Rocío Anabel Bertomeu (22) y Esteban Antonio López (25) han lanzado un producto regional sanjuanino, en su localidad de Villa Media Agua, que tiene una gran proyección de mercado. Consiste en la elaboración y comercialización de “Dulce de Melón en pan”, de modo artesanal, similar al dulce de batata o de membrillo. Por ahora, en bandejas plásticas con tapa, de medio kilo y de un kilo. Es ideal como souvenir para los turistas, Y de hecho, cuenta Rocío, que apenas han comenzado y ya son éstos sus principales consumidores.
Rocío y Esteban fueron vecinos desde niños, y sus padres aún lo son, en la localidad de Media Agua, en el departamento Sarmiento, al sur del oasis agrícola del Valle del Tulum, en San Juan. Hace unos años se enamoraron y empezaron a soñar juntos. Adolfo, el padre de Esteban, es técnico agrónomo, recibido en la Escuela Agrotécnica Sarmiento, de la misma ciudad y donde ejerce la docencia. En sus tiempos libres trabaja la finca familiar que heredó de sus abuelos, pero así, con tan poco tiempo disponible, apenas puede sostener la siembra de alfalfa.
A Esteban siempre le gustó el campo y el trabajo rural. Él también estudió en la agrotécnica y es lindo percibir su admiración por su padre cuando dice que “no tuvo la suerte de haberlo tenido como profesor”. Hace unos años se puso a estudiar el profesorado de educación física, pero al cabo de un tiempo decidió dejar porque prefirió definitivamente el trabajo rural y continuar con el legado de la finca familiar, en la que sus bisabuelos supieron plantar parrales y sembrar alfalfa. Sólo hacían “chacra” cuando llegaba la creciente y aprovechaban el agua con canales de tierra.
Esteban, para no quedarse ocioso hasta la época de siembra, ingresó a trabajar en las cosechas de olivares de una empresa y lo hizo por cuatro temporadas. Lo importante es que “tomó las riendas” de la finca familiar y al dejar aquella empresa, se dedicó de lleno. No sólo se ocupó de mantener la alfalfa de su padre sino que le agregó productos de chacra: melón, sandía, tomate, zapallo, y además semillas de cebolla y ajo. Su tío, José Furió, también da clases en la agrotécnica, y en la misma finca se ocupa de cultivar la cebolla.
En total la finca familiar tiene apenas 16 hectáreas, con 5 cultivadas con alfalfa, 2 con cebolla, y esta última temporada hizo 5 hectáreas de melón y 2 de sandía. Tienes algunos animales, caballos, cerdos, gallinas. La cosecha fue del 5 de enero al 15 de febrero. Para la “alfa” cuentan con segadora, rastrillo y enfardadora, todas tiradas con el tractor. Y para la chacra, tienen cincel, rastra de disco, rastra de dientes, niveleta y arado.
“En verano arrancamos a las 5 de la mañana, con la fresca, cortamos a eso de las 10 u 11, y retomamos a la hora 16 hasta las 19. Al mediodía es imposible trabajar porque suelen hacer unos 40 grados”, aclara.
Continúa Esteban: “Seguimos regando a manto como en tiempos de mis abuelos, pero antes no había tantos diques como ahora”. En 2022 sembré el 5 de octubre. El 4 de noviembre hubo una helada de 4 grados bajo cero que quemó varios parrales.
En 2021 Rocío quedó embarazada de Beltrán Adolfo. Entonces Esteban construyó una casa en la finca, adonde viven desde hace dos años. Queda en la calle Alfonso XIII, antes de llegar a la calle Maurín, a unos 4 kilómetros del pueblo. Le pusieron nombre a la finca, “Prado San Isidro Labrador”, porque son muy devotos de este santo.
Rocío ya estudiaba psicología, y cuando vino la pandemia, sin poder ir a la Universidad, se puso a hacer dulce de melón en pan. Hizo 2 kilos de dulce. Lo dio a probar a su familia y a la de Esteban. Fueron dos años de “ensayo-error”, hasta que en diciembre de 2022, decidieron lanzarse a comercializarlo. Lo promocionaron por las redes y en enero elaboraron 15 kilos, llegando a producir a fin de mes unos 200 kilos, hasta que se quedaron sin melones para seguir fabricando dulce.
Esteban evalúa que este año comenzaron tarde a hacer dulce, porque ya en noviembre tenían melones, y dice que el año que viene tratará de sembrar más escalonado para disponer de melones no sólo en enero. Ya está pensando en comprarle tierras a un tío para aumentar su producción.
