En las últimas horas, los periodistas Ernesto Tenembaum y María O’Donnell le realizaron una entrevista al presidente Alberto Fernández en su despacho, en la que el primer mandatario volvió a justificar su decisión de cerrar las exportaciones de carne vacuna a partir de una serie de falsedades y de razonamientos equivocados sobre la situación real de esa cadena productiva.
Fernández, que ya la había pifiado bastante sobre este asunto en el reportaje que concedió el martes al periodista Gustavo Sylvestre, adulterando incluso la estadística pública sobre producción y stock ganadero, ahora tiende a minimizar el impacto que tuvo el anterior cierre de las exportaciones decidido en 2006, que él mismo protagonizó como jefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner.
Esta nueva entrevista contienen nuevas falsedades, pero básicamente expone un profundo desconocimiento del negocio ganadero y de cómo fue el proceso de apertura de las exportaciones de carne a China. Por eso nos vemos en la obligación de comparar lo que dijo el Presidente con lo que dicen los que saben un poquito más de la actividad.
Mirá primero el reportaje, aún a riesgo de indigestarte y de perderte el asado del domingo:
Dijo el presidente: “Por qué se supone que suben los precios de la carne? Porque dejás un 30% para exportarlo. Si vos ese 30% lo dejás adentro, la oferta aumenta y los precios bajan”.
Dicen los que saben: Que un país exporte el 30% de la carne que produce no es un mal indicador sino todo lo contrario, es lo deseable. Y no necesariamente que las exportaciones hayan llegado a ese límite (que en realidad es algo que todavía no sucedió, porque están en 28%) es la explicación de las subas de precios. Puede haber mayor presión sobre los precios internos, es cierto, Pero Uruguay, por ejemplo, exporta históricamente el 80% de la carne vacuna que produce y los precios no suben como han subido acá, siguiendo el espiral inflacionario. Esta explicación simplista, sin embargo, es la que le sirve al presidente justamente, para esquivar el asunto central sobre el que debería responder: ¿Por qué suben casi todos los precios de la economía?
Dice el presidente: En referencia al cierre de las exportaciones de carne de los primeros gobiernos kirchneristas, afirma Alberto que a las prohibiciones “las revertimos nosotros, con Néstor. Me acuerdo porque yo levanté la medida”. En otro tramo dirá que duraron solo 6 meses.
Dicen los que saben: Es falso que Alberto haya levantado las restricciones a la exportación de carne vacuna. A lo sumo como ex jefe de Gabinete puede haber colaborado -desde que se implementó el primer cierre en marzo de 2006 y hasta que dejó el cargo en 2009- con determinadas aperturas puntuales para la categoría “Vaca Conserva”. Esta estrategia era muy funcional a los frigoríficos exportadores, que compraban el ganado muy barato cuando el gobierno cerraba la canilla exportadora, acumulaban la carne en cámara, y luego vendían a precios internacionales cuando finalmente conseguían los permisos de Guillermo Moreno. Pero nos desviamos. Es falso que Alberto haya desmantelado las trabajas a la exportación. Las altas retenciones del 15% y los permisos de exportación (ROE Rojo) que impuso el gobierno cuando él era jefe de Gabinete de Néstor y Cristina, permanecieron hasta diciembre de 2015 y recién fueron derogados por el gobierno de Cambiemos.
Dice el presidente, cuando le preguntan por las enormes pérdidas que provocó aquel cierre de las exportaciones en el primer kirchnerismo: Alberto prefiere esquivar el asunto, y se pone a hablar del primer peronismo de 1945, para eludir la pregunta de los periodistas. “La Argentina tuvo hasta los años 45/50 más o menos 2 millones de toneladas de carne. Después el peronismo incrementó eso”, explica en su rol de historiador.
Dicen los que saben: En realidad, desde hace más o menos 60 años que la producción argentina de carne vacuna está estancada entre 2,5 y 3,5 millones de toneladas (y no de cabezas de ganado, como confundió Alberto días atrás), pero no se trata de un asunto entre peronistas y antiperonistas sino que se debe al constante cambio de las reglas de juego, la escasez de inversiones en nuevas plantas frigoríficas, el tironeo constante entre mercado interno y exportación, y sus sucesivas crisis económicas, más allá de quien haya estado en el gobierno. Lo que no recuerda el Presidente es que en tiempos del primer peronismo, la Argentina exportaba de las 2 millones de toneladas que producía más de 1 millón, lo que la colocaba al tope del ránking de países exportadores. En ese momento, la Argentina exportaba casi el 50% de la carne que producía, bastante más que el 30% actual que el presidente critica en su primera respuesta.
