José Luis Rossi es profesor de la cátedra de Producción Lechera de la Facultad de Agronomía de la UBA (Fauba). En un análisis de la situación publicado por el sitio de divulgación universitaria Sobre la Tierra, el docente vislumbra que recrudecerá la tensión entre los distintos eslabones del negocio lechero debido a la caída de los mercados para la leche provocada por el coronavirus y una mayor presión para reducirle los precios al productor.
“En poco tiempo, la reducción del comercio internacional va a impactar en el precio de la leche. La facturación de un tambo moderno depende sobre todo de la producción de leche, más allá de que se puedan obtener ingresos adicionales por hacer agricultura y vender animales para carne. Por eso, si el precio cae, el margen se achica. Dejar de producir leche significa reducir la facturación al mínimo, y como estrategia general, achicar gastos tampoco resulta saludable ya que también termina reduciendo producción e ingreso económico”, explicó Rossi.
Para el docente, entonces, un escenario probable es que el productor ajuste su sistema para hacerlo más eficiente, ya que será clave maximizar el retorno por cada peso invertido. Pero también pospondrá inversiones y descartará del sistema animales improductivos. Este nuevo ciclo de ajuste, según el experto, liquidará a muchos tambos. “La pandemia puede ser un detonante para aquellos que por otras circunstancias —como edad, enfermedades, nivel de endeudamiento u otras razones— no puedan superar la situación”, advirtió el informe.
“Los números indican que en marzo 2020 se produjeron 794 millones de litros de leche, un 6,5% más que en marzo 2019. Visto por trimestre, en el primero de 2020, el incremento es del 8,8% contra el mismo trimestre de 2019. Seguramente, la producción acumulada durante el primer semestre de este año va a estar por encima de la obtenida el año pasado. Por lo tanto, la primavera puede encontrarnos con una oferta de leche excesiva si continuamos a este ritmo, en presencia de la contracción actual de la demanda”, afirmó José Luis.
Rossi añadió que “la pandemia frenó la demanda en restaurantes, en el canal repostero y en hoteles, pizzerías y heladerías. Y A esto hay que sumar otros aspectos negativos de la crisis como mayores plazos de pago, rotura de la cadena de pago, falta de financiamiento, obligaciones impositivas a cumplir y falta de liquidez”.
Por otra parte, aclaró que, aunque la cuarentena despertó una demanda inusual de leche fluida, con compras firmes de leche, quesos frescos y dulce de leche en mayoristas y supermercados, igual es probable que el balance entre oferta y demanda genere excedentes primaverales.
“Colocar esta producción adicional significa un desafío para toda la cadena, lo que seguramente reducirá el precio que recibe el productor, hoy en 18,43 pesos por litro de leche”, evaluó el especialista. Y agregó que según Dairylando, mantener este precio estanco significaría una pérdida del 25% en el poder de compra del tambero, considerando que la mayor parte de sus insumos están dolarizados.
En situaciones ‘normales’, Rossi explicó que los actores de la cadena láctea responden de forma coordinada. “Pero como el precio pagado al productor lo determina la industria, el productor lleva las de perder. La pandemia eleva las tensiones ante la presente caída de la demanda”, evaluó.
“La consecuencia lógica es el estancamiento. Tal vez la autocrítica sea que la lechería argentina no alcanzó un nivel de acuerdo entre los actores que se traduzca en expansión y crecimiento acorde a nuestro potencial por ambiente, por recursos y por capacidad de los individuos que la conforman”, concluyó.