Como “Intifada” se conoce los levantamientos históricos de los palestinos de la Franja de Gaza y Cisjordania contra la dominación de Israel en esa zona. La “IntiFauba” es mucho más modesta y novedosa: Bien podríamos llamar así, casi como respetuosa humorada, el trabajo de un grupo de técnicos de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba) que viajó hacia Palestina a cooperar para mejorar la precaria ganadería local.
Cuenta la historia el sitio de divulgación de la propia universidad llamado Sobre la Tierra: “Una reciente visita de investigadores argentinos a Oriente Medio permitió conocer de cerca cómo trabajan técnicos, científicos y productores ganaderos en Palestina para mejorar las producciones de carne y leche, en una región con grandes limitaciones ambientales y conflictos políticos”, relató. Este intercambio apunta a difundir herramientas de mejoramiento genético y de reproducción para asistir a pequeños campesinos, que representan el 85% de la producción local de cabras y ovejas.
El viaje se realizó a comienzos de septiembre de 2018 en el marco de un proyecto del Fondo Argentino de Cooperación Sur-Sur y Triangular (FO-AR) del Ministerio de Relaciones Exteriores, a colicitud del Ministerio de Agricultura de Palestina. Es la segunda visita que realizaron científicos de la Fauba a ese país, ya que el primero fue en 2017. Los técnicos argentinos recorrieron institutos nacionales de investigación y extensión, como el National Agricultural Research Center (NARC), la estación experimental de Beit Qad, establecimientos productivos, plantas de procesamiento de alimentos y la Universidad Politécnica de Hebron.
“Si bien es un país que tiene explotaciones de avanzada, competitivas y de alta tecnología, en producción de carne y leche, tanto en lo que hace a bovinos como pequeños rumiantes, también existen otros pequeños productores, llamados beduinos, que poseen muchas limitaciones”, explicó Daniel Salamone, director del laboratorio de Biotecnología Animal de la Fauba e investigador principal del Conicet, quien participó de la comitiva junto con sus colegas Sebastián Munilla y Enrique Capdevielle.
“Por ejemplo, visitamos un tambo de primer nivel, muy tecnificado, con instalaciones que no había visto antes en la Argentina. Pero estos sistemas representan sólo un 15% de la producción de ese país. El 85% restante está en manos de pequeños productores que manejan majadas mixtas de cabras y ovejas”, agregó Munilla, profesor adjunto de la cátedra de Mejoramiento Genético Animal de la Fauba y también investigador del Conicet.
Según la crónica de viaje, estos productores cuentan con serias limitaciones, principalmente con respecto a la alimentación de sus animales (sobre todo durante el período seco, cuando deben comprar afuera el alimento que ofrecen al ganado) y al acceso al agua.
En cuanto a la genética ganadera, los investigadores destacaron que si bien los ovinos que utilizan en Palestina, principalmente de la raza Awassi, se adaptan muy bien a las condiciones ambientales, allí poseen índices de productividad muy inferiores a los que obtienen en Israel, donde utilizan la misma raza, pero con animales mejorados.
En efecto, mientras en Palestina las ovejas producen, en promedio, unos 60 litros de leche por lactancia y 1,1 corderos por parto, en el país vecino la misma raza puede obtener 200 litros por lactancia con tasas de 1,6 a 1,8 corderos por parto, según información del Ministerio de Agricultura palestino.
Por esta razón desde el Ministerio quieren poner en marcha un programa de mejoramiento genético para la raza, orientado en aumentar la producción de leche y la tasa de mellizos, a partir del desarrollo de una serie de centros donde se concentre el proceso de mejora y selección de los animales. Desde estos núcleos luego se buscaría llegar a los productores, sobre todo a los pequeños, con animales en pie o a través de la distribución de semen congelado.
“Para avanzar en un proceso de mejoramiento necesitan reproducir a los animales más adaptados para ese sistema. Además queremos cooperar con aspectos más básicos como el mejoramiento de la congelación de semen de cabras y ovejas para que puedan distribuir el material genético con una mayor facilidad en las poblaciones que carecen de mejora en sus animales”, explicó Salamone, quien también es profesor titular de la cátedra de Fisiología Animal de la FAUBA.
Si bien en Palestina los productores pastorean a sus animales sobre tierras públicas, la situación política de la región genera limitaciones. Gran parte de las rutas están bajo control israelí, por lo cual para el desplazamiento de los animales deben respetar sus normativas asociadas a la sanidad.
En este contexto, “la importación de material genético es compleja, aunque no imposible, porque en el tambo que visitamos importaban pajuelas de semen de toros lecheros importantes”, consideró Munilla, y subrayó: “Todos los países del mundo son estrictos en materia de control sanitario. Israel no es la excepción”.
Además, afirmó que “los productores poseen altos costos de producción atados en gran medida por la necesidad de abastecerse externamente de algunos de sus principales recursos: el agua y el alimento”. Estas limitaciones condicionan la competitividad de la ganadería palestina a la hora de querer exportar sus productos.