Este jueves aparecieron los datos de producción de leche correspondientes al mes de enero y más que nunca cobran relevancia.
No sólo tiene que ver esto con el ritmo sectorial, sino para medir la disociación que existe en algunos sectores de la representación de los productores respecto a la importancia de los temas, al seguimiento de la realidad de los productores, en definitiva, como sucede hace años.
El primer mes de 2025 acumuló 881 millones de litros, representando una caída de -11,4% respecto a diciembre, pero 5,6 por ciento arriba de lo que sucedió con la producción en enero del año anterior.
Esto generó a la vez un precio de 444,11 pesos por litro, equivalentes a 0,41 dólares y 6.335,69 pesos por kilo de materia prima cruda. Todos valores históricos, luego de promedios que se dieron en 2024 que se ubicaron en lo más alto de los parámetros internacionales.
Es a partir del tablero de comando sectorial, que desde la Dirección Nacional de Lechería se muestran los datos fundamentales para el sector, de uso industrial, en unidades productivas y también para los profesionales del área, en base al relevamiento de 7.694 tambos por sus liquidaciones y en base a 369 industrias. Esto es lo que toma el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina para poder hacer una lectura del sector, para brindar análisis y más información para la toma constante de decisiones.
Fue hace una semana que de la nada, Confederaciones Rurales Argentinas, emitía un comunicado titulado “Estimaciones de producción lechera para 2025 bajo la lupa” en el que se aclaraba que “CRA advierte que puede ser una maniobra en perjuicio del productor”.
El texto indicaba que “el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina proyecta un aumento del 6% en la producción de leche para 2025”, parece ser eso lo que incomodó a los dirigentes que excluyen del análisis a varios puntos fundamentales.
El cálculo que se hizo en base a los datos aportados por 15 industrias lácteas que reciben y procesan alrededor del 49% de la leche de Argentina, tal como se viene haciendo desde 2021, permite entender la planificación de un año con muchos desafíos.
Si informalmente se consulta a algunos productores, los más grandes creen que podrían llegar a crecer en la producción primaria entre cuatro y seis puntos porcentuales; los intermedios y que hicieron reservas de maíz estiman que se sostendrán en el comparativo de años; y entre los más chicos, algunos estiman que van a crecer después de un menor impacto en un verano más corto y con más alimentos para todo el año, mientras otros son cautelosos y creen que repetirán litros.
Aquella acusación de CRA en la que exponen que “no avalamos proyecciones optimistas sin sustento”, parecen eludir las variables de mayor influencia en los tambos, como favorables relaciones de precios insumo/producto, disponibilidad en cantidad y calidad de reservas forrajeras, el clima, la continuidad de buenos precios al productor y rentabilidad de los negocios, mayor productividad por animal, mejor relación del tambo respecto a otros sectores, inversiones, oportunidades de financiamiento, mejor ambiente de negocios y seguridad jurídica, además de mejores condiciones macroeconómicas, entre otras.
Claramente están en el horizonte la baja en los Derechos de Exportación de la soja y el resto de los granos y cereales, la reducción en el número de vacas que se dio a partir de diciembre de 2023, el cese de unidades productivas o unificación de Renspa por la inexistencia de compensaciones estatales, el retraso cambiario o pérdida de competitividad de las exportaciones a pesar de los buenos precios en el mercado externo.
Las lecturas en el sector lechero hay que hacerlas en voz baja, considerando todos los rincones del negocio y no por vociferar algo es que se logra mayor razón.
El trabajo de estimación del OCLA se da en un inicio de año, donde no deja de haber alta volatilidad e incertidumbre, no sólo por el contexto internacional, sino por tratarse todo dentro de este país.
Hoy no es negocio exportar, como si lo fue a esta altura de 2024, hoy el consumo interno empieza a repuntar, mientras hace un año caía y se desplomó nueve por ciento en el total anual; y claramente hoy se puede esperar que cada vaca del rodeo nacional suba uno o más litro en la producción individual para agregar todos los litros que se calcula que agreguen los tambos, porque el clima es mejor, de mayor calidad el alimento y mucho más de todo lo mencionado.
