Si la historia la escriben los que ganan, que no somos precisamente nosotros, debería haber dos cosas por las que se debería recordar el paso del gris contador Luciano Zarich por la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (la ex ONCCA), entre 2021 y 2023. Sobre una ya hemos escrito mucho en Bichos de Campo: el funcionario fue colocado al frente de ese organismo para decidir desde allí qué empresas frigoríficas iban a ser favorecidas por los cupos de exportación de carne que en abril de 2021 reimplantó el gobierno de Cristina Kirchner y Alberto Fernández.
Durante todo estos años, desde este medio hemos pedido a las autoridades conocer el listado de DJEC (Declaraciones Juradas de Exportación de Carnes) que el funcionario asignó a tal o cual empresa desde su asunción y hasta que se eliminaron los cupos, el 31 de diciembre pasado, ya con la llegada al gobierno de Javier Milei. Esos listados siempre fueron secretos y no tuvimos éxito, a pesar de múltiples peticiones. Hemos vuelto a reclamar esa información pública a la nueva gestión liderada por Fernando Vilella, esperamos que con mejor suerte pero por ahora sin respuesta.
Pero las restricciones a la exportación de carne son apenas un capítulo de la gestión de Zarich, y quizás la menos grave. La segunda cosa por la cual debería ser recordado el contador -y expulsado de una patada en el traste de cualquier otro cargo público en el Estado- es por haber desmantelado durante su gestión los controles electrónicos sobre las agroindustrias que debe controlar la ex ONCCA, y que habían sido comenzados a implementar durante la gestión previa del veterinario radical Marcelo Rossi, en los cuatro años de presidencia de Cambiemos.
Es decir, en los hechos ni los controles electrónicos a los molinos harineros, ni las cajas negras instaladas en las playas de faena de los frigoríficos fueron una herramienta que utilizara el Estado para controlar la evasión en ambos sectores, que es lo que debe hacer la ONCCA. Que para controlar fue creada, y no para ser peaje obligado de los exportadores.
Copia caricaturesca de aquel Ricardo Echegaray que durante el conflicto agropecuario de 2008 se apoderó de ese organismo para bloquear las exportaciones y a la vez controlar (perseguir) a los empresarios que osaban desafiar el kirchnerismo, Zarich actuó en ese mismo doble sentido durante la última gestión de Alberto y Cristina. Reguló las exportaciones mediante las DJEC todavía secretas, y al mismo tiempo discontinuó los controles montados por la ex ONCCA para cumplir con su función elemental: controlar la competencia desleal en las cadenas productivos.
De paso, como un clon malhecho de aquel Echegaray, usó el Estado para marcarle la cancha a algunos actores que atinaban a alzar la voz contra las injusticias y la prepotencia.
En el caso de los molinos, en el último año y medio las empresas del sector estuvieron divididas y peleadas por otra regulación que se extinguió con la nueva gestión de Milei, el FETA (Fondo Estabilizador del Trigo Argentino), un fideicomiso que repartió 55 mil millones de pesos entre veinte empresas, pero con 60% de esos recursos direccionados hacia un solo grupo, Molino Cañuelas, la líder del mercado. Con ese dispositivo de intervención el anterior gobierno decía que iba a controlar las subas del precio del pan, pero eso no sucedió. Tan ineficaz fue que se sospecha que el verdadero objetivo del gobierno fue finalmente exitoso: concentrar todavía el negocio de la harina en las manos de los molinos más grandes.
Durante la gestión de Rossi en la ex Oncca, hasta que fue reemplazado por Zarich para implementar el cepo a la carne, el Estado y a las Cámaras que nuclean a la totalidad de los molinos Inscriptos en RUCA (Registro Único de la Cadena Agroindustrial) habían comenzado a implementar de común acuerdo los CEMT (Controladores Electrónicos de Molienda de Trigo), con ánimo de poner en caja una evasión estimada en por lo menos el 20%.
Los controles de Agroindustria: “Vamos a tener más camaritas que la Municipalidad de Tigre”
El sistema fue creado mediante la resolución 84/2018. A partir de allí todos los molinos invirtieron miles de dólares en equipos que reemplazaban a los vetustos caudalímetros, y que enviaban en tiempo real información a una base de cómputos. El CEMT mide el caudal de trigo procesado y el consumo eléctrico de la maquinaria con la que se muele el grano en la primera etapa del proceso industrial, además de estar dotado de 6 cámaras filmadoras en todas las etapas, lo que deberían permitir al gobierno monitorear que el equipo no sea adulterado.
