“Loteando por un sueño”, sería el nombre elegido si Marcelo Tinelli fuera directivo del puerto de Bahía Blanca. Pero por suerte no lo es y lo que se proyecta hacer sobre 1.300 hectáreas adyacentes a la tradicional terminal marítima de Ingeniero White no es un loteo tradicional al mejor postor. Es algo mucho mejor que eso, llevar a cabo un verdadero sueño. La idea es crear un cluster alimentario que convoque a empresas chicas, medianas y grandes interesadas en agregar valor y exportar. El sueño de muchos y una consigna todavía por cumplir del gobierno de Cambiemos: Transformar a la Argentina en “supermercado del mundo”.
El sueño tiene, además de la tierra disponible (que es algo que no abunda en otras áreas portuarias), algunos componentes que permiten darle crédito y sostienen la ilusión. El de Bahía Blanca es el puerto de aguas profundas más importante del país, ya que desde aquí se carga cerca del 20% de las cosecha de granos. Esta terminal que continúa en manos del Estado, está rodeada de campos fértiles donde se hace trigo, cebada y girasol. Pero también hay mucha cebolla cerca, y también papa. Y por todos lados pastan los bovinos. Por eso cuando este puerto nació en 1885, de la mano del ferrocarril, todos le auguraron destinos de grandeza que finalmente, o todavía, no tuvo.
Triste destino, ser argentino. El puerto de Bahía Blanca se estancó durante muchísimas décadas, igual a como se estancaron las posibilidades de los habitantes de esta región de proyectarse a futuro, y de soñar. Aquí por ahora solo funcionan enormes silos y elevadores para exportar granos sin procesar o grises plantas del complejo petroquímico más importante del país. Pero la gente no llega a notar los beneficios. “Puerto rico, ciudad pobre”, reconoce el actual presidente del Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca (CGPBB), Miguel Donadío.
Donadío, junto al titular de la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca, Carlos Sosa, y varios funcionarios bonaerenses, encabezó este jueves el lanzamiento del denominado “cluster alimentario” del puerto de Bahía Blanca. Jorge Srodeck, del Ministerio de Agroindustria de la Provincia, contó que la traducción de “cluster” es “racimo”. Esa es la idea por acá, generar un entorno en el que decenas o cientos de empresas productoras de alimentos interactuen.
Por ahora, se lanzó solamente la idea, que es compartida entre funcionarios del sector público nucleados en torno al CGPBB y empresarios que se reúnen en la Bolsa de Cereales de Bahía Blanca. Ese parece ser otro punto a favor de este sueño: hay promesas de interacción publico-privada.
“Tenemos que trabajar de forma colaborativa. Debemos superar el síndrome de la discordia y encolumnarnos para encontrar caminos comunes. Ser el supermercado del mundo no es un simple slogan, Se puede lograr con una acción concreta como esta, que es crear un cluster en pleno corazón de la mayor región productiva de la Argentina”, resumió Donadío, que tiene muy buena llegada a los altos mandos de la gestión macrista.
Mientras aguardan que consultores holandeses del Puerto de Rotterdam presenten en mayo de 2019 un Plan Maestro para potenciar la operación del puerto bahiense, los impulsores del cluster alimentario han tomado por ahora una única decisión: destinar al proyecto unas 1.300 hectáreas que el CGPBB tiene al este de Ingeniero White.
También resolvieron dar a conocer públicamente la iniciativa del cluster, a la espera de que empresas privadas comiencen a presentar sus propias iniciativas para el desarrollo de este polo alimentario. La zona elegida contará con accesos, servicios, una zona franca cerca y hasta se la imaginan con dormitorios, para quienes trabajen en el lugar. En cinco años, si se cumplen las promesas del gobierno, también volverá a tener activas las vías del ferrocarril norpatagónico.
“Pensamos que el negocio no es el que se puede hacer hoy, sino el que se viene a futuro. Sabemos que en 4 o 5 años el país va a registrar una expansión hacia el sector de la producción de alimentos”, explica Sosa, el presidente de la Bolsa. Esa institución también a puesto lo suyo para drle forma al sueño. Por lo pronto, puso a disposición un equipo de economistas liderado por Jorge Ingaramo a diseñar los planes posibles de expansión de los negocios desde Bahía Blanca.
Ingaramo, ex secretario de Agricultura en los ’90, admitió en diálogo con Bichos de Campo que van detrás de “un hermoso sueño” con esto del cluster alimentario. Pero de inmediato arroja elementos para el análisis que le dan sustento a la idea. Explica que hoy solamente se exportan desde White unos pocos contenedores semanales, equivalentes a unas 25.000 toneladas anuales. Su proyección es llevar ese volumen rápidamente a 140.000 toneladas anuales y llegar hasta 400.000 toneladas en 2040. Cree que la demanda de alimentos elaborados va a crecer y que ese filón de negocios deberá convivir con la tradicional exportación de graneles. Pero a diferencia de ésta, el cluster podría crear mayor cantidad de fuentes de trabajo. Y de mucha mayor especialización.
Aquí otro dato clave, que otorga todavía más bríos al sueño de los bahienses. Si el cluster alimentario se está proyectando sobre terrenos ubicados al este de la actual zona de terminales, del otro lado, hacia el oeste, se está produciendo otra violenta expansión por obra y gracias de multimillonarias inversiones desencadenadas por la puesta en marcha del yacimiento de Vaca Muerta, en Neuquén. Es que Bahía Blanca es la puerta de entrada para todo lo que se necesita allá, comenzando por la arena para el fracking. También por aquí han ingresado al país últimamente una granc cantidad de molinos de viento para producir energía eólica.
“Debido a Vaca Muerta van a entrar 4.000 contenedores semanales de todo tipo. ¿Por qué no podemos pensar que una parte de esos contenedores vuelvan a salir del país cargados de diferentes productos alimenticios argentinos?”, se pregunta Ingaramo, absolutamente convencido que el cluster agroindustrial que proyectan para esta ciudad sureña es mucho más posible de lo que parecía.
Los expertos de Port Consultants Rotterdam, que están trabajando desde hace dos años en la región y vienen de expandir la principal terminal de cargas y logística de Europa sobre unas 2.000 hectáreas ganadas al Mar del Norte, también lo consideran más que factible. Allí ya hay más de 20.000 enchufes especiales para conectar igual cantidad de contenedores refrigerados.
En un castellano confuso, uno de esos expertos pronostica que para 2040 se podría crecer desde los actuales 8 mil contenedores por año hasta 75 mil; mientras que la carga de granos podría aumentar pero bastante menos, de 11 a 18 millones de toneladas. En subproductos agrícolas, en especial aceites, se espera otro importante salto, de las 800 mil toneladas actuales a unas 4 millones de toneladas”.
¿Será posible? Donadío contestó la pregunta con un refrán de incierto origen chino: “Para comenzar a avanzar hay que dar el primer paso”.