época yo no diferenciaba un toro de una vaquillona –se ríe-. En mi adolescencia, mi familia me había etiquetado como que no me gustaba el campo, pero iba dos veces por año y en realidad me gustaba ir. Entonces mi hermano Nicolás, que es ingeniero agrónomo y vive en Estados Unidos, me dijo que me hiciera cargo y que él me iba a ayudar a la distancia. De sólo pensarlo me dio mucho vértigo, pero poco a poco empecé a meterme, a administrarlo y me fue gustando cada vez más; hoy diría que ya estoy fascinado”.
“El campo de mi madre es de 250 hectáreas. Empecé a ir a remates de hacienda, a ferias, -continúa Sala- me fui enterando de los juegos de riendas, y toda esa cultura del campo me fue cautivando cada vez más. Mi hermano me mandaba información teórica, empecé a capacitarme con el INTA, hasta que juntos decidimos la estrategia del negocio. Yo tomo las decisiones diarias, el manejo del campo está a mi cargo y acordamos un sueldo para mí por administrar”.
“Arrancamos criando animales, con 50 vacas Angus, y hoy tenemos 140 madres. Decidimos alquilar un campo vecino, de otras 250 hectáreas, a una tía. Hace tres años empezamos a sembrar. Hoy hacemos 70 hectáreas de trigo, 65 de maíz y 74 con soja de primera. Venimos creciendo. Pero cuando le alquilamos a mi tía nos agarró la sequía y nos dejó endeudados como a tantos, hasta ahora. Nos va a llevar un tiempo salir, dependiendo del clima y de la política, claro”.
Con esta experiencia, afirma Sala: “Si el campo es incierto, el cine lo es más”, de modo que se las arregla para vivir con una productora y distribuidora de cine independiente. Continúa: “Tengo un socio y con ella producimos películas con las que a veces ganamos premios. Con La Barbarie ganamos varios premios, cuatro en la provincia de Buenos Aires, y la presentamos en una sala de Junín”.
“El campo me va ocupando cada vez más tiempo. Cuando sólo hacíamos cría, me llevaba un 20% de mi tiempo laboral, pero ahora que además sembramos, me lleva un 40%, y el resto, lo dedico al cine. Mi hermano es el que realmente sabe de campo y estamos comunicados permanentemente. Además, un primo trabaja con nosotros”, resume.
Explica Sala que para realizar una película no hay una sola fuente de inversión sino que se buscan inversores privados y coproductores asociados.
“Estoy escribiendo mi nueva película que transcurrirá en el Amazonas, porque viajé a allí en 2015 y me fascinó como escenario de buenas historias y aventuras. Pero sigo con ganas de volver a filmar en el campo argentino y seguramente lo concretaré más adelante. Ahora vengo a mi campo todos los fines de semana, no sólo a trabajar sino a disfrutar con mi familia. Y además le he ido encontrando la vuelta para compatibilizar esta actividad con mi profesión de cineasta, y voy llevando las dos muy bien”, describe.
El crítico Juan Pablo Ruso señala también que La Barbarie también “plantea una interesante reflexión sobre la relación del hombre con la naturaleza y los animales”. La misma se puede ver en la plataforma CineAr desde el 26 de octubre pasado y se mantendrá en cartel durante 8 semanas.