Esa valiosa información comenzó a llegar a la sede central de la ex ONCCA para realizar el monitoreo. Pero el sistema no se terminó de implementar del todo porque faltó dictar una reglamentación, que se intentó sin éxito durante 2019 y 2020, ya con el nuevo gobierno peronista que sucedió al macrismo.
Toda esta ofensiva quedó discontinuadas a partir de la llegada de Zarich, lo mismo que el control a distancia de los frigoríficos. El área de informática de la ex ONCCA quedó diezmada en su recurso humano, por problemas salariales y de falta de recursos para trabajar. Actualmente, desde los servidores de la Secretaría de Agricultura ya no hay manera de acceder a las cámaras de los CEMT, a 6 años de la puesta en marcha del sistema. Esto representa dar una luz verde para los denominados “by pass” que se utilizan para eludir los instrumentos de medición para el control de la molienda.
Según fuentes enteradas del asunto, el deterioro es tal que el Estado ya no tiene manera de saber si la información que los equipos remiten de manera on line es fidedigna, y si un equipo deja de reportar no se saben los motivos verdaderos. La explicación es que la gestión de Zarich abandonó por completo el mantenimiento del sistema. Las políticas del Estado interrumpidas desde el propio Estado. Un montón de tiempo, esfuerzo y dinero desperdiciado.
Desde marzo del 2021 el sistema se encuentra administrado por varios funcionarios de la gestión Zarich, algunos de los cuales siguen en funciones a pesar del cambio de gobierno y la llegada de un nuevo secretario de Agricultura, el ex decano Fernando Vilella. Gerónimo Sarría (en la foto) era el coordinador general, quién definía las políticas de trabajo por encima de Alberto Martínez Alonso, el director de fiscalización, y de José Secchi, que tenía a cargo las inscripciones en el RUCA. La decisión de discontinuar el CEMT fue de Zarich y de Sarría, quien se acaba de reintegrar a su puesto de trabajo, ahora como pretendido asesor del joven Matías Canosa, el nuevo director nacional designado por Vilella.
El actual secretario se ofendió cuando Bichos de Campo informó que Zarich y su gente iban a tratar de permanecer en sus puestos. Pero estaría sucediendo.
Como dijimos, esa gestión en la ex ONCCA será recordada no solo por instrumentar el cepo a las exportaciones de carne sino además por discontinuar los sistemas de control electrónico en molinos y frigoríficos. Si eso no fuera suficiente como para tratar de mantenerlos lejos -a menos que los queramos de cómplices-, también quisieron emular a Echegaray usando información no siempre válida para perseguir a sus opositores.
Es vox populi en los pasillos de Agricultura que Zarich y Sarría, cuando hubo que apretar a los molinos Pymes para que no patalearan ante el escandaloso FETA, utilizaron unos trabajos de puesta a punto de los equipos CEMT de algunas plantas para armar expedientes de infracción y meter multas millonarias a los molinos pymes que no querían adherir al Fideicomiso triguero. Estas multas, que son ahora discutidas judicialmente, ponían al borde de la quiebra a estas empresas más chicas, mientras Molinos Cañuelas recibió el 60% de un fideicomiso cuestionado por todo el sector.
A unos meses de iniciada la gestión y luego de que entrara en vigencia ese fideicomiso triguero, estos ex funcionarios -sin haber regulado normativamente ni homologado el funcionamiento de los CEMT-, reaccionaron a un comunicado de Apyminra que se oponía a adherir al FETA y tomaron siete trabajos de prueba realizados en los controladores instalados en molinos asociados a esa cámara. Con dicha información generaron expedientes de infracción a una normativa inexistente, y les aplicaron a esas empresas multas de varios millones de pesos bajo apercibimiento de suspender sus matriculas de RUCA, desoyendo además los descargos presentados por los molinos.
Todos estos meses, y aún ahora con Zarich fuera de su cargo pero con sus pichones adentro, ese grupo de pequeños molinos siguen amenazados en su continuidad por esas formidables multas que les aplicaron por supuestos desperfectos en un sistema de control que el propio Estado no terminó de reglamentar ni de implementar.
La pregunta es por qué la nueva gestión libertaria permite que se siga con esta práctica y con los mismos personajes de entonces.
Vamos a ver cuanto les dura la luna de miel con el loco.
Cuando el loco vea que el 50% de la carne sale de contrabando y el 50% subfacturado o como vaca conserva
Con razón cdo devolvieron los teléfonos que usaba uno volvió todo roto e inutilizable