Algunos analistas del mercado ganadero ya escucharon el anticipo de las cifras oficiales de faena de bovinos de 2020, que el Ministerio de Agricultura debería oficializar en las próximas horas. El dato es apabullante, por cuanto se han sacrificado 14,2 millones de cabezas el año pasado, de las cuales el 56% fueron machos. Muestra la solidez actual de la actividad ganadera.
En criollo, para dar respuesta a la alta demanda de carne vacuna, la Argentina envío al matadero en 2020 una cifra muy alta de bovinos. Pero a diferencia de la última vez que sucedió eso y se superaron las 14 millones de cabezas de faena, esta vez la participación de las hembras se mantuvo en valores muy razonables del 44%. En consecuencia, se aseguró una buena oferta sin poner en riesgo la fábrica de nuevos terneros.
Extraoficialmente, la cifra de 14,2 millones de animales faenados implica una considerable suba respecto de las 13,82 millones de cabezas procesadas por la industria en 2019. El salto fue del casi 400 mil cabezas, algo más del 3%.
Pero el dato más significativo es la distribución entre ambas y machos en dicha faena, que servirá para mantener la capacidad de reacción de la ganadería en el nuevo ciclo 2021, y más allá de lo que pueda suceder con la sequía. Y es que la participación de las hembras en esa faena se redujo cuatro puntos porcentuales de un año a otro, bajando de casi 48% al 44%. En los machos, obviamente, el recorrido fue el inverso, con una suba en su participación del 52 al 56%.
La Argentina ya había logrado superar una faena de 14 millones de cabezas en tres años consecutivos, entre 2007 y 2009. El récord fue incluso de más de 16 millones de bovinos ese último año 2009. Pero en aquel momento tal oferta de hacienda a los mataderos se explicaba en un clarísimo proceso de liquidación de hembras como fruto de las intervenciones que Néstor Kirchner y su secretario Guillermo Moreno realizaban sobre el mercado de carnes, limitando las exportaciones para que dentro de la Argentina la carne fuera más barata.
Pero la carne en el mercado interno llegó a ser tan barata que en dicho lapso histórico no hubo rentabilidad para los ganaderos, en especial los criadores, que entonces se desprendían de sus stocks de madres. De allí una liquidación demencial de vientres, que hizo que la Argentina perdieran cerca de 8 millones de vacunos en un lapso de tiempo muy corto. En 2010, en rigor, ya sin oferta la faena retrocedió del récord de 16 millones de animales a solo 11 millones.
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De 2009, el año de la gran liquidación, proviene además el último récord de producción de carne vacuna, con 3,27 millones de toneladas, de las cuales se exportaron 660 mil toneladas, el 19% del total producido. Un año después, esas exportaciones cayeron a la mitad y con el correr del tiempo la participación de las exportaciones se redujeron a un mínimo histórico del 6%.
Diez años después, en 2019, aunque la faena fue menor a 14 millones de cabezas, la producción de carne se aproximó a 3,15 millones de toneladas y las exportaciones habían llegado al récord de 845 mil toneladas, el 27% del total.
En lo que va de 2002, entre enero y noviembre, la producción de carne vacuna había sido de 2.897.699 toneladas, por lo que se presume llegaría a 3,15 millones de toneladas al cabo de este año. Pero las exportaciones cerrarían por arriba de las 900 mil toneladas y su participación en el total rozará ahora el 30%. La diferencia es que el consumo interno se ha debilitado y su ubica en el balance anual cerca de los 50 kilos anuales per cápita.
Y la otra diferencia es que no hay ningún funcionario, al menos por ahora, cacareando para imponer precios baratos de la carne. e interviniendo en el negocio de la exportación de carne. Y que por eso los productores han podido recibir un retorno económico adecuado para mantener y elevar sus niveles de producción y a la vez preservar su patrimonio ganadero, cuidando su stock de hembras.