Los debates acerca de la reconfiguración de los sistemas alimenticio vienen atravesando al sector agropecuario desde hace tiempo. La creciente demanda de información por parte de los consumidores sobre qué se consume, cómo fue producido y su impacto en el medio ambiente son algunos de los ejes que hoy marcan la agenda alimentaria en Argentina.
Con eso en mente, el portal Expoagro Digital convocó a especialistas para discutir la forma en que los argentinos se alimentan y hacia donde apuntan las nuevas tendencias. El encuentro estuvo moderado por Fernando Vilella, Director del Programa de Bioeconomía de la UBA, quién había adelantado que “estamos en un contexto donde la nutrición en Argentina está muy desbalanceada.”
El primer exponente fue Sergio Britos, licenciado en Nutrición y profesor de la UBA y de la Universidad Nacional de Entre Ríos. Brindó en el comienzo una serie de datos para entender el contexto actual: un 16% de los niños menores de 17 años tiene inseguridad alimentaria severa; más de 25 millones de argentinos tienen sobrepeso y algún familiar con enfermedades crónicas producto de la dieta; sólo el 11% de la población tiene una calidad de dieta buena.
“Tenemos un problema importante en relación a micronutrientes en la dieta. Al menos en nuestro país tenemos un déficit muy importante de Vitamina A, C, D y calcio. Hay un bajo consumos en frutas, hortalizas, legumbres y lácteos, en un contexto en el cual en los últimos tres años los precios de los alimentos crecieron por encima de la inflación general”, señaló Britos.
¿Cuál es el camino a seguir? El licenciado consideró que sin una política y educación alimentaria definidas será difícil recomponer una dieta que se encuentra “en franco deterioro”. Sin embargo sostuvo que discusiones como las del etiquetado frontal de alimentos pueden ser una puerta de entrada para estructurar políticas públicas e impulsar nuevos modos de producción.
“Hay que aumentar el consumo de aquello que está en déficit y paralelamente disminuir aquello que consumimos en forma excesiva. Hay que hacer mucho más en materia de educación alimentaria”, concluyó.
El segundo disertante fue Agustín Belloso, co fundador y CEO de Tomorrow Food, una empresa dedicada a la producción de productos basados en proteínas vegetales.
“Creemos que en estos nuevos escenarios de la alimentación, este tipo de proteínas tendrán un rol importante porque ayudan a enfrentar dos desafíos que tenemos por delante: cómo producir más y mejores alimentos para una población sustentable en aumento -consumidores conscientes con mayor información- y cómo producir de cara al cambio climático”.
En este sentido explicó que las legumbres son útiles a la hora de buscar secuestrar carbono y destacó que existe una gran potencialidad en la innovación tecnológica con proteínas vegetales.
“Nos motiva el potencial que tiene la región. Lo que queremos lograr de acá a diez años es haber funcionado como catalizador para esos procesos. Nos encantaría ver que a partir del conocimiento que podemos ir generando se forme un cluster de proteínas vegetales, exportando algo más que granos y logrando dietas más variadas y complementadas”, afirmó.
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El último exponente fue José Lizzi, líder en Ganadería de CREA, que introdujo a este sector productivo dentro del debate. En primer lugar señaló que existe muchas veces una mayor preocupación por las dietas de los animales que por las dietas humanas, y consideró que los niveles de consumo de proteína vegetal se deben a una cuestión cultural.
“Consumimos 50 kilos de carne vacuna, 45 de pollo y 15 de cerdo. Estamos entre los países que más consume proteína animal. La ganadería es la actividad más federal del país. Hoy hay 220 mil establecimientos ganaderos y 205 mil productores, de los cuales el 80% son pequeños”, dijo.
Consideró que el eje de la crítica a la ganadería vacuna pasa por la sustentabilidad pero que se han incorporado cultivos de bacterias que permiten una degradación distinta del alimento, mitigando las emisiones de metano.
En cuanto a los nuevos consumidores sostuvo que las certificaciones y la trazabilidad se han corrido de su objetivo original, relacionado al aseguramiento de la sanidad e historia del producto, y que hoy buscan acercar al productor y al consumidor y dar mayor valor agregado.
“Creo que hay muchos márgenes de mejora que no se exploran porque hay restricciones de mercado y no hay necesidad. Las condiciones normalmente no se generan. Hoy es una realidad que hay regiones donde comer mal es más barato. Comemos carne porque es la más barata en góndola en el mundo”, afirmó Lizzi.
“Para que esto vaya en otra dirección, además de escucharnos y escuchar alternativas, hacen falta generar mínimos acuerdos que vayan en esa dirección, y que eso vaya acompañado de políticas puedan trascender, porque son la base de nuestra salud y economía”, agregó Lizzi.