La producción lechera mantiene la proa firme hacia la concentración de la actividad, y esto supone un gran peligro para los establecimientos más chicos, de hasta 2.000 litros diarios, que sin ningún tipo de ayuda oficial van desapareciendo, sin prisa ni pausa.
Un estudio publicado con regularidad por el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) muestra que en la última década los tambos más chicos (de hasta los mencionados dos mil litros diarios) han perdido diez puntos porcentuales de participación en la torta. Si en 2010 representaban el 60% del total de unidades productivas, ahora son el 51,5%. Si antes aportaban el 27% de la producción, ahora solo entregan el 16,4% del total de la leche.
En el otro extremo, las empresas lecheras de más de 10 mil litros por día de producción, representaban solo 5% de la producción hace una década y ahora, con datos a junio de 2021, han elevado su participación a 24,2%. Es decir, la multiplicaron cinco veces.
“El proceso de concentración de la producción en tambos más grandes es continuo, y mencionarlo no es naturalizarlo, sino mostrar una tendencia contundente y generalizada en la lechería mundial que los números marcan (sin hacer juicio de valor si ello es bueno o malo)”, dice el trabajo del OCLA sobre la estructura del primer eslabón de la cadena láctea.
Según este análisis, “esa concentración en Argentina se expresa, con tasas de alrededor del 2 al 3% anual”, mientras que según la información de la Federación Internacional de Lechería 2020, la tasa para los principales países lecheros se ubica “algo por encima del 4% de reducción anual de tambos”.
Esto corresponde a la opinión de Bichos de Campo: no debería ser consuelo que a los demás les vaya peor, sobre todo porque aquí en la Argentina hacemos muy poco para sostener los tambos pequeños que siguen en pie (no hay ni subsidios, pero tampoco buenos caminos ni conectividad, ni viviendas dignas, ni los precios que se pagan por la leche se equiparan a los de países líderes, etcétera).
Lo dicho, en la Argentina, con datos a junio pasado, el 51,5% de los tambos entrega menos de 2.000 litros diarios. Y si sumamos los que llegan a los 3.000 litros, que son otro 18% de los establecimientos, surge que el 70% de los tambos está amenazado, pues apenas llega a producir lo suficiente como para permanecer a flote.
De hecho, otro cuadro elaborado por el OCLA muestra el tamaño del “tambo promedio” en la Argentina, que se calcula sobre la base de la producción mensual y la cantidad anual de tambos según el SENASA. Ese establecimiento promedio produce en la actualidad unos 2.938 litros de leche diarios. Es decir que cerca del 70% de los tambos no llegan a eso.
El tambo promedio también muestra que la concentración de la actividad sigue profundizándose año a año. De hecho, en junio pasado esa cantidad de leche representaba un volumen 2,7% más grandes que el que se había registrado en junio del año pasado. Coincide con la tasa de concentración para la última década.
“A pesar de la disminución en el número de unidades productivas y en el número de vacas, el tambo promedio presenta en el período 2009/2021 una tasa de crecimiento acumulada anual del 2,69% lo que permite el sostenimiento de los niveles productivos agregados a nivel país”, explicó el OCLA. Es decir, mayor productividad con un menor número de jugadores.
Volvamos a la estratificación: Hay 420 tambos muy grandes (de más de 10.000 litros) que produjeron durante el mes de junio un promedio de 17.481 litros diarios, representan el 4,1% del total de tambos y el 24,2% de la producción total de leche.
En el otro extremo, unos 5.300 tambos de menos de 2.000 litros diarios representan el 51,5% de los tambos totales, pero aportan solamente el 16,4% de la producción nacional.
Los tambos más pequeños sobreviven sobre todo en Santa Fe, La Pampa, Entre Ríos y Santiago del Estero, mientras que Córdoba se ubica algo por encima de los promedios nacionales y en Buenos Aires se encuentran los tambos más grandes, que levantan el promedio.