En el marco del 5° Simposio de Biogénesis Bagó, realizado hoy en el Predio Ferial de Palermo, una charla que tuvo como protagonistas al CEO de aquella empresa, Esteban Turic; al economista y consultor David Miazzo; y al ingeniero agrónomo e investigador del Conicet, Ernesto Viglizzo, se puso al hombro la ambiciosa tarea de pensar cómo serán los próximos años del mercado cárnico mundial, frente a los crecientes desafíos comerciales, sanitarios y ambientales.
El abanico de números y estadísticas fue desplegado por Miazzo, quien afirmó que la principal oportunidad a considerar es el aumento de las importaciones de carne a nivel internacional. De acuerdo con proyecciones del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), en la próxima década acontecerá una suba del 10% de la carne vacuna importada, que se traduce en 1,2 millones de toneladas adicionales.
Quienes explicarían ese aumento de demanda serían China, con el 58%, seguido en importancia por Corea del Sur con el 18%, e Indonesia con el 13%. Casi sin sorpresas, el 46% del incremento de esas exportaciones será explicado por Brasil.
En el caso del mercado chino, la llamada de alerta estaría, para Miazzo, en la posible aplicación de medidas proteccionistas a pedido de los empresarios locales, contra quienes “hicieron algo que no corresponde para ingresar mercadería” a ese país.
Otro dato destacado sería el cambio del perfil de Estados Unidos, que si bien siempre mantuvo importaciones y exportaciones en equilibrio, desde 2023 el ingreso de mercadería del exterior comenzó a aumentar, lo que representa para el analista un cambio relevante en la dinámica comercial global.
En este esquema, la carne de cerdo aparece como otro de los desafíos a atender, porque si bien a nivel local es mirada como aliada de la cadena bovina, a nivel internacional es la principal carne sustituta.
“En el mismo periodo en que las importaciones de carne vacuna crecerán el 10%, las importaciones de carne de cerdo lo harán en un 31%. En términos de toneladas van a crecer el doble, algo así como 2,6 millones de toneladas de importaciones de cerdo. Es más del doble de lo que van a crecer las importaciones de carne vacuna a nivel global”, señaló Miazzo.
“Esto es importante tenerlo en cuenta porque tenemos que recordar que la pirámide de consumo y producción a nivel global es al revés de lo que es la Argentina. A nivel global se producen casi 62 millones de toneladas de carne vacuna, 103 millones de toneladas de carne aviar y 116 millones de toneladas de cerdo”, detalló a continuación.
Otro desafío reconocido por el economista tiene que ver con la concentración de las importaciones, siendo China el país que concentra el 60% del valor.
En materia de oportunidad, Miazzo mencionó el buen escenario de precios internacionales, que explican, por ejemplo, el 30% de aumento en el valor de la Cuota Hilton.
Por otro lado, en lo que respecta al plano local, el economista anticipó un escenario donde el consumo interno volverá a repuntar, luego de una caída en la demanda como producto de la baja en el poder adquisitivo.
“Creo que venimos de unos años donde vimos el techo de exportación y el piso de consumo. Creo que vamos a un par de años donde el consumo interno va a ser el que traccione y la exportación la que muy probablemente se da participación. Difícilmente a partir de 2025 se vuelva a repetir ese 70% exportación, 30% consumo mercado interno”, concluyó.
A continuación, Ernesto Viglizzo introdujo otra problemática en la escena cárnica, que para él generará una “zona de turbulencia” a partir del primero de enero de 2026: la normativa antideforestación de la Unión Europea.
“Yo diría que el problema básico arranca con que tenemos visiones o miradas asimétricas respecto a lo que es el ambiente. Por un lado, el hemisferio norte, sobre todo Europa, y por el otro el hemisferio sur, donde generalmente estamos ubicados los países productores de carne, soja y otros productos”, dijo el investigador.
Y afirmó: “Tenemos tres miradas esencialmente distintas o asimétricas. Por un lado tenemos una asimetría de visiones, lo que ve la Unión Europea respecto a lo que ven los países sudamericanos es completamente distinto. Tenemos una asimetría en los datos que utilizamos, y tenemos una asimetría también en los métodos que aplicamos para evaluar estas cosas”.
Con el foco puesto en la Unión Europea, Viglizzo analizó la creciente aplicación de regulaciones en el marco del Pacto Verde Europeo que, afirmó, apuesta a “liderar temáticas ambientales a nivel mundial”.
Aquella exceden la cuestión de la deforestación, y apuntan a otros aspectos como el uso de la tierra, la economía del carbono, la economía del agua, la contaminación, la biodiversidad, el bienestar animal, los pueblos originarios, entre muchos otros.
