La familia Chiavassa maneja un tambo de ultimísima generación, que cuenta con un rodeo de 1700 vacas en ordeñe. Con ellas producen 65.000 litros diarios, a razón de unos 38 litros por vaca. Si bien podrían ser más, resignaran calidad resulta para ellos algo innegociable.
Todo eso sucede en una superficie de 1750 hectáreas, donde se produce también forraje. De ese total, 950 son propias y el resto alquiladas, y todas son por igual de muy alta productividad.
Fue en 1924 que Domingo Chiavassa, el bisabuelo de la familia, arrancó con la producción lechera bien desde abajo, cuando llegó al país desde Italia. En ese primer tambo se ordeñaban vacas Shorthorn, y estaba ubicado a sólo 5 kilómetros de Carlos Pellegrini, en la provincia de Santa Fe, donde ahora está radicada la empresa.
La empresa acaba de cumplir 100 años de actividad y desde aquellos inicios a esta parte no dejaron de invertir en la producción de leche. En todo ese tiempo, nunca saltaron a otras actividades, salvo este año cuando decidieron invertir en la actividad porcina al instalar un criadero para 12.000 madres.
El abuelo materno (que acaba de cumplir 99 años) y el papá de Cristian cambiaron de raza, y arrancaron con la producción de vacas holando argentino.
Hoy la firma está conducida por los padres de Cristian y sus hermanos. Todos tienen los pies metidos en el mismo plato ya que su padre les inculcó la importancia de estar asociados para crecer. Y no se equivocó porque ese plato cada vez es más grande.
“Tengo a mi abuelo materno vivo y muchas veces le cuento lo que estamos haciendo en materia de sensores, medidores de leche, identificación electrónica, puertas separadoras, drones, imágenes satelitales. Es impresionante estar con una persona que vivió 99 años y que te cuenta cómo era la vida en aquellos años”, dijo a Bichos de Campo Cristian Chiavassa, que maneja el establecimiento junto con sus padres y sus hermanos Soledad, Cristóbal y Rocío.
En aquellos años las llamadas telefónicas eran por operadora y pocas veces llegaban a buen término. En las últimas décadas todo cambió, con un ritmo especialmente acelerado en los últimos años.
“Soy muy optimista y creo que estamos viviendo una de las mejores épocas de la humanidad en materia de conectividad, de creación, de innovación. Y ahora se suma toda la era de inteligencia artificial que empecé a estudiar y ya tenemos aplicaciones de este tipo en la empresa”, señaló Cristian.
“Por ejemplo, todo lo que es el monitoreo de animales se realiza con unos collares con sensores que miden la actividad, la rumia, el jadeo de las vacas. Todos esos algoritmos que sirven para interpretar los patrones de los animales y predecir una sintomatología muchas veces 3, 4 o 5 días antes que se presente. Todo eso funciona con inteligencia artificial”, explicó a continuación.
Además están haciendo testeos con una startup irlandesa que provee una tecnología que interpreta imágenes y permite detectar cuando una vaca está comenzando a tener problemas como, por caso, una cojera.
Chiavassa estuvo recientemente en Panamá, en el congreso de la Federación Panamericana de Leche (FEPALE), donde pudo explicar los beneficios de la incorporación de tecnología en el bienestar animal.
Allí contó, entre varias cosas, que poseen “monitoreados 2.400 animales, pero que sólo se necesita trabajar con 20 de ellos por día, a los que detectamos con la ayuda de todas esas tecnologías. Eso hace más eficiente el trabajo de la gente y que se le preste atención sólo a las vacas que requieren ayuda. Pero lo más interesante de todo es que al otro 99% de los animales no se los afecta ni se les reduce el tiempo para ir a descansar, para ir a socializar entre ellos, para comer, para tomar agua. Eso, a su vez, se traduce en mayor bienestar de todo el rodeo, lo que directamente impacta en la eficiencia de conversión del alimento a leche e indirectamente en la huella de carbono, porque la cantidad de emisiones que generan por litro producido bajan”.
La incorporación de tecnología, escala y productividad fue una constante en la historia de la empresa, y se afianzó en las últimas décadas. En 2002 su padre armó un dry lot, un espacio bajo techo y sector que mejora la calidad de descanso de las vacas que están protegidas del clima.
Otra incorporación tecnológica que destacó Cristian la que hicieron en 2010 cuando compraron una nueva sala de ordeñe rotativa para 1.200 vacas por día.
