Por Nicolás Razzetti.-
Un informe de Observatorio de la Cadena Láctea explica los principales factores que influyen en la competitividad de la industria local y compara su situación con la de las fábricas de otros países productores de lácteos. La evidencia es mucha y la conclusión es triste: no son ellos, somos nosotros.
En la primera parte del documento se realiza un diagnóstico sobre la lechería argentina, según el cual entre 1999 y 2016 el crecimiento fue de un magro 13%, lo que significa un incremento de apenas 0,7% anual.
En contraposición, en el mismo período en otros países de la región y de otras latitudes hubo un proceso de crecimiento mucho mayor. La producción de leche de Brasil creció en esos años 66,5%, la de Chile 22,4%, la de Nueva Zelanda 99,4% y la de Estados Unidos 35,4%.
Al mismo tiempo, también se produjo un salto importantísimo en el comercio internacional de lácteos que no fue aprovechado por nuestro país.
Entre 2006 y 2015 el comercio global creció 63%. Al tiempo que países como Uruguay incrementaron sus exportaciones 112%, los Estados Unidos 97% y Nueva Zelanda 85%, la Argentina las redujo 8%. “La capacidad exportadora argentina, aunque en un contexto global favorable, no estuvo a la altura de las tasas de crecimiento de otros países”, explica el informe del OCLA.
Una vez trazado ese panorama el documento se mete con las cuestiones vinculadas a la competitividad sectorial.
- En primer lugar destaca los problemas referidos al tamaño y a la escala de las empresas. “Una de las características relevantes de nuestro sector, especialmente en comparación con los competidores globales de Oceanía, Europa y América del Norte es la baja escala de las plantas en referencia a los que podríamos denominar líneas de procesamiento”. Además del tamaño y la escala influye la utilización de la capacidad instalada: “por ejemplo, para una planta mediana, el paso de una utilización del 50 al 70% representa una reducción de costos equivalente a 2 centavos de dólar por litro, el doble del aumento de escala” que es de 1 centavo de dólar por litro. El tamaño también tiene relación con la productividad. Las 6 empresas más grandes de Australia concentran la recepción del 87% de la leche que se produce en ese país y por empleado la productividad es de 771 mil dólares y de 756 mil litros por año. En tanto, “en nuestro país la productividad media laboral es de 330.000 litros por empleado y por año, es decir, el 63% de la productividad media australiana”.También la industria láctea europea es más productiva que la local y en casi todos los casos duplica los niveles que se alcanzan en nuestro país.
- Otro punto que se destaca es el costo laboral que en los últimos 10 años aumentó por encima de los niveles de inflación que según ese informe es de los más altos del mundo: “la productividad en la industria se mantuvo estable entre 2004 y 2015 (en realidad bajó de 900 a 850 litros por empleado y por año), mientras que el salario real aumento 62%. El informe señala que para escapar de esa situación la industria tiene dos caminos. Uno consiste en aumentar la facturación por más ventas a precios más altos lo que implica, lo que no es sencillo porque los aumentos en facturación por unidad implican fuertes gastos en promoción y publicidad en una industria ya madura. El otro sería el de la sustitución de mano de obra por capital “y ello se nota en la industria nacional”, indica el documento, que destaca: “frente al aumento de los costos salariales por encima del resto de las actividades, algunas empresas realizaron inversiones que les permiten tener una productividad de 2.000 /4.000 litros por empleado y por día”. Pero ese camino implica fuertes inversiones que no todas las empresas del sector están en condiciones de hacer.
- Un último determinante de la competitividad es la incorporación de tecnología que reduce costos. “Y aunque una parte importante del equipamiento industrial tiene varios años de antigüedad y es de menor escala respecto de las plantas nuevas que se construyeron en en el mundo en los últimos años, la industria láctea está en condiciones de competir en el mercado internacional de ingredientes y productos de menor diferenciación.