Dice el presidente: “Para incrementar la cantidad de carne hace falta preñar a la vaca, que a vaca pase nueve meses y que tenga un ternero. Tarda mucho más que un cerdo y mucho más que un ave”.
Dicen los que saben: Es cierto que no suele haber vacas que tengan mellizos (eso sí es más frecuente con las ovejas) y los tiempos biológicos de reproducción de los bovinos son de unos 280 días, mucho más extensos que los de aves y porcinos. Por eso la estrategia de los países serios, cuando deciden incrementar su stock bovino, es justamente ayudar a sus productores a retener las vacas, para tener mayor cantidad de vientres en servicio y apuntar a tener más vacas preñadas y más terneros al años siguiente. El cierre de las exportaciones de la carne más exportada a China, la de vaca, contra lo que se puede suponer, conspira contra ese objetivo: como la vaca no tiene mercado, su precio baja tanto que conviene deshacerse de ella, pues es más caro alimentarla que venderla cuando termine su vida útil.
Por otro lado, Presidente, incrementar el stock bovino (que se achicó un 20% con el anterior cierre de las exportaciones del cual Alberto ahora no se acuerda, y que venía recuperándose con las exportaciones habilitadas a partir de 2015), no es la única forma de producir más carne: hay otra manera que es sacrificar animales de mayor peso, para que haya más kilos de carne por animal. Pero no hubo en su gobierno un plan ganadero o financiamiento para estimular ese proceso de mayor engorde de los bovinos. Tampoco lo hubo en el macrismo. Hace décadas que no hay un plan ganadero.
Dice el presidente: “¿Qué hicieron todo este tiempo, porque todo este tiempo tenían todo liberado eh?”, pregunta el Presidente. Se refiere a que sin barreras a la exportación, tampoco se incrementó la producción de carne vacuna del modo que se necesitaba para satisfacer la demanda de los argentinos.
Dicen los que saben: Desde que se terminaron los ROE y se eliminaron las retenciones a fines de 2015, con el cambio de gobierno, el país incrementó la producción de modo visible. En 2015, año final de Cristina Kirchner en el poder, la Argentina faenó 12,15 millones de cabezas bovinas. Cuatro años después, en 2019, ese indicador cerró en 13,92 millones. Es decir que la faena creció en 1,7 millones de animales en esos cuatro años. Es más del 15%, en un proceso lento (cada vaca tarda en parir nueve meses, como dijo el presidente). De ese modo creció también la producción de carne vacuna. Cuando Macri tomó el gobierno la Argentina había producido 2,72 millones de toneladas de carne. Cuatro años después Cambiemos terminaba su gestión con una producción de 3,13 millones de toneladas. Hubo casi medio millón de toneladas más de carne.
Dice el presidente: Las restricciones a las exportaciones de carne “duraron seis meses”.
Dicen los que saben: Si eso hubiera sido así no dan las cuentas, porque Néstor Kirchner anunció el cierre de las exportaciones en marzo de 2006 y el propio Alberto, como su jefe de Gabinete, negociaba con la Mesa de Enlace sobre la apertura de las exportaciones en medio del conflicto por la Resolución 125, que arrancó en marzo de 2008, dos años después. Más allá de esta falsedad evidente, hay que decir que la duración de las regulaciones sobre las exportaciones de carne duraron hasta diciembre de 2015, ya que esa fue la vigencia de los ROE o permisos de exportación. Es decir, durante más de 9 años hubo que pedir permiso a la Secretaría de Comercio Interior para poder exportar.
Dice el presidente: “Miren, el problema central de la carne se desata en el final del primer gobierno de Cristina y tiene que ver no con Cristina sino con que China ingresó a la compra de carne”.
