Meses atrás Bichos de Campo tuvo la oportunidad de conocer un proyecto local que buscaba acceder a nuevos mercados internacionales a partir de la producción de un trigo diferenciado. Se trataba de la iniciativa que llevaba adelante el ingeniero agrónomo Pablo Panza, que decidió producir trigo bajo en proteína, sabedor de que era cada vez más solicitado en la región. La semana pasada Panza concretó finalmente la exportación de 2.800 toneladas de este grano hacia Brasil. Según dice, es la primera que se realiza un negocio de ese tipo en el país.
“Es un trigo blando, para hacer galletitas, que compite con el trigo soft americano. Argentina no tiene la tradición de producir estos trigos. Alguna vez hubo algún amague, pero ese mercado nunca creció. Ahora con este trabajo de años, encontramos la vuelta con una cooperativa agraria en Brasil”, dijo a este medio Panza, quien supo también desempeñarse como gerente para Latinoamérica de la división de cereales de Syngenta.
El proyecto se inició en 2019, cuando se enviaron las primeras muestras a Brasil. Para hacer una exportación piloto, primero se sembraron algunas hectáreas a modo de ensayos, para analizar la productividad a campo. Siempre se trabajó en exclusividad con el semillero Buck. Cuando los análisis resultaron favorables, se decidió avanzar a escala comercial.
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En 2020 se sembraron 900 hectáreas respetando todos los requerimientos de las molinerías brasileras, con quien ya tenían acordada la vinculación. Participaron diez productores bajo la modalidad de contrato cerrado, es decir, con la certeza de que lo sembrado ya estaba vendido.
“Teníamos que aplicar las buenas prácticas agrícolas, no podíamos utilizar productos que no fueran de bajo impacto ambiental y los granos no podían tener residuos de productos”, indicó Panza a Bichos de Campo.
Uno de los motivos principales de estos requisitos es que ese trigo es destinado no sólo a la producción de galletitas sino también de alimento para bebé. Esto llevó a que se realizarán exhaustivos controles en los lotes de los productores, análisis que certificaran la calidad pedida y una trazabilidad desde el campo hasta el puerto. Incluso se supervisaron las condiciones de almacenaje de los granos, que debía realizarse preferentemente en silobolsa para evitar los silos de chapa y el uso de productos que controlen plagas en ellos.
“Las galletitas siempre se hicieron con este tipo el trigo. Lo que pasa es que son trigos con costos un poco más elevados y en mercados donde no se paga se usa trigo pan de mala calidad y se le agregan aditivos. Es una forma de abaratar costos”, explicó.
Finalmente la semana pasada el proyecto llegó a su fin, al menos en esta etapa. Desde los campos ubicados en el sudeste y sudoeste de la provincia de Buenos Aires, y pasando por el puerto de Bahía Blanca, la carga salió en barco rumbo a Brasil. “Todo lo que pudimos producir se exportó”, aseguró el ingeniero.
Este proyecto, según Panza, sienta precedente y abre las puertas para que la experiencia se multiplique en el país. “Acá no se producía esta harina y se tenía que importar de Estados Unidos o de Europa. Nuestra idea es poder tratar de ofrecer este tipo de trigos al resto de los países de Latinoamérica. ¿Para qué comprarlo a Estados Unidos si nosotros los podemos producir?”, concluyó.