El tambo que la reconocida familia Luberriaga abrió en Los Toldos hace tres generaciones está al borde del cierre más que nada por la ineptitud y la desidia de los funcionarios públicos, que a veces no solo no hacen las cosas sino que tampoco dejan que otros las hagan.
En ese establecimiento hay 450 vacas en ordeñe que producen 14.000 litros diarios de leche que se industrializan en su totalidad y se transforma en quesos gouda, bajo la famosa receta de los holandeses de Los Toldos. La empresa Los Lube también se encarga de la distribución y comercialización de la mercadería.

Valentina Luberriaga forma parte de la cuarta generación de la familia. Su abuela llegó desde Holanda a los 18 años y después de muchos años de sacrificio familiar logran comercializar sus quesos. Ella, descendiente directa de los holandeses que se instalaron al lado del Monasterio de Los Toldos (que se hizo muy conocido porque allí vivía el curita Mamerto Menapace), se casó con el vasco Luberriaga y juntos armaron su tambo y fábrica de quesos con el lema “generar fuentes de trabajo”.
Esta tradición quesera corre riesgo de haber llegado a su fin más por la ineptitud y desidia de los funcionarios que se fueron sucediendo en las gestiones provinciales, que por culpa del clima.
Valentina se lo dijo en la cara la ministra de Seguridad Patricia Bullrich el sábado pasado, pues ella fue una de las que dejó su testimonio. En esa ocasión manifestó que su empresa, el trabajo de sus 35 empleados y el sustento de sus familias, corren serio riesgo: “Esto es una lenta agonía” señaló.
Sucede que el agua les tapó casi todo el campo y les llevó puesta la superficie destinada a la producción de los forrajes necesarios para hacer las reservas que necesitan para alimentar a las vacas el año que viene. Sin ese insumo clave la continuidad del tambo está en serio riesgo.
La joven productora de leche explicó que “la situación se agravó por la rotura y el tapado de alcantarillas en el camino vecinal San Francisco, por donde cruza el canal San Emilio Sur y que, por falta de mantenimiento provocó la retención del agua en la propiedad”.
Luego contó que “en varias ocasiones propusimos hacernos cargo de la reparación y cambio de las alcantarillas, porque teníamos las posibilidades económicas y porque sabíamos que cuando lloviera más de la cuenta nos íbamos a ver perjudicados. Era más barato prevenir que curar, pero desde la Autoridad del Agua nos dijeron que no”, resumió la joven.
No hubo demasiadas explicaciones, simplemente fue una negativa que este año -con el regreso de las aguas y los canales sin mantenimiento- los deja al borde del cierre.
El problema, según describió, es que “el puente funciona como represa, ya que del otro lado el terreno está un metro más abajo y entonces el agua no corre”.
“Estos son campos de aptitud agrícola media y cuando el agua baje van a pasar varios años hasta que se recupere su calidad y fertilidad”, lamentó Valentina.
El campo cuenta con tres accesos: uno de ellos construido por los propios propietarios durante épocas de sequía, con escoria y en condiciones que permitían el ingreso. Sin embargo, todos ellos se ven afectados en momentos de lluvias intensas. Especialmente problemático es el puente que cruza el canal San Emilio Sur, que funciona más como una represa que como un camino de paso. A pesar de su reciente reparación, impide que el agua evacúe correctamente, provocando un acumulamiento que deja el campo en una situación de emergencia.
La falta de mantenimiento y la ausencia de obras de regulación han convertido la situación en insostenible. Alcantarillas rotas, caminos intransitables y canales que se colapsan con cada lluvia hacen que no puedan acceder a las máquinas ni realizar tareas agrícolas, poniendo en riesgo la actividad del tambo. La creciente cantidad de agua corre el riesgo de arruinar no solo la alimentación del ganado sino también décadas de inversión y trabajo familiar.

El año pasado, los Luberriaga se enfrentaron a una sequía severa que retrasó la siembra de maíz. Ahora, en un giro irónico, la excesiva cantidad de agua los deja sin posibilidades de seguir produciendo en igual medida.
“La situación es desesperante, y la necesidad de una pronta solución se vuelve impostergable. Nosotros pagamos los impuestos como corresponde, lo que pedimos es que se de la prestación correspondiente, pero eso no sucede y tampoco nos dejan hacerlo a nosotros”.
A pesar de pagar impuestos y cumplir con sus obligaciones, los propietarios sienten que permanecen invisibles ante la falta de acciones concretas. La crisis, que ya lleva meses, no puede seguir prolongándose para la firma Los Lube, pues cada día que pasa, la recuperación será más difícil y costosa.






Nicolas Razzetti, sabes cuántas personas diariamente quedan en la calle gracias a este gobierno que el campo apoya? Váyanse a cagar… Que se fundan