Mariela Larrosa cambió la gran urbe por el campo. Esta productora hortícola oriunda de Concepción del Uruguay (Entre Ríos), junto a su esposo, integrante del Ejército Argentino, recorrieron diferentes lugares del país a partir de los traslados ordenados por esa institución, hasta que finalmente se mudaron, junto a sus dos hijos, a Guardamonte, la última colonia agrícola creada en la Argentina, donde presentaron un proyecto productivo y quedaron seleccionados para ocupar uno de los terrenos.
La última residencia de la familia fue el partido bonaerense de San Miguel, pero siempre soñaron con volver a su provincia natal para emprender algo propio. Ahora en la colonia Guardamonte cuentan con siete hectáreas en comodato donde comenzaron a desarrollar su proyecto productivo.
Sobre una hectárea y media y bajo sistema de riego probaron primero con la siembra de zapallo anco y, tras realizar ya tres cosechas, Larrosa asegura que las primeras tandas le dieron buen resultado productivo: en el lapso de un año ya generó 2000 kilogramos de calabazas y aseguró que se viene otra muy buena cosecha.
La colonia Guardamonte es para Larrosa, ante todo, “tranquilidad; venimos del ajetreo de la gran ciudad y necesitábamos hacer lo que nos gustaba y teníamos guardado. Hoy podemos hacerlo, hoy podemos trabajar una cantidad de tierra”, aseguró a Bichos de Campo.
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Larrosa admitió que no viene de la actividad agropecuaria y que su máxima experiencia en el tema fue sembrar tomates en el fondo del patio de su casa, pero las ganas de mudarse al campo pudieron más y, miedos mediante, se animaron a dar el salto. “Estábamos cansados de estar en la ciudad y nos enteramos por el presidente de la comuna que había un proyecto en Guardamonte y entonces vimos que podíamos aprovechar y quedamos seleccionados”.
Finalmente fueron elegidos con su proyecto de huerta, aunque, cuando se mudaron, les llevó mucho tiempo limpiar el terreno, el cual estaba colmado de chircas y pastizales. “Primero vamos probando la tierra. Por eso decidimos hacer, por ahora, una hectárea y media de zapallo anco con sistema de riego y la verdad es que hemos tenido buen resultado y pudimos venderlo en las ferias. Lo mismo probamos con choclo y nos fue bien”, expresa.
“Es gratitud lo que la tierra te devuelve”, confiesa Larrosa. Y se muestra muy contenta con el resultado porque ya pudo juntar el dinero para pagar la primera cuota anual del terreno que le concedió el gobierno entrerriano.
“Este comodato nos da dos años de gracia, lo cual nos permite aprovechar ese tiempo para poder empezar a pagar cuando lleguen las fechas”, resaltó, con lo cual, al final de 25 años, el período máximo para cancelar la deuda, Mariela podrá ser la dueña de las siete hectáreas.
¿Y se puede vivir de siete hectáreas? “Claro que se puede”, afirma Larrosa, y agrega que “si le ponés ganas todo se puede lograr; gracias a las ferias y a que le pusimos garra con mis hijos, les puedo asegurar que pudimos”.
A sus 43 años, Mariela trabaja sobre todo con sus dos hijos, uno de 13 y otro de 20 años, uno en secundaria y otro cursando una carrera universitaria, pero ambos colaboran a la par de su madre en los quehaceres diarios y en la huerta.
¿Cómo se ve dentro de 25 años junto a su familia en Guardamonte? “Tenemos pensado hacer vivero en el invierno porque acá es jodida esa época, e incluso queremos seguir probando más arriba, donde hay mejor tierra para hacer tomates y morrones, pero hay que evaluar cuál es la hortaliza que dura más tiempo y cuál es su circuito de venta. Me veo creciendo, pero de a poco”, observó.
Como aspecto negativo de vivir en Guardamonte, Larrosa destaca que el tema vial es preocupante. “No tenemos todavía un camino afirmado. Cuando sacamos la producción en días de lluvia es imposible salir a menos que tengas tractor. Siempre pedimos a Vialidad y al presidente de la comuna que revean la situación de los caminos. Si no podemos sacar la producción es todo en vano”, refleja.
¿Se extraña algo de la gran ciudad? “Salir a mirar vidrieras tal vez”, bromea Larrosa, pero al mismo tiempo indica que “lo que perdemos en la gran ciudad lo ganamos acá en tranquilidad. Acá es el campo, se respira otra cosa”, resume.