Los Adami rompieron el mito según el cual el tambo chico está condenado a quedar fuera del sistema productivo, vender sus vacas, maquinaria de ordeñe, bajar las persianas y alquilar el campo a un productor de mayor tamaño.
Marcos Adami, su hermana Betina y su madre Beatriz cuentan con poca tierra y pocas vacas, pero mucho entusiasmo y el mejor asesoramiento de los ingenieros del INTA y del Club de Buenas Prácticas Tamberas. Esto les permitió crecer en cantidad de animales, en niveles de producción y optimizar el funcionamiento de la fábrica de quesos que armaron en 2002, cuando la economía todavía estaba en crisis.
El tambo no está ubicado en ninguna de las grandes cuencas lecheras sino en Colon, Entre Ríos. Los Adamis son una más de las tantas familias de la región plagada de colonos, que disponen de unas pocas hectáreas. Ellos suman 50, en la que tienen las vacas y la fábrica.
“Es difícil crecer en superficie porque son todos campos chicos en la zona, de 20 a 50 hectáreas y no están en alquiler”, cuenta Marcos quien está a cargo del tambo. Su hermana se encarga de la fábrica y la madre de las cuestiones administrativas.
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Hace 20 años, cuando armaron la fábrica, contaban con 20 vacas que producían 18 litros diarios. En el tambo había 4 bajadas para el ordeñe y los quesos se vendían en la zona.
Pasaron los años y fueron sumando tecnología y productividad, gracias a la reinversión, el trabajo de la familia y el asesoramiento de profesionales. Hoy cuentan con 70 vacas en ordeñe, 8 bajadas, estabularon el tambo y además incrementaron la producción de quesos.
En promedio cada vaca le da 25 litros lo que significa un crecimiento del 40% con respecto a lo que producía cada una hace dos décadas. Por día industrializan cerca de 2.000 litros y se producen 250 kilos de diferentes tipos de queso, como el holanda (“El holanda saborizado que es lo que más sale porque estamos en zona turística”), el gouda o sardo bajo la marca Fra-Be-Mar que es la sigla de los tres hermanos: “Francisco que falleció, el de mi hermana Betina y el mío” explica Adami.
El productor aseguró que “hay rentabilidad tanto en el tambo considerado como eslabón como en el sistema integrado a la industria”, lo que derriba el mito de que es necesaria la escala para sobrevivir en la lechería.
Entre los cambios clave que puso en marcha Adami destacó el estabulado de las vacas. Como se sabe Entre Ríos es una zona con un régimen de lluvias alto y eso genera más barro que afecta al estado corporal de las vacas.
En el sistema de Dry Lote, las vacas están bajo techo cuentan con un sector con al frente cuyo piso es de cemento donde comen, y luego una base de tierra y pasto donde descansan.
“Con el estabulado se reduce la incidencia del barro en la calidad de vida de la vaca y en su productividad. Los ingenieros, entre los cuales quiero destacar a Walter Alberto Mancuso, del INTA Paraná, que me contó sobre el estabulado y gracias al cual conocí al Club de Buenas Prácticas Tamberas. Nos enseñaron que era muy beneficiosos que las vacas estén más tranquilas, sin estrés calórico, para que no sufran las incidencias negativas del clima, mientras más tranquila están más producen. Los ingenieros nos dicen que si la vaca está echada es porque está bien; si está parada, buscando, está intranquila”.
Con estos cambios en el manejo lograron mejorar la productividad y la rentabilidad en un tambo chico, pero además hay que tener en cuenta que producen su propio alimento y el fertilizante. El maíz es abonado con el guano que recogen de su granja avícola, lo que este año implica un ahorro muy importante al tiempo que “permite reducir la rotación, hacer maíz-maíz o maíz-avena”, indicó Marcos.
Los Adami están muy contentos y orgullosos con su tambo y su fábrica, y por eso piensan ir por más. “Hace dos años empezamos a inseminar y queremos mejorar la genética del rodeo. Si redujéramos la cantidad de vacas por el destacarte de las menos productivas el tambo tendría una productividad media de 30/32 litros por día, pero no podemos prescindir de esos animales, tenemos que ir haciendo un reemplazo a su tiempo para llegar a esos registros en 3 o 4 años más”, dijo Marcos.