Esta noticia no debería llegar a los oídos del presidente Alberto Fernández, pues no vaya a ser que se le ocurra voltear a otro de los pocos negocios que le quedan funcionando al país y que además resultan claves para no profundizar la crisis de los tamberos.
Dice la noticia: la exportación de productos lácteos creció 14% en volumen y 12% en dólares en el primer cuatrimestre de este año, según los datos que publicó el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA).
Más precisamente, entre enero y abril se embarcaron 121.700 toneladas de derivados de la leche, por 380 millones de dólares. Ese volumen significó el 26% de la producción nacional de leche fluida.
En el OCLA destacaron que el incremento fue posible por dos variables. Por un lado hay una demanda mundial sostenida y a su vez mejoraron los precios, lo que compensa los problemas de competitividad que tiene el sector y el país y eso facilita los despachos.
De todo lo que exporta la Argentina, el 50% es leche en polvo que mayormente termina en Argelia. Otro 25% son quesos y otros 25% productos como la caseína o el suero. Además del país africano al tope de los destinos figuran Brasil, Rusia y Chile.
Jorge Giraudo, director del Observatorio, explicó que a nivel internacional se produjo una suba del valor de referencia de la leche, que lo da el mercado de Nueva Zelanda, el que más abastece a la creciente demanda China. Ese país vende al gigante asiático por 4.100 dólares la tonelada. Pero a ese valor no acceden los exportadores locales ni los europeos, que comercializan a 3.700/3.800 dólares por tonelada de leche en polvo.
“De todos modos es un precio bueno porque la media histórica es de 3.000/3.100 dólares”, aclaró Giraudo.
El especialista dijo que la mejora en la cotización compensa la pérdida de competitividad del negocio, que se está viendo afectada por el pago de los derechos de exportación que son de 9% para el producto estrella (leche en polvo) y por el atraso en el tipo de cambio oficial al que se liquidan los negocios, ya que el dólar oficial se viene actualizando a un ritmo más bajo que la inflación.
“Tenemos dos problemas: los derechos de exportación y el retraso en tipo de cambio que mejora 2% mensual con inflación del 4%”, precisó.
La buena noticia, quizás, es que este buen precio internacional permite compensar las pérdidas que la cadena láctea sufre en la venta al mercado interno. Allí la política de precios controlados de Comercio Interior permite subas menores en productos de venta masivos, como las leches.
“Según el INDEC, hasta abril los lácteos aumentaron 35% contra 46,5% de inflación y 41% de actualización en el tipo de cambio”, comentó Giraudo, que finalmente quiso llevar tranquilidad a cualquier funcionario que pueda tener brillantes ideas promotoras de crecimiento económico: “El consumo interno está totalmente garantizado”.
El dato clave, en este sentido, es que sigue incrementándose la producción. El mes de abril 2021 es el mejor desde 2015. Al cabo del primer cuatrimestre, el saldo también es favorable.
Marcos Snyder, un respetado asesor y consultor lechero, remarcó en la Argentina “sigue creciendo en el volumen de leche producido con respecto al años anterior, especialmente en el período veraniego donde, tal vez, esté indicando en alguna medida, una respuesta a inversiones en media sombra y refrescado que moderan la caída de producción por estrés calórico”.
Luego de aclarar que “veremos cómo impacta la sequía que redujo la producción de maíz a nivel nacional (-12%) y el encarecimiento de concentrados que requiere en 2021 un 50% más de leche para comprar una tonelada de maíz”, Snyder arriesgó: “De continuar el resto del año levemente por arriba de la curva de 2020, 2021 terminaría con un acumulado de 3% más sobre 2020”.
Salvo, claro, que algún cráneo decida interrumpir las exportaciones de lácteos. Eso arruinaría cualquier pronóstico.