En Colonia Hocker y en otras zonas del departamento Colón, en Entre Ríos, hay productores dispersos que formaron uno de los Grupos de Abastecimiento Local (GAL) que funcionan bajo el programa ProHuerta. Gabriela Pretto, una ingeniera agrónoma que a la vez es especialista en ingeniería ambiental, es la técnica que asesora ese grupo. La idea de reunirse no es solo compartir este asesoramiento sino básicamente reunir oferta de frutas y verduras agroecológicas para comercialziar localmente, mediante el reparto de bolsones o a través de ferias y mercados de cercanía.
El proyecto se llama “Horticultores Diversificados de Colón”, y es uno de los que se formaron en Entre Ríos bajo el paraguas del programa administrado por el Ministerio de Desarrollo Social y el INTA. “La propuesta de fondo es el asociativismo, y que haya criterios de técnicos acerca de cómo mejorar las producciones tratando de ser sustentables, es decir, producir conservando los recursos para devolverle a las generaciones futuras”, dijo Pretto a Bichos de Campo.
Mirá la entrevista completa a Gabriela Pretto:
Los productores asociados en el grupo que gestiona Pretto son de por sí “agroecológicos” y de escala mediana o pequeña. Ella dice que oficia como “facilitadora de vínculos”, viendo qué se precisa de un lado y otro, a los fines de que estas explotaciones sean sustentables. Una de las claves pasa por ayudarlos a producir alimentos sanos, sin insumos químicos ni otras tecnologías modernas. Pero otra cuestión fundamental es que esa producción pueda ser comercializada en la misma zona de producción, para evitar el costo ambiental y económico de los fletes, que terminan generalmente penalizando al mismo productor.
Ver Informe del INTA sobre los Grupos de Abastecimiento Local
Según Pretto, lo interesante de la modalidad de producción agroecológica es que tiene un gran valor social. “Localmente se trata de ganar ventajas ambientales y de costos”, remarcó, indicando que producen sin agroquímicos, y que buscan colocar su mercadería en mercados de cercanía.
Pretto, que también es consultora en Gestión Ambiental, comentó que tratan de ser eficientes con los residuos y de proteger la microbiología de los suelos. “Se trata de generar menos residuos y con los que sí se generan, poder agregarles algún valor como para hacer bioles u otros fertilizantes compostados que tienen una degradación microbiana”, desarrolló.
Otros ejes agroecológicos tienen que ver con contar con una diversificación de cultivos, lograr que los insectos benéficos para el control de plagas vivan y convivan con los otros, para así no tener que estar aplicando insumos. “Es decir, son tecnologías de procesos y no de insumos, a diferencia de lo que venimos viviendo en este último tiempo”, explicó la agrónoma entrerriana.
Sin embargo, pese a que la idea es producir alimentos inocuos, Pretto advirtió el cuidado que hay que tener cuando se usan muchos bioinsumos a base de bosta de animales. “También hay que tener en cuenta los riesgos microbiológicos que esto puede conllevar. Por eso hay que cuidar esos riesgos, que son las bases de la inocuidad alimentaria, y que están están planteadas incluso en el Código Alimentario”, alertó.
En estos grupos de trabajo interviene toda la familia en muchos casos, proponiendo un esquema de comercialización con delivery propio casa por casa. Vendría a ser un esquema de comercialización directa al consumidor sin pasar por mercados, y valiéndose de la venta a corta distancia. “Estamos reinscribiendo la agricultura familiar”, remarcó Pretto.
Ver: En tiempos de coronavirus, crece el delivery de verduras orgánicas y bolsones agroecológicos
Pretto reconoció que no es un proceso sencillo y que analizan cómo hacer para compensar los costos de la transición, para que estos no se trasladen a los consumidores. “Hasta que el productor no pueda lograr un equilibrio de fertilidad, de modo tal que pueda obtener altos rendimientos por metro cuadrado, estará perdiendo ingresos. Por eso, debemos evaluar cómo compensar esa pérdida de ingreso, de tal modo que no recaiga en el precio a los consumidores. Eso es lo que no hace atractivo a que otros productores de la zona se acerquen”.
Una de las soluciones pensadas por Pretto, para compensar pérdidas de ingresos, sería la de creación de un sello local que contemple cuestiones impositivas, que le permitan ahorrar gastos, pero eso ya depende también de la creación de políticas de Estado provincial y municipal.
“Ahí caminás en un equilibrio entre conciencia ambiental y poder y rendimiento económico. Muchas veces, por primar lo económico, se generan grandes daños al ambiente y no podemos apostar a la conciencia ambiental. Por eso, si pudiéramos incentivarlos económicamente, podríamos alcanzar el objetivo. Hay que negociar”, reflexionó.