La Argentina podría exportar en 2023 solamente 5 millones de toneladas de trigo, frente a las casi 15 millones que pudo vender el año pasado. La explicación es que la producción caerá violentamente a casi la mitad respecto de la campaña anterior, para ubicarse -según el último pronóstico de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR)- en solo 11,5 millones de toneladas.
Esta debacle provocada por la sequía obliga a todos a revisar los números y las proyecciones, pero la preocupación es mucho más elevada aquí que en el resto del mundo. ¿Por qué? Porque las cerca de 10 millones de toneladas de menos que exportará la Argentina este año se cubrirán con mayores exportaciones de trigo por parte de otros dos importantes jugadores, Australia y Rusia.
La tensión va por dentro, aunque tampoco sería tan grave. “Nuestra hoja de balance queda determinada de la siguiente manera: la oferta totalizará 14,2 millones de toneladas, compuesta por una producción estimada en 11,5 millones y unos stocks iniciales de 2,7 millones. La demanda total se proyecta hasta el momento en 11,4 millones, considerando un consumo doméstico de 6,4 millones (con un uso de molienda de 5,5 millones) y exportaciones por tan solo 5 millones de toneladas”, escribieron este fin de semana los analistas de la BCR.
¿Qué quiere decir esto? Que por ahora las proyecciones, tanto oficiales como privadas, muestran cierta holgura en las cifras, y que el mercado local se está autorregulando como para evitar una catástrofe frente al elevado daño que provocó la sequía sobre la producción de trigo. El mayor peso de esta autorregulación está cargado sobre los exportadores, que hace unas semanas aceptaron renegociar sus contratos con el exterior, como para no desabastecer el mercado local.
Y la mejor prueba de que habría un pacto de no agresión entre molineros y exportadores, según el balance que hace la bolsa rosarina, es que se espera que la Argentina no liquidará en 2023 todas sus existencias de trigo, poniendo en riesgo su propio abastecimiento -o provocando una corrida de los precios- hasta que aparezca una nueva cosecha normalizada, allá por octubre o noviembre de este año.
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En este sentido, en el balance proyectado por la BCR “los stocks finales estimados para el actual ciclo comercial serían de 2,7 millones de toneladas. Dicho volumen es idéntico al arrojado en la 2021/22, dado que el consumo se reajusta por la caída en la producción esta campaña, dando como resultado una ratio stock/consumo de 24%, el doble del guarismo registrado en la campaña previa, que fue del 12%”, analizaron los expertos rosarinos.
La proyección tope de las exportaciones también fue considerada en los análisis hechos por la Secretaría de Agricultura, que habló de ventas al exterior de 4,75 millones de toneladas para el ciclo 2022/23. Es decir, apenas 250 mil toneladas por debajo de la estimación de la BCR.
De todos modos, el gobierno tiene la llave para controlar que no haya exportaciones del poco trigo disponible más allá de las proyectadas, al fijar un precio FOB Oficial artificialmente alto, que está convirtiendo en estos momentos el cereal argentino como el más caro de todo el mundo.
El valor FOB oficial está ubicado por estos días en 470 dólares por toneladas y nadie en su sano juicio exportaría trigo a ese precio desde la Argentina cuando en otros países el trigo está mucho más barato. De todos modos, la mayor parte de las exportaciones que podrán concretarse se pactaron a otros valores inferiores en 2022. Ese alto valor actúa como un cerrojo a nuevos negocios.
Hay varios países que tendrán buenas cosechas este año y eso es bueno, porque quita presión sobre el trigo argentino, que es muy escaso. Por eso además el resto de los países exportan a precios más bajos. En Australia, la cotización FOB es de 252,1 dólares, un 47% por debajo del precio FOB. Es que se espera que ese país tenga una oferta récord de 36,6 millones de toneladas esta campaña, luego de tres campañas consecutivas con sequías históricas e importantes incendios.
“Australia vuelve con fuerza al mercado internacional con una estimación de exportaciones por nada menos que 27,5 millones de toneladas para la campaña 2022/23”, dice el informe de la BCR. Nadie va a extrañar a la Argentina en este contexto.
En tanto, pese a la guerra la Federación Rusa también consolida una cosecha triguera récord para este ciclo de 102,7 millones de toneladas y además cuenta con un nivel de stocks comerciales elevados. Su valor de exportación se posiciona en304,5 dólares. Las exportaciones de trigo de Rusia alcanzaron 21,3 millones de toneladas durante la primera mitad de la temporada 22/23, casi el doble del récord anterior.
Conclusion, Argentina es un jugador menor, y algo vamos a exportar.