En 2013 su padre viajó a Israel y trajo la idea de armar “galpones de cama caliente o galpones de cama de compost, en donde hay un área libre para que la vaca se pueda manifestar, socializar y moverse libremente, con la ventaja que está techado y con ventiladores, y así se puede controlar mejor el ambiente para que la vaca esté más confortable”.
Esa infraestructura, contó el empresario, “termina siendo una solución muy interesante para la cuestión de los efluentes. Cuando vos concentrás animales y empezás a tener gran cantidad de efluentes en espacios reducidos, en esos espacios vos podés mezclar, por ejemplo, cáscara de maní. Eso se remueve dos veces por día y, sumado a la ventilación, termina generando un compost o un fertilizante orgánico de alto valor. Con el llegamos a los campos donde producimos los alimentos para la hacienda, que luego se transforma en carne, en leche. Es un abono orgánico y así generamos una economía circular”.
Chiavassa dio cuenta de que la producción de la empresa es en cantidad y calidad. “Por día hacemos 38 litros por animal. Es una leche de 4,20% de grasa, 3,50% de proteína, tenemos menos de 100.000 células somáticas, menos de 15.000 unidades formadoras de colonias, es una leche de primerísima calidad. Apuntamos a una leche alta en sólidos. Si hiciéramos una leche de 3,40% de grasa, 3,20% de proteína, podríamos estar sacando 42 litros de leche por vaca al día. Pero por cuestiones comerciales estamos haciendo este tipo de calidad de leche y, hoy en día, otro dato importante es que de las 1.700 vacas que ordeñamos, 1.000 están en galpones de compost y las otras todavía están en corrales a cielo abierto”, señaló.
“Hemos reinvertido el 90% de las utilidades en el tambo y por eso entre 2009 y 2022 crecimos casi 450% en litros producidos. Hacíamos 12.000 litros por día y hoy 65.000”, dijo el empresario, que afirmó que de igual forma no se duermen en los laureles y van por más. “El próximo paso es hacer una nueva sala de ordeñe para 3.500 vacas. Estamos convencidos de que es el camino para progresar, para generar desarrollo en el interior del país y también porque nos apasiona”, sostuvo.
Por otro lado, Cristian se refirió a cómo ve al sector lechero y cómo considera que evolucionará.
“Yo creo que la realidad te puede gustar o no gustar, pero lo que uno no puede hacer es negarla. Si no hubiéramos tomado ninguna decisión respecto nuestro modelo de producción, probablemente hoy el tambo estaría cerrado. Cuestiones como la escala son una tendencia mundial porque es lo que te permite hacer inversiones y atraer al mejor talento posible, para buscar soluciones interdisciplinarias a la complejidad que tiene nuestro negocio”, indicó.
“Muchas veces la gente viene y nos dice que nos va bien porque somos una empresa grande. Pero esto es como si fuéramos una cooperativa familiar. Mi papá en su momento nos podría haber dado un pedacito de campo a cada uno pero nos incentivó a seguir juntos. Si no lográs tener escala en la industria agropecuaria tenés altas chances de quedar fuera del negocio porque no tenés acceso al crédito, no tenés talento que te desarrolle el negocio y no tenés eficiencia. O bien podés buscar un esquema asociativo donde siempre el camino es más difícil y a más largo plazo”, añadió luego. Por eso los Chiavassa invirtieron en un criadero de cerdos en Isowen.
“Creo que necesitamos abrir la cabeza y entender que si no nos asociamos como productores para lograr escala y eficiencia difícilmente podamos lograr solos el crecimiento que hay que lograr para seguir en el negocio”, sostuvo en este sentido.
Ellos eligieron la actividad porcina y desestimaron avanzar en el eslabón industrial de la cadena lechera aun cuando ya cuentan con una importante cantidad de materia prima para elaborar. Prefirieron eso a escalar en otro eslabón de la cadena lechera.
“En la industria láctea lo que uno ve es que si se quiere ir por derecha, como corresponde, sin evasión fiscal y con productos con la calidad, que es lo que nos gusta hacer, te encontrás que uno tiene un margen de no más de un 7%. Hoy nosotros con el volumen de producción que tenemos logramos mejores márgenes que eso. Y agregale a eso que hay una conflictividad sindical alta en el sector. La idea era diversificar el negocio. Isowean tenía desarrollado hace años el know-how, y así nos ahorramos 25/30 años de experiencia al trabajar con ellos”, concluyó Chiavassa.
ESTE SI QUE ES UN VERDADERO GR0SSO! FELICITACIONES!!!