Se recupera el consumo de carne vacuna. Los datos del ministerio de Agricultura indican que en julio la producción de ese alimento fue de 276 mil toneladas res con hueso, a los que hay que restale unas 78 mil de exportaciones. Anualizando la diferencia y teniendo en cuenta una población de 44 millones de habitantes, el consumo ponderado por persona para el séptimo mes del año fue de casi 54 kilos.
Ese nivel empata el registro del mes anterior y eleva así el promedio de este año, que hasta fines de mayo venía muy bajo, en torno a los 50 kilos. Si se agregan los 48 kilos per cápita de pollo que las avícolas dicen que aportan al consumo local y los 15 kilos por habitante del sector porcino, el mercado local cuenta en esta etapa del año con una oferta de 113 kilos de carnes varias por año y por habitante.
El dato a tener en cuenta es que aún con mayor oferta de carne vacuna, el consumo pagó bien. En julio el IPCVA detectó un incremento de más del 2% en el precio promedio de la carne, que así acumula una suba interanual del 55%, superando en unos 10 puntos porcentuales a la inflación. Los argentinos no aflojan con el consumo de carne vacuna ni en la crisis económica.
Así las cosas, crecen las exportaciones este año en torno a 10%, pero también mejora el consumo por la alta faena que creció 3% en enero-julio.
El aumento en la oferta de ganado venía dando buenas señales. Los datos de los últimos meses indicaban un incremento en novillitos, mientras que se venía achicando la oferta de hembras, es decir de vacas y vaquillonas. Esto despertaba temores sobre una nueva reducción del stock.
Esos miedos ahora se profundizan con la seca, que ya recuerda uno de los peores momentos de la ganadería argentina, cuando en 2008/09 a la falta de lluvias se sumaron las retenciones y los ROE (permisos de exportación) que manejaba el ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a quien poco lee importo la descapitalización de los ganaderos ni el cierre de frigoríficos y la consecuente pérdida de puestos de trabajo. Es lo que viene de la mano de la liquidación y el faltante posterior de hacienda.
En esos años la ganadería argentina perdió hasta 11 millones de animales. Calculando un valor promedio de 50 mil pesos por cabeza (eso es lo que vale hoy una vaquillona preñada o un novillo de 420 kilos y buen rinde en la faena), esa cantidad de hacienda “perdida” equivale nada menos que a 550.000 mlllones de pesos o también a unos 5.500 millones de dólares oficiale.
Esa “pérdida” a la que colaboraron años de restricciones comerciales del gobierno de entonces fue todo un despropósito en una economía que solo recibe las inversiones de los propios y no de los ajenos, que por otra parte garantizan el alimento más codiciado y aportan divisas con las exportaciones.