El pasado lunes 16, el Ministerio de Agricultura, que también es de Ganadería y de Pesca, dictó la Resolución 42/2019, por la cual invita (porque no puede ordenar) a la población argentina a comenzar a comer pescados y mariscos todos los días 19 de cada mes , con el fin de incrementar su consumo.
El lanzamiento de esta campaña consistió en un almuerzo realizado en el noveno piso del CCK, con la presencia de autoridades, representantes del sector pesquero, de la cadena de comercialización, cocineros y con la prensa especializada. El chef Martín Molteni, reconocido por elaborar sus platos con productos regionales e identitarios de todo el país, estuvo a cargo de la confección de un menú muy variado.
Con la crisis de este año han caído las ventas de pescados y mariscos, cuyos precios siempre están dolarizados, por la razón de que los argentinos consumimos poco, y la mayoría se exporta. Cayeron las ventas y subieron los costos. La suba del dólar, y el incremento del gasoil, además, golpean al sector pesquero.
Un empresario marplatense que produce hamburguesas de pescado me explicó que una embarcación de altura o de media altura tiene un alto costo, ya que precisa unos 19 tripulantes, y consume 30.000 litros de gasoil, 20.000 kilos de hielo y víveres. Que este año le ha mermado la venta, pero que a pesar la crisis se pueden realizar acciones tendientes a cambiar la cultura, ya que se vende más el salmón rosado que el lenguado y el abadejo, siendo que estos últimos cuestan mucho menos. Y el mismo pez palo, que es muy rico, pero sin embargo tiene poco marketing.
Los más vendidos son la merluza, el filet de gatuzo, el pollo de mar o pez ángel, que no tiene espinas y es recomendado para dar a los niños.
El mejillón, la almeja y demás, menos el langostino, son importados, a causa de la marea roja.
Un microempresario de San Clemente del Tuyú, que se especializa en pescados ahumados, me explicó que en el Partido de la Costa no se vende merluza, ya que no es zona de pesca de este pez tan masivamente consumido. En cambio, las pescaderías ofrecen pescados frescos del día, como la lisa, la pescadilla de banco, la brótola y el lenguado, que pueden resultar más ricos que la merluza. Nuestra mejor merluza se exporta a España.
Escuché que los carniceros remarcan su mercadería con un 30% a 35%, pero que las pescaderías lo hacen en un 1.000%, dato que no pude corroborar y menos aún, que alguien me diera razones de tal diferencia.
Una amiga argentina, casada con un español, que reside en México, subió a las redes una foto de un pulpo que estaban asando a la parrilla. Lo hierven durante dos horas en agua, para que resulte tierno. El agua se puede aderezar con alguna hierba aromática. Luego lo escurren, lo salan, lo asan, y finalmente lo trozan en una fuente, le agregan pimentón dulce y aceite de oliva, y parece que es un manjar.
Un empresario pesquero, de Mar del Plata, me sugirió también dos recetas:
Una es de calamares rellenos: para el relleno, se fríe ajo, cebolla, morrón y los tentáculos, todo picado bien chiquito, en aceite. Aparte, colocar del día anterior con leche y dejar que el pan se ablande. Luego, revolverlo con el sofrito anterior, agregarle sal y pimienta, y terminar de fritar.
Para la salsa hay que freir ajo, cebolla y morrón, echar tomate y sal. Al apagar el fuego, echar pimentón dulce y si es muy espeso, agregarle agua y una pizca de azúcar para cortarle la acidez.
Una vez frío, el relleno, meterlo en los tubos de los calamares con una cuchara y cerrarlos con un palillo de madera. Luego, cocinar los tubos rellenos en la salsa preparada durante unos veinte minutos. Rociar con aceite de oliva.
La segunda receta es de bastoncitos de filet de merluza, marinados.
Bichos de campo informa sobre política agropecuaria, pero en realidad, los términos campo o agro corren el riesgo de no graficar lo que pretenden abarcar de la realidad, como cuando los habitantes de nuestro Noroeste dicen “Pacha”. Es decir, todo el medio ambiente que incluye la tierra, los ríos y lagos, el mar y hasta el aire. Incluyendo a los seres vivos que habitan los ríos, el mar y las aves que pueden volar por el cielo. Y todo bicho que camina por el fondo del mar, o nada por él, puede ir a parar también al asador.
Como soy de Necochea, donde tenemos mar y río, me crié comiendo cornalitos, pulpos, paellas y cazuelas de mariscos, hasta cangrejos y caracoles de mar. Me la pasaba pescando pejerreyes, corvinas, lisas, tanto en la playa, en el puerto y en el río. Mi padre compraba un pez limón, lo limpiaba, lo condimentaba, siempre con algo diferente, y lo hacía a la parrilla, envuelto en papel “manteca”, el de calcar. Hoy se usa el papel de aluminio, pero si no se quitan las escamas, puede obviarse el papel.
Es muy recomendable comer pescado fresco al menos una vez por semana. Pero ojalá se propagase esta costumbre de comer pescados o mariscos, al menos todos los días 19 de cada mes.
Con la crisis que sufre la mayoría de los argentinos, yo les sugiero poner un billete debajo del plato, pero con el deseo comunitario o social de pedir la buena fortuna para los que menos tienen y para que en nuestro país el sueldo básico y las jubilaciones comiencen a crecer en su poder adquisitivo, de una buena vez y sin detenerse.
Me quiero despedir dedicando a todos los trabajadores de la industria pesquera una cumbia colombiana, “El Pescador”, del colombiano José Barros, interpretada por el grupo Santadiabla, en la voz de Micaela Farías Gómez, con arreglos de ella y del guitarrista mendocino Martín Morales.
Aclaremos que el origen de la cumbia se remonta al género musical nacido en los valles de Colombia, y que por eso, se ha llamado “vallenato”. Este se toca con acordeón, por influencia de la migración europea, y la cumbia no se toca con acordeón, sino con gaitas indígenas y tambores de origen africano, de los descendientes de esclavos, según me enseñara la propia Micaela. Escuchemos su bella voz: