Tito Cimarosti bromea: dice que sus hijos son tantos que no los conoce por el nombre sino que los llama como “hijo uno”, “hijo dos”… y así sucesivamente hasta “hijo cinco”. Ahora que se han ido casi todos de la casa familiar, Tito se refugia en la mirada cálida y tierna de Mabel, su gran amor en la vida. Juntos, a la tardecita, lavan los platos de los comensales que pasaron por su restorán, llamado “El Gringo Viejo” y ubicado a poco más de 6 kilómetros de Coronel Suárez, en la zona rural.
Se nota a la legua que Mabel es la que mejor contiene a Tito, la que lo escucha todo lo que se puede escuchar a un hombre al que le gusta mucho hablar, contar experiencias e historias familiares, al que le gusta relatar el color y sabor de cada comida. Mabel es además quien se ocupa de alimentar a un puñado de ovejas Pampinta, que se le acercan cada tarde a recibir sus raciones. Tito cuenta -porque todo lo cuenta-, que cierto día Mabel se operó y tuvo que dormir en una clínica. Fue solo una noche, pero Tito huyó despavorido porque no podía soportar tanta soledad. Fue a visitar a “hijo uno”.
El restorán italiano de Tito y Mabel abre solo por encargo, para grupos selectos que quieren darse una panzada, de comida y de conversaciones. El menú preparado por Tito y por Mabel incluye el tradicional antipasto, un primer y segundo plato (usualmente pasta y carne al horno de barro) y postres de toda calaña. Todo regado por mucha charla, mucha charla, y buen vino. Las horas se pasan rápido en esa pequeña chacra de 46 hectáreas.
Mirá la entrevista con Tito Cimarosti:
“Soy un pequeño productor, pero no podría vivir estrictamente del campo. Por tradicional familiar soy también cocinero. El restorán nos ayuda, no solo a tener un ingreso mayor sino fundamentalmente a tener la posibilidad de relaciones humanas”, explica a Bichos de Campo este otro integrante del grupo Las Cortaderas de Cambio Rural, al que hemos vivitado semanas atrás. En ese programa del INTA se agruparon varios emprendedores de este partido bonaerense que brindan servicios de turismo rural, en diferentes modalidades.
En sus 46 hectáreas el matrimonio tiene 26 vacas y un toro, más las ovejas de la raza creada por el INTA Anguil. El restorán lo abrieron hace 14 años “para complementar ingresos” detrás del sueño de vivir en el campo con Mabel. “Desde el día que nos pusimos de novios pensamos en determinadas pautas que marcarían nuestro estilo de vida: no atarnos demasiado a las cosas, tener una familia grande y, en una etapa final, venir y estar juntos en el campo”, nos explicó Tito, que heredó la buena costumbre de cocinar de su abuelo, que la adquirió preparando los platos para todo un regimiento durante la primera guerra mundial.