Con casi 25.000 productores y alrededor de 4.800.000 cabezas, Corrientes se ubica entre las provincias más importantes de la actividad ganadera. Lo llamativo es que donde pisa fuerte es en el sector primario, con la cría y recría, pero no ha podido casi nunca reforzar su cadena para vender directamente carne, con mayor valor agregado, a los mercados del extranjero.
Esta situación no es nueva. Uno de los referentes del gremialismo rural de la provincia, Miguel Guenaga, asegura haber escuchado estas quejas por la falta de un frigorífico exportador en la provincia en los últimos 25 años, pero considera que la mejora paulatina de la macroeconomía -como se ve desde hace unos meses- les puede dar por fin la derecha.
De hecho, el gobernador Gustavo Valdez acaba de decir que su gestión trabaja en la posibilidad de abrir una planta con tránsito federal y capacidad de exportar. La última experiencia en ese sentido fue un fiasco, cuando un grupo chino de dudosos antecedentes intentó rehabilitar el viejo frigorífico Tomás Arias.
“La provincia de Corrientes está esperando la inversión del privado para acompañarla”, aseguró el presidente de la Asociación de Sociedades Rurales de Corrientes en una entrevista con Bichos de Campo.
Si hoy los productores de la región venden terneros con bajo valor agregado a Entre Ríos, Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y La Pampa es porque no hay incentivos ni eslabones consolidados para que el engorde y la terminación a corral sean rentables. Para eso se necesitan frigoríficos exportadores, es decir, un rama industrial que le de competitividad a la actividad correntina.
De hecho, el tren ya pasó una vez. Guenaga lamenta que cuando hubo empresarios que quisieron invertir en la provincia e instalar sus frigoríficos allí, la situación macroeconómica era complicada, ya que no se podía exportar muchos cortes y los costos eran elevados.
Mirá la entrevista completa con Miguel Guenaga:
El equilibrio en la “macro” que logró el Palacio de Hacienda ha recompuesto esa estructura parcialmente, pero el ruralista insistió en que aún es necesario avanzar con la baja en las presiones tributarias así se incentiva la actividad de toda la cadena de valor.
En paralelo, desde hace algunos años rige en Corrientes el impuesto a la mera compra, que es un tributo -de los pocos que tiene el sector- que grava a los animales vendidos a otras provincias. “Todo lo recaudado va para la industrialización de la carne”, explicó el ruralista, que el fondo se utiliza en forma de subsidios y créditos para impulsar la actividad de frigoríficos y matarifes provinciales.
Un impuesto a la compra, asegura Guenaga, no genera pérdida de competitividad para el sector, ya que el 50% queda a cargo de la casa consignataria y la otra mitad lo costea el comprador.
Para un sector productivo muy anclado en el sector primario, que suele tener menos rentabilidad, esperar por cambios estructurales suele ser complejo. En su caso, deben aguantar un ciclo biológico muy largo, de no menos de 18 meses entre la preñez y el destete, y generalmente no conjuga con el vértigo con el cual suele avanzar la política.
“Desde que preñaste la vaca hasta que parió, podés tener varios cambios grandes en el camino”, observó el ruralista.