“Europa avisa que no comprará más soja ni carne proveniente de zonas deforestadas a partir de 2021”. El título del artículo de Bichos de Campo, si bien es correcto, me deja sinceramente con gusto a poco.
“Europa avisa que decreta la prohibición de expandir el área agropecuaria a nivel global”. Este me parece más apropiado, aunque todavía le falta un poco de fuerza.
“Europa se pasa por el traste el derecho soberano de las naciones elaboradoras de productos agroindustriales para gestionar sus recursos naturales” ¡Ahora sí nos vamos entendiendo!
Europa avisa que no comprará más soja ni carne proveniente de zonas deforestadas a partir de 2021
A veces a las noticias es necesario quitarles la “careta” para que no pasen desapercibidas entre tanta polución informativa. Porque, si bien nadie razonable discute la necesidad de preservar los ecosistemas naturales, la Unión Europea comunicó que dictará una norma que penalizará a productos agroindustriales –como carne vacuna o soja sudamericanas– provenientes de zonas deforestadas “con independencia de que sea legal o ilegal”, es decir, más allá de lo que determinen las legislaciones de los países de origen de la mercadería.
En el caso de la Argentina, por ejemplo, la “Ley de Bosques” (Nº 26.331) determina que existen zonas que, con la validación de las autoridades ambientales de cada jurisdicción, pueden ser transformadas para comenzar a producir bienes agropecuarios.
Pero la nueva norma de la Unión Europea, que entraría en vigencia el año que viene, introducirá en una “lista negra” a todas las tierras deforestadas a partir de 2021 para evitar que los productos provenientes de las mismas ingresen a su territorio.
En términos fácticos la norma implica una injerencia directa en la potestad soberana de las naciones de base agroindustrial, que encontrarían, por una evidente restricción comercial, serias dificultades para poder expandir la superficie agropecuaria.
Adicionalmente, la UE-27, a través de la nueva legislación, se reservará el derecho a poner a países en una “lista negra” cuando se detecten niveles de transformación de la tierra superiores a los aceptados por los criterios europeos.
Insólitamente, esa discriminación se implementará solamente contra proveedores de productos agroindustriales, pero no contra abastecedores de hidrocarburos, los cuales tienen una “huella de carbono” sustancialmente superior.
La realidad es la UE es una importadora neta de productos agroindustriales y que, sin los mismos, su cadena de suministros alimentarios colapsaría. La ventaja que tiene es que los proveedores de ese recurso crítico, lejos de estar organizados –como puede ser el caso de la OPEC–, se encuentran dispersos y compiten entre ellos, sin advertir, incluso a pesar de ser vecinos, como sucede en el Mercosur, la fortaleza que tendrían en caso de actuar de manera coordinada.
La mejor muestra de tal desorganización es que, mientras que la UE-27 informaba al mundo la implementación de la nueva barrera paraarancelaria, perdón, la nueva medida para proteger los bosques y los pueblos indígenas, en la LXI Cumbre del Mercosur, realizada ayer martes en Montevideo, los presidentes de Argentina y Uruguay hacían esfuerzos por mostrar mutuamente sus diferencias políticas. Es evidente que ninguno leyó el Martín Fierro de José Hernández.
Asumimos la presidencia pro tempore del MERCOSUR. Para enfrentar los desafíos de un mundo en donde se potencian las regiones, debemos solucionar las asimetrías del bloque.
¿Por qué no pensamos en lo que nos conviene como región? La solución no es que cada uno haga lo que quiera. pic.twitter.com/gPNI63rnNj
— Alberto Fernández (@alferdez) December 6, 2022
NO. Ustedes se pasan por el traste la conservación de la naturaleza.
Muy buena la iniciativa de los europeos.
Andá a comprar alimentos orgánicos, si es que te da el bolsillo.