Dicen los que saben: Debe haber alguna otra confusión de fechas en esa respuesta presidencial, pues el primer gobierno de Cristina concluyó en 2011 y en ese momento China no compraba carne de ningún tipo desde la Argentina, salvo algunos contenedores que ingresaban triangulados por vía de Hong Kong. Lo que sucedió es que a partir del segundo gobierno de Cristina la República popular China habilitó primero el ingreso de carne sin hueso congelada, que tenía poco mercado y estaba copado por Australia. Pero recién a principios de 2018 China también permitió el ingreso de cortes congelados y enfriados sin hueso, que son los que hoy representan el grueso de las exportaciones desde Argentina. Esta apertura coincide con los problemas chinos con la Peste Porcina Africana que diezmó su población de cerdos y que obligó al gigante asiático a multiplicar varias veces sus importaciones de carnes.
Dice el presidente: “China ahora compra la vaca entera. Con lo cual entraron a competir personajes en la exportación que le da lo mismos exportar corbatas que vacas. Y descubrieron que ahí había un mercado. Y con lo cual todos los frigoríficos, que antes eran un número reducido, ahora todos exportan, porque ese intermediario, ese exportador, dejó las corbatas y se fue a las vacas”.
Dicen los que saben: No es cierto, en ningún caso, que China compre la vaca entera, pero sí es cierto que el negocio se amplió a otros cortes (e incluso huesos con carne) que antes no se contemplaban. Por otro lado, habilitar una mayor cantidad de frigoríficos exportadores ha sido una de las principales líneas de acción del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) en la relación con China, que incluso le ha cedido la posibilidad del “prelisting” (es decir proponer y evaluar las plantas que sanitariamente están en condiciones sanitarias para cubrir ese negocio). En septiembre de 2018, con la irrupción de la demanda desde aquel país, se habilitaron las primeras 26 plantas de faena. Y un año después ya había casi 90, entre vacunas, porcinas y avícolas. Se supone que la desconcentración de un negocio es uno de los principales objetivos que debe tener cualquier gobierno, que es una buena noticia para que los mercados no queden en unas pocas manos. Pero Alberto parece no festejar esto sino jugar a favor de la concentración.
Además, que haya vendedores de corbatas que estén ahora vendiendo carne, no parece ser tan sencillo. Primero porque para ser exportador de carnes hay que tener vacas y un vínculo con una planta de faena habilitada sanitariamente. También porque hay que tener una matrícula habilitante en el Registro Único de la Cadena Agroalimentaria (RUCA), que debe renovarse todos los años certificando que se realiza esa actividad estricta: la exportación de carne en este caso.
Pero hay un tercer elemento que tira por la borda las afirmaciones del presidente: Y es que en la Argentina ya casi no existían los exportadores de corbatas porque desde hace rato que la mayoría de corbatas que circulan en el país son… importadas desde China.
“Los que saben”!!! creí que la nota cómica era la del bichito. La primera “posta” de los que saben está llena de falsedades e imprecisiones; textos sin contextos. Uruguay es una potencia ganadera que exporta el 80% de lo q produce porque en una llanura fértil similar a la bonaerense (sin contar el SO) dónde viven 3,5 millones de los cuales 400.000 son pobres que no ven un chivito ni en fotos u huelen grasa de las bandejitas del Pepe. Otros 200.000 viven acá, ¿serán las susanas, los grobo y los galperines de ellos aburridos de ser tan prósperos? ¿o habrán venido a cultivar el veganismo?
El IPC sube porque los formadores siguen haciendo el pastru de la deva macrista modelo 2019 (las del 2015 y 2018 devolvieron al pro a su natural estatus vecinalista) que tendrían que haber trasladado en 2020 pero una sopa de murciélagos lo impidió. Toda esta sobre-actuada pelea en el barro es transitoria (las mesas del trigo y el maíz lo acreditan) porque apenas el pastru termine de amortizarse, y con la deuda reprogramada y el mercado cambiario pisado, empezará otra historia con menos infla, menos covid, más pbi y mucho más peronismo.
Todo esto es, obvio, apenas mi humilde opinión ya que no tengo la fortuna de poder hablar con….”Los que saben”.
Al terminar de leer ésta nota confirmo el viejo dicho que dice…El que sabe sabe y el que no es jefe.
Así nos va con éste “jefe”