Mario Emmert es transportista de hacienda de la comuna santafesina de Humboldt, y en su labor diaria de manejar un camión jaula se enfrenta a varios avatares, sobre todo el mal estado de los caminos rurales.
“Lo primero que hay que tener en cuenta es que (la hacienda) se trata de una carga móvil y viva. Entonces hay que manejar con cierto cuidado y no como locos. En medio de todo esto, las rutas están rotas al igual que los caminos de tierra. Entonces, si alguna de las vacas que transportamos tiene algún accidente, la responsabilidad es totalmente nuestra”, contó Emmert a Bichos de Campo.
“El frenado brusco duele, las salidas bruscas duelen y los pozos duelen; por eso todo el proceso hay que hacerlo en modo lento”, agregó el vicepresidente de la Asociación Argentina de Transportistas de Hacienda (AATHA), que también realiza trabajos de transporte internacional: “Solemos llevar animales a Paraguay, Bolivia y Brasil. A veces hacemos viajes de hasta 1.700 kilómetros. Cuando tocan esos viajes largos, la carga no es la habitual, se hace más liviana”.
-¿El transporte de hacienda está bien valorado por el sector de ganados y carnes? – le preguntamos e Emmert.
-Somos considerados, pero hay cuestiones en las que pasamos al olvido o no se nos tiene en cuenta. Por ejemplo, el bienestar animal. En la Mesa de las Carnes no consideran que el jaulero hace un transporte de carga viva que tiene sus requisitos. Quizás estaría bueno que escuchen más nuestros problemas.
Mirá el reportaje completo realizado a Mario Emmert:
Sobre los problemas a los que se enfrentan los jauleros a diario, el camionero pidió que “se tengan en cuenta los modos en que transportamos hacienda. Por ahí hay casos en que nos echa la culpa de los machucones en animales, pero el establecimiento en donde cargamos no estaba en condiciones. O hubo casos en los que tuvimos que cargar en medio del barro, arriando, mediante carros, o los mismos camiones enganchados a tractores que caen en las cunetas. Lo que nosotros vivimos en el día a día no lo ve mucha gente”.
Para graficar otra complicación a la que se enfrentan, Emmert dijo que “hay casos de viajes de 500 kilómetros en los que para entrar a cargar hacienda, debemos hacer 70 u 80 kilómetros de camino rural, y para descargar, otros 80 kilómetros. En resumen, terminamos haciendo 160 o 170 kilómetros de caminos rurales en condiciones pésimas”.
El transportista recordó una anécdota, aunque aseguró que debería ser para el olvido. “La peor que me tocó fue en Tatané, Formosa. Me acuerdo que entramos a cargar con mal tiempo pero todavía no llovía. Hicimos 70 kilómetros de camino de tierra. Llegamos al campo, cargamos; eran 6 jaulas, y cuando terminamos de cargar, habiendo hecho 7 kilómetros, nos agarró el agua. Llovieron 120 milímetros, con lo cual no pudimos avanzar. Tuvimos que bajar la hacienda a salto a la tarde. Vino la gente para arriar los animales, y nosotros estuvimos unos 7 días ahí, en medio del camino”.
Como si fuera poco, agregó que “cuando salimos, que aún no estaban las condiciones dadas, uno de los camioneros se fue de la cuneta y tumbó”.