Cree CRA que estimaciones de producción en alza “sólo pueden servir como argumento para que la industria presione a la baja el precio que reciben los productores”. Señoras y señores, el precio de la materia prima está en un techo difícil de sostener y lo venimos explicando en este medio hace muchos meses, con las condiciones dadas.
OCLA, dependiente de la Fundación para la Promoción y Desarrollo de la Cadena Láctea, que es un espacio donde confluyen productores e industriales, analiza cada mes la contracción de la demanda interna, el retraso cambiario que afecta los volúmenes exportados en un momento ideal donde hay buenos precios internacionales y en un escenario sin la presencia de los Derechos de Exportación sectoriales que fueron eliminados.
Más oferta en un momento de retracción de la demanda puede presionar una baja en precios, o como mínimo un freno.
En la estimación que publicó OCLA de las ponderaciones de las proyecciones industriales que arrojaba un probable crecimiento de la producción del 5,7% de la producción en 2025, arranca con un dato de posible crecimiento para enero 2025 del 6,7%, que terminó siendo de 5.6 puntos, según la Secretaría de Agricultura, sosteniendo así con un dato concreto esta mirada.
Seguramente la producción de leche de febrero se verá afectada por el fuerte estres térmico que padeció el rodeo lechero en estos primeros días del segundo mes del año; y la variación interanual no sea de la magnitud que estimó la industria, pero luego quedan diez meses para seguir observando la evolución.
Bichos de Campo habló con fuentes de OCLA que aseguraron que “consultadas varias de las industrias que aportaron la información, por la situación de febrero, en general han revisado sus estimaciones a la baja, pero se mantiene la visión de un 2025 por encima de 2024. El observatorio lácteo trata de brindar datos objetivos, como herramientas para la toma de decisiones de los actores sectoriales. De la misma manera que lo hizo con la disminución en el número de unidades productivas, con la menor cantidad de vacas en producción y con la baja de producción del año pasado, qué bajo ningún punto de vista omitió informar a sus más de diez mil usuarios habituales cuando dispuso de datos oficiales”.
En enero, un informe de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas que “se comienza a poner en juego la sustentabilidad y el equilibrio económico, sin tener este año y a diferencia de los comienzos del anterior, el pulmón que aportaron entonces las exportaciones, ventas en las que hoy se están generando márgenes de pérdida que rondan el 20 por ciento”.
“Comenzamos a entender que los ajustes en alza de los valores de la materia prima encontrarían un freno, para evitar el quebranto en nuestro eslabón y en los demás”, sin embargo proponen algo para lo que no todos los tambos están listos y sus representantes trabajan poco, en el incentivo de la calidad composicional y sanitaria.
“Creemos en trabajar para pagar la leche de una forma que incentive el aporte a las industrias de sólidos útiles, que son los que directamente impactan en la producción de quesos. Los componentes sanitarios de la leche, como células somáticas o unidades formadoras de colonias, también deben estar contemplados en los pagos que ya no pueden demorar en orientarse hacia la calidad”.
Es momento de dejar de ver monstruos en la cadena y de trabajar hacia adentro, para resolver situaciones escandalosas en cuanto a tuberculosis y brucelosis, atender a sectores que son castigados por la sequía, a promover el acercamiento de productores para la baja de costos y abrir alternativas de diálogo para la búsqueda de mejores acuerdos comerciales.
Fue 2024 un año de buenos precios y no hubo comunicados que lo reconocieran, aunque si inversiones en el sector que lo demuestran.
Es 2025 un tiempo de leer bien las variables y afrontar los desafíos, pero sobre la base de entender que cada tambo trabaja de forma diferente, para un sector industrial muy atomizado y un consumo que espera poder recuperarse una vez que el año formal tome velocidad, mientas la exportación se acomoda y se terminan estos tironeos inentendibles.