“No se trata de que no haya mujeres que quieran hacer este trabajo: lo que faltan son empresarios que les den la oportunidad”. Así lo indica Luján Ramírez, quien desde hace un año es la encargada del feedlot de la empresa San Félix SA, integrante del CREA Bragado.
Luján trabajó en el establecimiento mixto para realizar trabajos puntuales de manera temporaria y, cuando se produjo una vacante en el área de feedlot, solicitó al encargado del campo que se la tuviera en cuenta como candidata. Finalmente quedó seleccionada al evaluar que su desempeño como jornalera había resultado muy satisfactorio.
En la empresa se realizan dos encierres por año de terneros de compra que duran poco más de tres meses, período en el cual Luján arranca a las siete de la mañana con la distribución de la primera ración, mientras que la segunda se realiza por la tarde en función del período del año y de la temperatura ambiente.
“Cuando considero que se presenta una tropa de novillos listos para cargar, doy aviso al encargado y juntos seleccionamos los animales”, explica Luján, quien también tiene a su cargo las lecturas de comederos y el mantenimiento de los corrales.
La encargada del feedlot reside en el establecimiento juntos a sus tres hijos de catorce, nueve y seis años, que este año, debido al aislamiento obligatorio, cursaron el ciclo lectivo de manera remota gracias a la disponibilidad de plena conectividad en el campo.
Su hijo mayor asiste como pupilo a la Escuela María Cruz y Manuel L. Inchausti, un internado dependiente de la Universidad Nacional de La Plata que está localizado en el partido bonaerense de 25 de Mayo, aunque este año permaneció junto a Luján al suspenderse las clases presenciales.
“Los horarios de trabajo los manejo yo para poder atender las cuestiones familiares”, comenta. “Cuando mis hijos están conmigo, luego de repartir las raciones voy a casa para seguir trabajando desde ahí. Cuando, en cambio, están con los abuelos o en la casa del padre, me dedico a hacer tareas de revisión y mantenimiento de las instalaciones”, añade en un artículo publicado en la última edición de la Revista CREA.
El hecho de que Luján pueda gestionar sus propios horarios resulta vital para que logre coordinar los requerimientos laborales con la vida familiar. “Más que por horarios, trabajo por objetivos, dado que el trabajo debe estar bien hecho en los plazos previstos”, apunta. “Este año, con los chicos en casa al no ir al colegio, fue más complejo organizarse, pero afortunadamente pudimos salir adelante”, afirma.
Luján está en contacto permanente con el encargado del establecimiento, el médico y el nutricionista que diseña las raciones que luego ella debe elaborar en el mixer. Cuentan con tres raciones diferentes: la de inicio o acostumbramiento (que se extiende por dos semanas), intermedia (una semana) y la de engorde (que se emplea hasta la terminación de los animales).
Cuando finaliza el período de encierres, Luján trabaja como asistente en la gestión de la hacienda localizada en verdeos con aporte nocturno de silo de maíz de autoconsumo.
“Si bien desde el inicio me delegaron la responsabilidad de las tareas que tengo a cargo, el hecho de que el equipo de trabajo esté conectado siempre a través de un grupo de Whatsapp facilita mucho las cosas”, remarca.
“Tuve la suerte de que me hayan dado esta oportunidad y estoy muy agradecida por eso, aunque sé que no todas las mujeres tienen esa posibilidad”, concluye Luján.