La producción de leche está entrando en un ciclo diferente al de los últimos 2 años, en los cuales hubo buenos precios, costos de la alimentación bajos y rentabilidad.
Este año, el buen clima ayudó a que las vacas coman bien, lo que hizo crecer la oferta. Eso tiene su correlato en las industrias, que ahora pueden operar con más comodidad en el mercado y pujan los precios a la baja.
De hecho, el precio de julio -que fue de 475 pesos el litro- empató al de junio. El problema es que, en el medio, hubo una devaluación del 15% que incrementó los costos para los productores, ya que en la lechería no menos del 65% de la estructura está dolarizada.
Según los datos difundidos por el INTA, la renta se achicó de forma notable y los tambos chicos están perdiendo plata, y está claro con sólo ver lo que sucedió el mes pasado: El precio al productor fue de 475 pesos y el costo promedio se ubicó en 461 pesos.
Cabe señalar, igualmente, que eso no refleja la realidad de todos los tambos, ya que según el tamaño y su eficiencia el resultado es bien dispar.
Un reciente informe del Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA) indica que “entre marzo de 2024 y abril de 2025, la rentabilidad se mantiene en torno al 4%, con un pico de 5,8% en agosto de 2024”. Durante el pasado mes de julio, señalan desde la entidad, esa misma tasa cayó al 1,8%.
Cuando se desagrega según el tamaño, que en esta actividad sí importa, la cuestión es muy variada. “En el caso de los tambos chicos, que tienen un promedio de producción diaria de 1.761 litros en los modelos de INTA, para julio arrojan una tasa de rentabilidad negativa del 0,5%, por lo que el costo de producción se encuentra levemente por encima del precio percibido. Los tambos más grandes (8.830 litros por día) casi logran la tasa exigida de 5% al Capital Promedio Operado (4,3%)”, analizaron desde el observatorio.
Este cambio de escenario en cuanto a la rentabilidad de los tambos tiene que ver con varias cuestiones. La primera de ellas es que, lamentablemente, en Argentina producir más puede ser un problema, porque en la mayoría de las veces hay complicaciones comerciales que provienen de la falta de poder de compra del salario o de la baja competitividad exportadora.
En el caso de la lechería hay un poco de cada cosa. Según dicen los industriales, el consumo está bien abastecido y se banca absorber volúmenes grandes, pero se concentra en productos de bajo valor.
Respecto de las exportaciones, la realidad es que dependen mucho de la situación cambiaria y de los precios internacionales. Así lo indicó Ercole Felipa, titular del Centro de la Industria Lechera (CIL) a Bichos de Campo cuando señaló que se requiere de una competitividad sistémica que le dé sustentabilidad a las exportaciones y a toda la cadena.