La Secretaría de Agricultura sigue empeñada en dar solo buenas noticias. El título del comunicado más reciente da cuenta de que “la lechería argentina avanza con tecnología, financiamiento, más robots, más rotativos y mejores indicadores productivos”.
Se refiere la información a que, con los datos cerrados a junio, “la producción de leche presentó un incremento entre enero y junio de 2025 registrando una suba del 12%, comparado con el mismo período del año anterior, de acuerdo al último análisis de la Dirección Nacional de Lechería, con base en datos registrados por el INDEC, y consolidando una tendencia positiva que se refleja en todos los eslabones de la cadena”.
Nada que decir, es muy visible y saludable la recuperación de la lechería en la primera mitad de 2025 respecto del año anterior, cuando había sufrido un fuerte bajón como consecuencia de la sequía y los malos precios que cobraban los productores en meses anteriores.
Pero se trata de una recuperación, pues aplicando una mirada histórica, como sucede en este cuadro del OCLA (Observatorio Lácteo), uno cae fácilmente en la cuenta que la producción de leche recuperó los niveles previos a la sequía, ya que la producción actual va en línea con la de 2022 o 2023. Incluso se encuentra algo por debajo de estos años.
El mandato comunicacional en Agricultura, que hasta aquí no se ha caracterizado por su apertura a responder las preguntas del periodismo especializado, parece ser: “demos buenas noticias, porque es un año electoral y hay que sacar pecho”. Por eso también el comunicado destacó que “el stock de vacas lecheras también mostró una recuperación significativa: de acuerdo con los tableros dinámicos del Senasa, ya que en 2025 se registró un incremento del 5,3% respecto del año anterior, lo que refuerza la base productiva para sostener el crecimiento”.
También hay que decir que se trata de una recuperación, esperada por cierto, porque en años previos ese stock de vacas venía mostrando una fuerte reducción. También recurrimos a un cuadro histórico del OCLA:
Seguramente conscientes entonces de que se trata tan solo de una recuperación la que registra la lechería en esta primera mitad de 2025, pero ávidos de dar buenas noticias, los funcionarios buscaron otros indicadores que sostengan el título de su informe. Y dieron con un dato incuestionable finalmente.
“El salto más notorio se dio en el terreno de la tecnología aplicada al tambo. El uso de robots ordeñadores se disparó: de 370 equipos instalados en 2023, se pasó a más de 550 en la actualidad , reflejando una adopción cada vez más extendida de sistemas automatizados que mejoran la eficiencia y el bienestar animal”, indicó el organismo.
Un proceso semejante sucedió con “el número de rotativos o calesitas de ordeñe”, que se duplicó desde que comenzó el gobierno de Javier Milei, “alcanzando las 40 instalaciones en todo el país, lo que optimiza los procesos y permite un manejo más ágil de grandes rodeos”.
“Estos avances marcan un cambio de paradigma en la lechería argentina, que no solo incrementa sus volúmenes de producción, sino que lo hace con un fuerte anclaje en la innovación tecnológica, el financiamiento, la mejora continua y la competitividad internacional. En este sentido, se destaca que el sector lácteo nacional vive un momento de expansión tecnológica sin precedentes, acompañado por un crecimiento sostenido en sus principales indicadores productivos”.