Utilizar una parte de algo para hablar de un todo es una herramienta narrativa muy eficaz. Se usa mucho en el cine, por ejemplo, cuando del personaje principal solo vemos sus pies pero ya con eso inferimos muchas cosas debido a su calzado, al suelo que pisa y hasta su forma de caminar.
En el living de la casa de Gustavo Pereyra (69), sobre una mesa bastante más alta que una ratona pero no tanto como una común, descansa un jarrón con un arreglo dorado. En seguida la mente piensa en la técnica japonesa que usa oro para arreglar fracturas en piezas de cerámica. “No, no, es solo plasticola dorada”, aclara Pereyra entre risas, “es para jugar un poco”.
Jugando o no jugando, el caso es que a Pereyra las cosas le salen bien en el sentido de que “funcionan”. El motivo de esta nota es la huerta que ha armado en su casa de Ituzaingó, oeste del conurbano bonaerense, donde se crió y a la cual volvió hace 24 años luego de vivir en muchos lados y de hacer muchas cosas.
Con varias materias aprobadas de la carrera de Computador Científico de la UBA, en la década del 90 Pereyra era director para Latinoamérica de una empresa del rubro informático: viajaba por el mundo, ganaba mucho dinero y todo marchaba de maravillas. Pero un día su esposa Nora se enfermó y Pereyra renunció a ese trabajo (“tenemos dinero para vivir bien”, pensaba) para cuidar a su esposa y a sus cinco hijos (3 de un matrimonio anterior). Ese también era un buen plan. Pero Argentina es Argentina, era el año 2001 y todo su dinero quedó en los bancos.
“Como muchos argentinos, me quedé sin nada porque no podía sacar plata y luego me dieron pesos que se devaluaban a toda velocidad, entonces nos vinimos con la familia a vivir a esta casa en Ituzaingó, que era la casa de mis padres”, cuenta. “En el medio del caos que era mi vida y con la urgencia de generar dinero recordé algo que me dijo mi madre: ´la gente siempre tiene que comer, no te vas a hacer rico, pero vas a poder vivir con el rubro comidas”.
Así fue que con el último ahorro que tenía compró una franquicia para vender empanadas y puso un local en Morón. Pereyra de gastronomía no sabía nada, como él mismo dice, pero había algo que sí sabía y sabe: planificar, poner foco en algo y sistematizar un modelo de negocio.
Para hacer la historia corta, ese “localcito de Morón” en 5 años pasó a ser el más exitoso de los 33 locales que en ese momento componían la franquicia. Tan exitoso fue que, paradojas (o no) del capitalismo, no le renovaron la franquicia.
Entonces, ni corto ni perezoso (y porque seguía teniendo que ganarse el sustento) se puso un local de empanadas propio en otro lugar de Morón que comenzó vendiendo muy bien y terminó siendo un restaurante… también exitoso. “La clave es escuchar a la gente, aprender e implementar de determinación”, resume Pereyra que tuvo ese restaurante durante 11 años hasta que finalmente lo vendió, bastante cansado de luchar contra burocracias y problemas municipales.
En 2016 se encontró otra vez teniendo que encarar un nuevo negocio para vivir. Pero a esta altura de las cosas y de la nota, el lector se habrá dado cuenta de que a este entrevistado le gustan los llamados “desafíos”, a cualquier edad.
“Yo ya tenía pensado algo”, dice. “Quería un negocio más simple, más chico y en un barrio tranquilo, así que decidimos poner un local de granja acá en Ituzaingó donde vendemos pollos y todos sus derivados y también otras comidas, como milanesas y hamburguesas de carnes y vegetarianas”.
-¿Cómo entra en todo esto lo de la huerta-jardín en su propia casa?
-Como todo, porque me gusta hacer cosas nuevas… y porque en la pandemia me encontré con mucho tiempo para pensar. Siempre me gustaron las plantas y un día se me ocurrió empezar a germinar semillas de tomate y de zapallo.
-¿Y cómo fue la experiencia?
-Primero muy sorprendente porque de golpe me encontré con toda una huerta en producción en mi jardín. Realmente me tomó por sorpresa porque nunca había hecho algo así. A la vez, fue una experiencia fantástica: tuve tanta producción de tomate que regalé, comí y hasta hice dulce; en cuanto a plantines logré hacer tantos que solo a un vivero de por acá le regalé 70 y le di a todo el mundo.
-¿También fue mucho trabajo, no?
-Puf, muchísimo. Ahora comprendo todo lo que significa trabajar la tierra, por eso la tarea del productor agropecuario me despierta admiración y respeto.
-Usted armó la huerta en el jardín delantero de su casa. ¿Cómo reaccionaron los vecinos?
-Tanto vecinos como gente que no es del barrio se me acercaban a hablar de la huerta, muchos de ellos recordaban la de sus abuelos y les despertaba curiosidad y añoranza, también el deseo de producir su propia comida.
-¿Por qué hace todo esto?
-En verdad, es parte de un experimento que ahora tiene una segunda etapa.
-¿En qué consiste?
-Como también me sobraron muchos plantines de morrón, empecé a hacer huerta en la vereda, donde solo había pasto, y los planté ahí. Quiero ver qué pasa, me gustaría que la gente se los lleve pero sin romper nada, que sea un lugar para que quien quiera o lo necesite sepa que acá tiene algo para llevarse. El otro día pasaron dos hombres caminando y uno de ellos reconoció la planta de morrón y de alguna manera fue muy emotivo.
-O sea que ahora la vereda también está “tomada” por la huerta. ¿Alguien se queja?
-Para nada. Es más, se siguen acercando con un poco de sorpresa y me dicen que les encantaría tener también una huerta pero ponen mil excusas: Que no puedo, que no sé, que no tengo tiempo y la mayoría me dice “no tengo espacio”.
-¿Y usted qué les responde?
-Quitá el rosal que tenés y vas a ver cómo hacés lugar para la huerta.
Genial la iniciativa . Ahora debería incursionar en los “yuyos” y se encontrará con qué son fuente de vitaminas y propiedades alimenticias increíbles.
Muy práctica la nota como siempre lo hacen los Bichos de campo…
Felicitaciones, un excelente 2023….y a seguir adelante.
Excelente la nota! Muy pedagógica. Si bien soy psicóloga, estuve vinculada a la actividad del Prohuerta de INTA y las excusas argentinas para eludir el esfuerzo, son variopintas.
Es genial lo de.este señor! Yo también tengo mi pequeña huerta, vivo con mi señora y mi hija menor en un depto y casi no hay espacios. Primero comencé sembrando en macetas, aún lo sigo haciendo, después pasé a la tierra! Mi teoría es: sembrar para alimentarnos! Tomates, morrones, romero, albahaca, peregil, verdeo, frutillas y todo lo que sirva de alimento seguro lo tengo en mi huerta!!