“Nos enfrentamos a una tormenta casi perfecta”, definió Adolfo Franke sobre la situación por la que atraviesan los productores de carne de cerdo, que él representa desde la Asociación Argentina de Productores Porcinos (AAPP). Esta tormenta perfecta los llevó a pedir al gobierno la aplicación de licencias no automáticas para la importación de cortes, como la bondiola y el solomillo, que llegan desde Brasil a bajos precios que los perjudican.
Esos cortes son de los más consumidos en la Argentina y los que más ingreso generan a los productores, pues mejoran la integración de la media res. Pero según contó a Bichos de Campo el productor, desde hace meses se importan a un valor de 300 pesos por kilo, gracias al beneficio que tienen los importadores por el retraso cambiario (pagan sus compras a un dólar oficial de 100 pesos), cuando la carne local tiene un costo de producción de 500 pesos por kilo. Por supuesto que esa diferencia se la queda el importador o alguien en la cadena comercial y no llega al público.
La cuestión es que mientras tanto se inunda el producto en el mercado interno y limita la colocación de la oferta local y la posibilidad de vender a mejor precio también. Para tener dimensión del impacto basta decir que el volumen que ingreso en el inicio del año representa el 50% de la bondiola producida por los argentinos.
Escuchá al presidente de la AAPP:
Por eso los productores de cerdos pidieron las licencias no automáticas de importación. Al respecto, Franke dijo que ese pedido tuvo buena recepción de los funcionarios del Ministerio de la Producción, aunque está claro que el ingreso de ambos cortes responde a la política oficial que pretende ofrecer carne a bajos precios aunque el costo lo paguen los productores locales. Esa llave la tiene Roberto Feletti en Comercio Interior, un funcionario que parece tener más poder que los ministros del gabinete. También se relaciona con la recuperación de la producción china, que obliga a Brasil a derivar ventas a los mercados sudamericanos.
Por otra parte, el problema de excedentes que tiene Brasil -uno de los grandes productores globales de carne porcina- también lo sufre la Argentina, que había comenzado a vender carne de cerdo a China en 2018, pero que desde mediados del año pasado abandonó ese mercado, donde las ventas se redujeron a los subproductos.
Hay otros factores que alimentan esa tormenta. Uno claramente tiene que ver con la importante suba de los precios de los granos, el mayor insumo de la actividad.
“La producción de un kilo de carne de cerdo requiere de 2,8 kilos de alimento, de los cuales 65% es maíz y 30% son derivados de soja. Eso pega fuerte en rentabilidad. Con el maíz en 300 dólares por tonelada, la renta es muy ajustada para las empresas más eficientes y negativa para los productores más chicos. Por eso creemos que los precios de la carne tendrán que acomodarse, y que habrá algún traslado al valor en la góndola de la suba de costos”, explicó el dirigente.
Estas son las importaciones de carne porcina:
Hay otro factor que complica al sector y tiene que ver con la estacionalidad, ya que con la llegada del otoño y hasta fines del invierno se reduce habitualmente el consumo de cortes frescos y eso limita el ingreso de dinero a la cadena y también la posibilidad de aplicar aumentos en el valor del capón.
Franke confía que pronto haya buenas noticias, que el gobierno se haga eco del pedido de licencias no automáticas para la bondiola y el solomillo, y que también se hagan efectivos los créditos bancarios a tasa subsidiada que ya recibieron la aprobación del Ministerio de la Producción, pero no así del Banco Nación. Eso permitirá incrementar la producción local.
“Estamos en 2.000 millones de pesos (en créditos) que no efectivizaron aún, pero tenemos el certificado del ministerio de la Producción y en abril estaremos en 5 mil millones de pesos. Con eso se podría incrementar en 7 mil las cerdas productivas. Pero hay un problema: hay que darle rentabilidad al sector para aumentar producción”, advirtió Franke.