Pocos quieren hablar sobre lo que pasó con los precios de la carne y de la hacienda en 2020 por el temor que existe a más intervenciones oficiales en los mercados agropecuarios. La verdad es que el pasado, con la pérdida de más de 10 millones de cabezas entre 2006 y 2009, respalda esa sensación. En rigor, este jueves se abrió una nueva negociación con la industria frigorífica exportadora: el gobierno le pidió que venda barato hasta una docena de cortes en el mercado interno.
El punto aquí no es remover el pasado ni el peligro de intervenciones sino dar cuenta de lo que pasó en 2020 con la cadena de la carne vacuna.
El dato duro entonces dirá que los precios de la carne vacuna entre diciembre pasado y el mismo mes de 2019 aumentaron 75%, según la última medición en supermercados y carnicerías publicada por el IPCVA (Instituto de Promoción de la Carne Vacuna).
Lo mismo pasó con los valores mayoristas de la ganadería. Prácticamente la misma suba de precios se registró en la hacienda. Los novillos aumentaron 75%, los novillitos un 72%, las vaquillonas el 71%, y las vacas lo hicieron entre 100 y 120% dependiendo de la categoría (si es para elaboración de conservas o para consumo humano directo).
Es también cierto que la mayor parte de esa suba se dio en el último bimestre del año y que en los meses previos los valores fueron lo suficientemente bajos, como para que los feedloteros perdieran mucha plata, hasta 8 mil pesos por animal enviado a la faena y que poco pudieron aprovechar la mejora.
La suba que tuvo la carne vacuna y la hacienda se explican sobre todo por el interés del consumo interno. La crisis económica profundizada por la pandemia golpeó a los salarios y aumentó la desocupación, pero el consumo de carne sigue vivo: el argentino quiere comer carne y mucha de la plata que no pudo gastar en ropa, artefactos o entretenimientos, la volcó a la carne vacuna.
Si en el año este alimento aumentó 75%, hasta noviembre la suba había sido del 54%. O sea que la mayor parte del incremento de los precios se concentró en el último mes del año. Coincidió con la llegada del calor y la flexibilización de las restricciones a los movimientos sociales. Esto implicó también la posibilidad de reuniones sociales o de salir a comer a una parrilla o restaurante. Juntarse en un asado.
Según el documento del IPCVA, el precio promedio de cierre de esta estadística fue de 157,42 pesos por kilo de pollo, 408,20 pesos por kilo de cerdo (pechito de cerdo), y de 529,13 pesos para el promedio de la carne argentina.
En esta ola de aumentos, claramente la más beneficiada fue la carne vacuna. Por lejos sigue siendo la preferida por los argentinos. El asado, corte más popular, terminó el año en 560,97 pesos por kilo, con una suba de 93%, de la cual el 29% se concentró entre noviembre y diciembre.
Según la medición del IPCVA, la carne avícola subió 58% en 2020 y de esa suba nada menos que 20% se concentró en diciembre, lo que da cuenta de que las empresas productoras de pollos no pueden ya cumplir con los precios a los que los obliga el gobierno a través de la Secretaría de Comercio Interior. Lo vienen diciendo: la suba de sus costos productivos ha sido de más del 80%, al menos en el caso de los granos.
Mientras tanto, la carne de cerdo -que tuvo un invierno que asustó a los productores-, terminó el año con una suba (¿moderada?) del 59%.
En definitiva, las tres carnes más consumidas le ganaron por varios puntos a una inflación general, que sería de un 40% aproximadamente. Esto porque la demanda interna quiere consumir carne, más allá de que en el caso de la vacuna el consumo aparente haya caído a 50 kilos, que fue casi lo mismo que en 2019.
El consumo local cuenta con 50 kilos de carne vacuna, otros casi 50 kilos de pollo (según la medición de los frigoríficos del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas) y otros 18kilos de carne porcina (de acuerdo a la medición también de los privados). Esas cuentas se sacan en base a faenas que no contabiliza el Senasa por no tener tránsito federal y en muchos casos por no ser formales.
Lo mismo sucede con la carne ovina, el Estado dice que se consume 1 kilo anual per cápita de cordero, pero los privados cuentan no menos de 2 kilos.
Así, la demanda acumulada se ubicaría cerca de 120 kilos por habitante y año, nada menos, que es casi la misma que la del año pasado y los precios “eppur si muove” gracias a lo que para la cadena debería ser una gran noticia y el festejo de tener al cliente más fiel de su lado.