“A mí lo que me preocupa no es lo que podemos medir, sino los factores intangibles que no podemos medir, aquellos que no podemos cuantificar y por lo tanto no tenemos muchas herramientas a veces para pelearlas”, sostuvo el agrónomo con preocupación.
En este punto mencionó el protocolo que se encuentra desarrollando la UE de diligencia debida, a partir del cual ya armó un ranking de países en función del potencial riesgo que presentan para la deforestación, y comenzará a exigir la trazabilidad de los productos que importe.
Respecto de la asimetría en los datos, tomando la tasa anual de deforestación de bosques nativos de la Global Forest Watch, indicó que Argentina se muestra en una posición “demasiado cómoda” frente a países.
“El límite máximo de deforestación de la Argentina por año está fijado en 60.000 hectáreas. Brasil tiene 3 millones. Bolivia ha alcanzado las 1,6 millones, y Paraguay ha alcanzado el millón. Entramos a tener algunas disonancias. ¿Por qué? Porque en medios académicos argentinos, en grupos ambientalistas, han calificado a la Argentina como uno de los países que tiene las tasas de deforestación más altas del mundo. Eso es preocupante porque nos estamos metiendo goles en contra”, lamentó el agrónomo.
Respecto de la asimetría en los métodos de análisis, dijo: “Argentina aparece con un riesgo estándar, que significa que estamos bajo sospecha. En ese periodo de gracia, Bolivia perdió 6% de bosques nativos, Paraguay 4,5%, Brasil 2,72%, y Argentina apenas un 1,60%. Insisto con la pregunta, ¿por qué nosotros nos autocalificamos por ser un país que tiene las mayores casas de deforestación del planeta? Y también está la paradoja de que Argentina aparece con una tasa de deforestación de bosques nativos más baja que la de Estados Unidos, España y Alemania, que están libres de toda sospecha”.
En este sentido, el investigador concluyó: “No me preocupa lo que podemos medir, sino lo que no podemos medir. Esto, lógicamente, creo que la Unión Europea lo va a tener que revisar, porque estos números de pérdidas de bosque no están cerrando. Creo que nosotros tendríamos que ayudar a la Cancillería Argentina, darle toda la información que podamos, para que pueda defender la posición del país y ser calificado como de bajo regreso”.
Hacia el cierre del encuentro, el CEO de Biogénesis Bagó y doctor en Ciencias Veterinarias, Esteban Turic, abordó la problemática sanitaria mundial poniendo el ojo en las llamadas “enfermedades transfronterizas”.
Dentro del listado de las que registraron brotes en los últimos 20 años, Turic mencionó a la fiebre aftosa, con casos recientes en el este de Europa; a la enfermedad hemorrágica epizoonótica (EHD), que afecta a bovinos y se encuentra limitada al norte de África; la dermatitis nodular, presente en países de África y Asia y con disponibilidad de una vacuna efectiva; la lengua azul, capaz de afectar a bovinos, caprinos y ovinos, y presente en el norte de África y Europa; la peste porcina africana, la principal afección viral de aquella producción; y la influenza aviar, que genera especial preocupación por ser zoonótica, y por registrar los primeros casos en bovinos.
“¿Por qué suceden estas cosas? ¿Por qué enfermedades controladas vuelven a ganar territorios?”, preguntó Turic. Para responder listó una serie de causas que dan cuenta de este traspaso de las fronteras de los países.
“Tenemos el incremento en transporte de personas y animales, algo que vemos a diario; el cambio climático, con tifones, inundaciones, que contribuyen a diseminar enfermedades; la migración laboral, con empleados rurales de zonas endémicas que van a buscar empleo rural en zonas que no son endémicas y se transforman en exóticas; la migración productiva, con cambios en algunos lugares de producción por el avance de la agricultura o la urbanización; una mayor intensificación que no siempre es acompañada de medidas de bioseguridad; y la falta de control y vigilancia sanitaria”, señaló.
Frente a esto, Turic consideró que es clave insistir en el trabajo coordinado con veterinarios y profesionales de la salud, que apliquen tecnologías de prevención adecuadas, como vacunas seguras y eficaces. A eso sumó la aplicación de medidas de bioseguridad, los sistemas de alerta temprana y los controles en los respectivos puntos fronterizos.
También mencionó la formación constante de los profesionales y la actualización de las normas sanitarias de los países.
“Como siempre digo, los virus son parte del ecosistema, las bacterias y los parásitos son parte de nuestro ecosistema productivo, y lógicamente hay que considerarlos en cualquier situación productiva”, concluyó el empresario.