Darío Colombatto es docente de la cátedra de Bovinos de Carne en la Facultad de Agronomía de Buenos Aires (FAUBA), además de asesor de varias empresas ganaderas. Sabe en serio. Y todavía no entiende bien qué quiso hacer el presidente Alberto Fernández al cerrar las exportaciones. Considera que esa medida no dará resultado para bajar los precios internos de ese alimento por una sencilla razón: la carne que se exporta no es la misma que preferimos los argentinos.
“¿Qué? ¿Nos van a dar vaca vieja ahora? Tirá un pedazo de vaca vieja en el conurbano o en el barrio norte y vas a ver cuál es la reacción; te lo van a revolear por la cabeza”, dijo, contundente.
En diálogo con Bichos de Campo, Colombatto explicó que al cerrar las exportaciones no se permite colocar en el exterior algunas categorías ganaderas -como la vaca conserva o manufactura- que aquí no tienen casi demanda, porque son las hembras viejas y de descarte, flacas y desdentadas. En cambio países como China sí las han empezado a comprar en gran cantidad y pagan bastante por ellas.
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La solución de largo plazo a este tironeo entre mercado interno y exportación, para Colombatto pasa por “incrementar lo más que podamos la producción de la carne vacuna”. Pero advirtió: “Estas medidas justamente van en contra de eso”.
Para el corto plazo, recomendó “fortalezcamos la cadena del cerdo y del pollo, para que esas carnes les puedan llegar a la gente que realmente lo necesita y que no tiene la posibilidad de pagar un pesito más”.
Otra posible solución vendría por el lado de la baja de los impuestos que pagamos al comprar carne. “La carga de impuestos actual es bastante importante en la cadena de la comercialización. Ojo que no me estoy quejando de los impuestos productivos sino de la parte impositiva que le toca al consumidor, que es aquel que gasta 80% o 90% de sus ingresos en comida”, resaltó.
En ese sentido, opinó que aunque se limita solo a la carne vacuna, esta prohibición de exportar “le pega también a la cadena de la carne del cerdo y del pollo, porque les estás poniendo un precio tope a esas carnes sustitutas que dependen mucho más que la carne vacuna de los precios de los granos, que encima están caros ahora”.
Según Colombatto, el problema no siempre es el precio alto de la carne vacuna. “Al Presidente de la Nación le pasaron el dato de que estamos pagando lo mismo en dólares por la carne que en otros países y ese comentario no resiste ni el menor análisis, porque ya se sabe que la carne argentina es más barata que en otras partes”, resaltó.
¿Y entonces por qué cerró las exportaciones? Para el docente universitario, “es una noticia de impacto para agradar a ciertos sectores de la población”.
Pero el docente de la Fauba explicó que “si la idea es llegar a la población de riesgo, entonces no subsidien la carne en Recoleta, porque esos programas que armaban de 3.000 mil toneladas (de cortes baratos ofrecidos por los frigoríficos exportadores), que es lo que se consume en un día en Argentina, los hacían a través de los grandes supermercados que no están precisamente al lado de la gente de bajos recursos. Por ende, tratemos de focalizar mejor y en lugar de hacer esas medidas busquemos un plan de super pollo o con cerdo”.
“No le busquen por el lado de achicar la carne vacuna, porque romperán montones de industrias. Y lo peor de todo es que no se dan cuenta de eso y afectan el negocio de las carnes alternativas; es una tormenta perfecta”, reflejó.
La medida del Gobierno, de acuerdo al docente y asesor ganadero, “no ayuda a los productores porque les quita incentivos y expectativas. La ganadería es un negocio de ciclos muy largos donde hay que cumplir tiempos de crianza y también regulaciones de exportaciones; es un negocio de precio actual pero de expectativas a largo plazo”.
Para el consumidor tampoco será una buen medida de acuerdo con Colombatto. “Estás diciéndole que dentro de dos años habrá menos oferta de carne, porque el Gobierno quita las expectativas de llegar a un novillo más pesado, y además, lo que se estaba exportando era una vaca de categoría de descarte para lo que es consumo interno, pero que era mucho mejor paga en los mercados externos, básicamente China”, manifestó.
“Si exportamos cortes más caros podríamos ofrecer los llamados cortes ´parrilleros´ más baratos al mercado interno”, añadió el experto, que lamentó: “Con esta medida hay un montón de trabajo que se pierde en inversión en pasturas a campo, y en la sanidad que conlleva hacer un novillo de 480 kilos. Mayor producción es mayor trabajo en toda la cadena”, explicó.
“Tenemos otras formas de mejorar esto; por una uña encarnada no vamos a amputar un brazo; por un problema de 10 empresas (que subfacturen) no podemos romper toda una industria”, concluyó.