No, no se trata de la trama de un libro de ciencia ficción. Se trata de un estudio que un equipo internacional de investigadores desarrolló, para determinar si es posible reducir la emisión de gases de efecto invernadero –responsables del cambio climático- a partir de la sustitución de grasas alimentarias, como el aceite de palma y el de soja, por otras creadas a partir de procesos químicos y biológicos.
El trabajo fue publicado en noviembre pasado en la revista Nature Sustainability, y asegura que la producción de alimentos sin fotosíntesis ni granjas podría ser beneficiosa para el ecosistema, al prescindir del uso de tierras agrícolas que podrían ahora recuperarse.
De acuerdo con el estudio, las importantes cantidades de alimento obtenidas a partir de la agricultura global representan áreas de tierra no disponibles para los ecosistemas naturales, recursos hídricos utilizados y contaminados, y emisiones de gases GEI. En este sentido, los esfuerzos siempre se enfocaron en “limitar la demanda de los alimentos que consumen más recursos y contaminan más, disminuir los insumos (y por lo tanto los impactos de) la producción agrícola, y utilizar los alimentos producidos de manera más eficiente”.
Comida sintética derivada del petróleo. Es viable y puede reducir muchos de los impactos (y negocios) de la agricultura. Las grasas/aceites parecen lo más atractivo ¿Será económicamente atractivo? ¿socialmente aceptado? https://t.co/p2p3BC7ECv pic.twitter.com/H2LgK8YWbt
— Esteban Jobbagy (@ejobbagy) January 2, 2024
Frente a esto, los investigadores de la Universidad de California, en Estados Unidos, junto a otras instituciones de Canadá y China, arrojaron esta alternativa.
“Un número cada vez mayor de estudios académicos y empresas con fines de lucro han demostrado recientemente que las moléculas comestibles pueden sintetizarse mediante procesos químicos y biológicos sin necesidad de materias primas agrícolas. Mientras que las proteínas basadas en plantas, células u hongos y los sustitutos de la carne elaborados a partir de productos agrícolas procesados están cada vez más disponibles, los alimentos producidos sintéticamente pueden contener carbono procedente de combustibles fósiles, desechos o de la atmósfera, es decir, materias primas que no son producto de la fotosíntesis agrícola”, señalaron en el paper.
“Aunque existe la posibilidad de que algún día se pueda producir quimiosintéticamente una amplia gama de alimentos atractivos, aquí mostramos que las grasas dietéticas podrían sintetizarse con <0,8 g CO 2 -eq kcal −1 , que es mucho menos que >1,5 g CO 2 -eq kcal −1 que ahora se emite para producir aceite de palma en Brasil o Indonesia. Si bien la ampliación de esa síntesis podría perturbar las economías agrícolas y depender de la aceptación de los consumidores, las enormes reducciones potenciales de las emisiones de gases de efecto invernadero, así como del uso de la tierra y el agua, representan una posibilidad realista para mitigar la huella ambiental de la agricultura durante la próxima década”, añadieron.
El enfoque de la investigación estuvo puesto en la producción de grasas ya que, según aseguraron, “son los nutrientes más sencillos de sintetizar termoquímicamente”, e hicieron referencia a técnicas ya empleadas en la fabricación de jabón y polímeros a gran escala.
En este caso indicaron que las materias primas de esos métodos son los mismos que utilizan las plantas: hidrógeno en el agua y dióxido de carbono en el aire.
“Lo bueno de las grasas es que se pueden sintetizar con procesos que no implican biología. Es todo química, y por eso se puede operar a presiones y temperaturas más altas que permiten una eficiencia excelente. Por tanto, se podrían construir grandes reactores para hacer esto a gran escala”, señaló Steven Davis, catedrático de Ciencias del Sistema Terrestre de la UCI, y autor principal del estudio.
“La comida es un problema más difícil que la electricidad; a poca gente le importa de dónde proceden los electrones de nuestro enchufe, pero a mucha gente le importa mucho de dónde vienen sus alimentos. Los alimentos procesados son, por tanto, un uso probable de las grasas sintéticas”, agregó.
Según calcularon los especialistas en el trabajo, “dependiendo de la fuente y la cantidad de energía utilizada, y las emisiones asociadas al uso de la tierra, las emisiones de GEI por kilocaloría de grasas producidas por los sistemas agrícolas oscilan entre <1,0 g de CO 2 -eq Kcal- a >3 g CO 2 -eq Kcal-. En comparación, estimamos que grasas análogas sintetizadas a partir de materia prima de gas natural utilizando energía con la intensidad de carbono del promedio actual de electricidad de EE. UU. producirían ~0,8 g CO 2 -eq Kcal- , y con emisiones casi nulas si se utilizara carbono capturado del aire y dependiendo exclusivamente de fuentes de energía no emisoras. Esto es considerablemente menor que los >1,5 g CO 2 -eq kcal −1 de la soja cultivada en Brasil o del aceite de palma cultivado en Brasil o Indonesia”.
“Me gusta la idea de no depender de la fotosíntesis para todo lo que comemos. A cualquier escala, sintetizar los alimentos aliviará la competencia entre los ecosistemas naturales y la agricultura, evitando así los numerosos costes medioambientales de la agricultura”, aseguró Davis.
El universo y la estupidez humana son las únicas cosas ilimitadas que conozco