Mario Ravettino, el presidente del Consorcio ABC que agrupa a una veintena de grandes frigoríficos exportadores, disparó a boca de jarro que los argentinos deberían reducir otro 20% su consumo de carne vacuna, de 48 kilos a solo 40 kilos anuales per cápita, para así permitir la exportación de 400 mil toneladas adicionales del alimento. Eso, según esta mirada, permitiría generar divisas adicionales para el país por casi 2.500 millones de dólares.
Lógicamente se armó quilombo de inmediato en el sector, donde este grupo de frigoríficos exportadores convive con cientos de plantas y matarifes dedicados sobre todo a atender el abastecimiento doméstico, que se lleva actualmente el 75% de la producción total de carne.
“Tenemos qué producir más, no comer menos. Vamos rumbo a qué un grupo menor maneje todos los precios del ganado”, replicó de inmediato Sergio Pedace, vicepresidente de la Cámara Argentina de Matarifes (Camya), que percibe que detrás de la propuesta de Ravettino se esconde la pretensión del Consorcio ABC de acumular mayores porcentajes de la faena, en detrimento de los operadores que atienden solo el mercado local.
Ravettino lanzó esta propuesta para reducir violentamente el consumo interno de carne vacuna en el marco de una jornada del grupo Clarín, hablando de modo claro y para nada precipitado. Se puede ver aquí:
Lo que dijo el representante de los grandes frigoríficos exportadores es que en 2022 las exportaciones de carne vacuna llegarían, a pesar del cepo montado por el gobierno, a unas 800 mil toneladas, en tanto que el consumo interno absorbería otras 2,2 millones de toneladas de la producción.
“Esto nos va a dar un consumo local de 48 kilos por habitante y por año, y vamos a tener un ingreso de divisas por 4.700 millones de dólares, tomando un valor promedio de exportación -entre cortes de calidad y cortes de volumen- de 5.873 dólares”, determinó. Hay que aclarar en este punto que ese valor internacional es coyunturalmente alto, pues ha subido en más del 30% respecto de los niveles de 2021.
Obviamente Ravettino, como representante de un grupo de frigoríficos poderosos, busca ensanchar el negocio exportador y aprovecha la crítica situación del gobierno en materia de divisas -principal preocupación del nuevo ministro de Economía, Sergio Massa-, para buscar atajos que permitan incrementar la exportación y la oferta de dólares sin tener que esperar que crezca la producción como consecuencia de un crecimiento del stock (lo que se lograría mejorando el índice de destete) o de la producción de carne (lo que se lograría incrementando el peso promedio de los animales).
“Sin tocar ninguna variable, la Argentina podría en vez de dedicar al mercado doméstico 2,2 millones de toneladas, dedicar 1,8 millones de toneladas. Esto traería la dieta a 40 kilos por habitante y por año”, sugirió el directivo industrial, deslizando que habría que recortar en 8 kilos por año el consumo de los habitantes del país.
El problema es que este consumo ya viene bajando precipitadamente en los últimos veinte años. El milenio arrancó con unos 70 kilos por habitante y por año, y luego -a partir de 2010- se estabilizó más cerca de los 60 kilos. Con la crisis económica de 2018, en la gestión de Mauricio Macri, se redujo todavía más a los 55 kilos anuales. Y con la profundización de esta crisis en tiempos de Alberto y Cristina, ya van dos años en que se ubica por debajo de los 50 kilos, el nivel más bajo de la historia.
El último programa de Bichos de Campo estuvo justamente dedicado a este análisis:
Pero Ravettino cree que hay que ir por más y reducir el consumo interno otro 20% para estabilizarlo en unos 40 kilos anuales por habitante.
“Estos 40 kilos no es un número antojadizo. Con 40 kilos de proteína de carne bovina, más otros 40 kilos de carne aviar, más 20 o 25 kilos de cerdo, y el resto de pescado y carnes alternativas, tenemos una dieta de proteína animal de excelencia”, dijo el titular del Consorcio ABC.
Según los datos difundidos por la Mesa de las Carnes en la última Exposición Rural de Palermo, hoy el consumo está distribuido del siguiente modo: unos 48,5 kilos de carne vacuna, más 48 kilos de pollo, más 17 kilos de cerdo, más unos 6 kilos de pescado y otras carnes. El resultado de esta suma, por cierto, es superior a los 115 kilos anuales de proteínas animales por argentino, uno de los niveles de consumo más elevados del mundo.
¿Y qué ganaría la Argentina recortando otro 20% su consumo de carne vacuna? Pues liberaría volúmenes del alimento para captar una mayor participación en el mercado internacional. Según Ravettino, si en vez de exportar las actuales 800.000 toneladas se vendieran al extranjero 1,2 millones, a los precios actuales se podrían generar 7.100 millones de dólares.
En los últimos años el sector frigorífico exportador viene vendiendo por unos 2.500 a 3.000 millones de dólares.
¿Y cómo se lograría -desde esta hipótesis tan polémica- que los argentinos cedan sus porciones de carne a los chinos, los europeos, los chilenos o los rusos? Para Ravettino, solo alcanzaría liberar por completo las exportaciones, pues entre los altos precios externos y el bajo poder adquisitivo de la población local se ocuparían de hacer el resto.
“Para esta iniciativa tenemos que tener responsabilidades compartidas. El Estado tiene que estar convencido y permitirnos exportar. Y debería cuidar la informalidad, pues actualmente tenemos informalidad en las exportaciones cárnicas y eso no puede ocurrir. Y nosotros también tenemos que insertarnos a este modelo, que es copiar los modelos virtuosos”, indicó el empresario.
Bueno , yo le pediría a Ravettino como en su cabeza liberaría el mercado para un sector acotado de la economía que tiene relación directa con sectores productirvos en donde ni en el horizonte lejano sevislumbra ninguna posibilidad de desregulacion alguna.
Suena como un intento de avivada criolla para apropiar un mercado ya de por sí muy castigado y cada vez mas acotado. Habrá pensado en la competencia que se le podría generar si “liberase” un sector como este? Que pedirían los productores de otros sectores?