Él se ocupa del campo y de seleccionar los melones. “Cultivamos la variedad ‘Rocío de miel’ y para hacer el dulce utilizamos melones de primera calidad, pero los que descartamos de las cajas para la venta de fruta fresca, porque son más chicos o más grandes que la medida estándar. Antes, los llevábamos a la feria para vender. Ahora en la feria vendemos el dulce. Es el típico de Media Agua, muy dulce y aromático, con Denominación de Origen (DO) e Indicación Geográfica (IG)”.
“Lo bueno del dulce es que además, si ahora nos quisieran pagar poco por los melones, podríamos destinar toda la producción para hacer dulce y no lo mal venderíamos. Otra ventaja es que al dulce lo podremos vender todo el año”, afirma el joven chacarero.
Y agrega Rocío: “Sí, pero para eso necesitamos incorporar herramientas y maquinarias. Para conservar el dulce vamos a necesitar una envasadora al vacío, por ejemplo. Hoy sólo dura un mes en heladera. Por ahora, lo freezamos y sólo se torna bien amarillo, pero al descongelarlo recupera su color anaranjado natural y no le altera el sabor para nada. También necesitaríamos invertir en una cámara de frío. Y Esteban, para aumentar su producción, va a necesitar más máquinas y herramientas en el campo. Por ahora nos estamos anotando para todos los créditos y subsidios que se ofrecen. Él me ayuda mucho porque al ser técnico agrónomo, conoce las cuestiones de laboratorio”.
Rocío se ocupa de elaborar el dulce, de promocionarlo y de comercializarlo. Como lo elabora sin aditivos ni conservantes, lo colocó en una dietética, en una casa de comidas saludables, lo vende en las ferias departamentales y, en una vinoteca realizan degustaciones.
Ella lo recomienda porque el melón es muy beneficioso para el sistema digestivo y el cardiovascular, además de poseer muchas vitaminas. Invita a consumirlo con frutos secos, con chocolate, con jamón, con nueces, o como el clásico “postre vigilante”, con queso fresco. Sugiere hacer con él, pastelitos o pastafrola para el mate, que queda delicioso.
Rocío tiene la suerte de que su suegra le cuida a su hijo cuando ella debe cursar o trabajar, y su madre ha sido siempre una gran emprendedora, de modo que la alienta y ayuda hasta a pelar los melones y revolver el dulce. “Cuando tengo que reunirme con un proveedor nuevo, ella me acompaña o me dice cómo comportarme. También ha sido muy útil la ayuda de mi hermana y dos primas que estudian ingeniería en alimentos, porque yo no tenía idea de gastronomía, etc”.
“Pero ya estoy pensando que cuando me reciba de psicóloga, como me gusta mucho el marketing, orientar mi carrera hacia ese mundo de la comercialización. Con Esteban soñamos con crecer y poder vivir de este emprendimiento”, afirma la joven, esperanzada.
Rocío ha tenido que postergar un poco su carrera universitaria para poder lanzar su “Dulce de Melón en pan, elaborado en Prado San Isidro Labrador”. Así figura en la etiqueta, porque son muy devotos de este santo que regula las lluvias y como la última temporada fue buena, le van a dedicar una gruta en la finca para que los productores se lleguen a rezarle.
“Es que en la temporada anterior, sufrimos una helada y no tuvimos melones”, recuerda con pesar, Esteban y agrega que su familia proyecta acondicionar la finca para recibir a los turistas.
“Muchos nos preguntan si hacemos mermelada de melón, y si bien no lo descartamos a futuro, por ahora no damos abasto. Este año tal vez probemos de hacer dulce con otras variedades de melón y seguramente vamos a ir mejorando más aún la calidad. Ya hemos iniciado los trámites de patentamiento de la marca y nunca se había registrado ‘Dulce de melón en pan’. Sólo en Japón hay un ‘Melón pan’, que es como un pan con melón”, culmina Rocío.
En las redes se los encuentra como Prado San isidro Labrador. Esta joven y luchadora pareja tiene entre manos un emprendimiento con un gran futuro, con un producto que podrá ser un orgullo para su provincia y un souvenir que todos querrán llevarse de Cuyo. Les deseamos mucha suerte.
Nos dedicaron el vals “San Juan por mi sangre”, de Ernesto Villavicencio, por Intihuama:
Gracias por darnos un espacio para dar a conocer nuestro emprendimiento! Pueden seguir conociéndonos a través de nuestras redes sociales: Prado San Isidro Labrador en Instagram y Facebook.
Excelente y Esperanzadora historia de vida. Gracias por contarnos sus cotidianeidad, sus sueños y esperanzas!!!! A no bajar los brazos que no esta muerto quien pelea!!!!. Espero poder probar su genialidad que es casi lo mismo que comprar felicidad!!!!. un gran saludo para los tres…..