El confinamiento golpeó de lleno a la economía argentina con una caída récord de la actividad en el semestre comprendido entre marzo y agosto. Lógicamente el contexto no es ajeno a la industria láctea, que arrastra un derrumbe ininterrumpido de diez años. Según cifras oficiales, sólo las ventas por “Gastronomía y Hotelería” cayeron un 34% entre marzo y junio.
En tanto, un informe de la consultora Claves indica que la producción de leche fluida en 2020 será la más baja de la última década, con una pérdida de 33% en relación con 2010, mientras que la producción de yogur llegará a las 357.025 toneladas, lo que implicará un derrumbe del 27% en comparación con la década pasada.
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Una de las empresas golpeadas por la crisis es la rafaelina Ilolay, dueña de tres plantas ubicadas en el corazón de la cuenca lechera argentina. La compañía ya arrastraba problemas de facturación pre pandemia, pero el confinamiento le dio un golpe extra.
No pudiendo trasladar la inflación de sus costos a los precios de venta de sus productos (situación que empeoró a partir de la fijación de precios máximos sobre la canasta básica) y con pérdida de rentabilidad operativa, la compañía se vio obligada a buscar apoyo externo en el grupo Finanzas & Gestión para encarar una reestructuración financiera.
De esta manera la láctea emprende un camino en el que achicaría su estructura y trataría de renegociar deudas con proveedores y bancos.
Otra de las noticias de la semana vino de la mano del Grupo Motta ya que el presidente de la Nación, Alberto Fernández, visitó las instalaciones de la empresa productora de pollos.
Lo hizo en el marco de la ampliación de instalaciones que está llevando adelante la firma que le permitirá aumentar hasta un 50% la producción a partir de 2021, y cuya producción estará destinada principalmente a exportación.
Además, la obra permitirá incrementar un 30% el personal, de los 700 actuales que tiene el grupo.
Héctor Motta, el presidente de la empresa, fue quien acompañó al presidente durante la recorrida y aprovechó para dialogar sobre los inconvenientes que hoy tiene la agroindustria argentina para exportar. Entre las cosas que remarcó se destaca la necesidad de que bajen los derechos de exportación para ganar competitividad en los mercados externos.
Motta es un apasionado del agregado de valor y a pesar de los vaivenes económicos de la Argentina apuesta a continuar creciendo de la mano de una inversión de alrededor de 20 millones de dólares.
El empresario habló también con el Presidente de la necesidad que los productores puedan acceder a créditos convenientes y que la única salida para el crecimiento de la economía argentina es de la mano de la exportación de productos con mayor valor agregado.
Alberto Fernández tomó nota pero por el momento los planes para la agroindustria continúan brillando por su ausencia.