Argentina tiene condiciones para crear varias compañías lácteas de alcance regional y al menos una gran corporación global. Pero en las últimas décadas el rubro lácteo fue más un dolor de cabeza que un motivo de alegría.
Un indicador clave para estudiar los problemas presentes en el sector es evaluar el nivel de endeudamiento bancario del mismo, cuyo ranking está encabezado por la empresa entrerriana La Sibila, dedicada fundamentalmente a exportar leche en polvo, con una deuda de 10.365 millones de pesos.
El segundo lugar es para la empresa santafesina Verónica, la cual, si bien refinanció buena parte de su deuda dos años atrás, actualmente cuenta –según los registros del Banco Central (BCRA)– con un endeudamiento bancario de 2191 millones de pesos, de los cuales 376 millones se encuentran en “situación 2” (con seguimiento especial).
El tercer lugar del ranking es para la cordobesa Noal, seguida por la filial local del grupo peruano Gloria y la santafesina Williner (Ilolay), que en marzo pasado logró reestructurar la mayor parte de su deuda hasta el 2026.
Luego siguen Helacor (Grido), Sobrero y Cagnolo (Cremac) y Ernesto Rodríguez e Hijos (Vacalin), que el año pasado experimentó un sobresalto financiero que fue rápidamente solucionado con recursos propios de la compañía.
El factor común de las empresas de capitales argentinos con un elevado nivel de endeudamiento es que todas, en algún momento de las últimas dos décadas, apostaron por el mercado externo y se encontraron con restricciones de diversa índole para poder exportar o bien con condiciones financieras que hicieron inviables el repago de los créditos tomados para financiar inversiones.
La contrapartida de ese fenómeno es que aquellas empresas lácteas que sustentaron su estrategia productiva y comercial en el mercado interno, como puede ser el caso de Barraza, Punta del Agua y El Puente, tienen todas un bajo nivel de endeudamiento bancario y, por supuesto, no tuvieron ni tienen que afrontar los problemas derivados de las múltiples barreras implementadas para restringir exportaciones.
Moraleja: los “perdedores” fueron aquellos que decidieron invertir para intentar competir con otras compañías en mercados externos, sin considerar que ninguna de las principales naciones de base lechera tiene la presión tributaria, las regulaciones y restricciones presentes en la Argentina (sin considerar la inestabilidad macroeconómica).
En lo que respecta a Mastellone Hermanos, una de las principales compañías lácteas argentinas, el nivel de endeudamiento bancario de la misma es prácticamente inexistente porque cuenta con el respaldo financiero de Arcor, una de las corporaciones alimenticias más importantes de Sudamérica. Recientemente, Mastellone Hermanos logró reestructurar de manera exitosa deuda dolarizada en Obligaciones Negociables (ON).
Agroempresas: Mastellone cerró canje de deuda y Arcor invierte para lanzar nuevo Bon o Bon