Todos sabían quién era Luis Contigiani, el flamante secretario de Bioeconomía y Alimentos de la cartera que conduce Julián Domínguez. Su origen en la Federación Agraria, su militancia en el socialismo santafesino y hasta su paso por el ministerio de la Producción de esa provincia iban marcando el perfil de un técnico que no se asusta, y hasta propicia, de que las políticas públicas incidan en el negocio agropecuario. Nadie puede hacerse ahora el sorprendido.
En la conferencia de prensa que el titular de Agricultura brindó el miércoles, hubo unos minutos dedicados a que Contigiani pudiera contar qué pensaba hacer desde el cargo que ahora ocupa. Pese a su importancia institucional, la Secretaría de Bioeconomía y Alimentos tiene una botonera de recursos mucho más limitada que las otras dos que integran el Ministerio, la de Agricultura, Ganadería y Pesca que maneja Matías Lestani, y la de Agricultura Familiar, que responde al ex piquetero Emilio Pérsico.
Lo dicho, la caja de Contigiani es más bien modesta, o demasiado reducida para sus ganas de establecer políticas activas. Pero eso no quiere decir que no cuente con algo de dinero, y mucho menos con bastante más ideas. Bichos de Campo se sorprendió con una de ellas.
El ex diputado contó que en su gestión se quiere enfocar básicamente en dos líneas. Una es poner una serie de herramientas de las que dispone su área (ANR -aportes no reintegrables-, capacitaciones, tasas subsidiadas) como complemento de la Ley de Fomento Agrobioindustrial, que es la remozada ley del Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) adoptada ahora por el gobierno. Todavía debe atravesar el debate en el Congreso, pero en Agricultura creen que tendrán esa legislación este mismo año, y que entonces será momento de apuntalarla sumando todos los esfuerzos en el sentido de captar nuevas inversiones dentro del sector.
Eso se verá con el correr de los meses. La que nos interesa es la segunda gran línea de acción que se propone llevar adelante Contigiani.
Casi como al pasar, el secretario de Alimentos contó que su sector había tramitado el año pasado 32 mil certificados solicitados por las empresas que han obtenido el derecho de utilizar el sello oficial de calidad Alimentos Argentinos. Siempre hemos dicho que se trata de una de las pocas políticas de Estado que se mantienen en el Ministerio de Agricultura más allá de los gobiernos: Agricultura define protocolos de calidad para diversos productos exportables y las empresas que los cumplan pueden utilizar el sello.
Lo que pocos saben es que cualquier exportación realizada al amparo de ese programa tiene derecho a reclamar un reintegro especial equivalente al 0,5% del valor exportado. Justamente es una suerte de premio a la calidad, porque dicho producto con sello deja bien parado a los alimentos argentinos.
-¿A cuánto dinero equivale esas 32 mil certificaciones que se realizaron?- le preguntamos al funcionario.
-Habrán sido de 4,5 a 4,8 millones de dólares- precisó.
Ahora sí, llegó la hora de utilizar el sello “Alimentos Argentinos”
Por supuesto que 5 millones de dólares reintegrados por el Estado a las empresas exportadoras parece muy poco si se sabe que el sector agroalimentario exportó diez mil veces eso el año pasado, unos 50.000 millones de dólares. Pero para las empresas exportadoras no debe hacer sido moco de pavo recuperar por esta vía ese medio punto que seguramente el Estado le cobró en todo tipo de impuestos, incluyendo las retenciones.
Aquí vamos entrando en la idea de Contigiani que nos pareció atractiva y que seguramente traerá debate y tela para cortar. El flamante secretario pretende extender esta mecánica de los reintegros a alimentos certificados hacia los productos exportables de origen cooperativo.
El santafesino ya le puso un nombre al proyecto que todavía se debe anunciar formalmente: Programa de Desarrollo Agroindustrial Cooperativo. “Tenemos la decisión de tomar a las 63 cooperativas que exportan en el país y a partir de eso establecer este programa” para estimular una mayor penetración en los mercados del exterior, explicó Contigiani.
Los beneficios para las cooperativas que imagina el funcionario son varios, como que se las reconozca en las categorías de la Sepyme (como nuevo encuadre jurídico promovido), dejando de tener en cuenta su nivel de facturación. Se entiende, porque hay cooperativas (como ACA, Fecovita o AFA) que exportan como si fueran una empresa multinacional, cuando en realidad -según Contigiani- deben ser consideradas como empresas de la economía social y por tanto recibir una consideración favorable por parte del Estado.
Pero el mayor atractivo del proyecto es que Contigiani incluso se plantea poder subsidiar de algún modo las exportaciones cooperativas. ¿Cómo? Pues con un reintegro de 0,5% sobre los valores exportados como el que premia ahora a los productores que ostentan el sello Alimentos Argentinos.
El recién llegado a Agricultura incluso piensa que esos reintegros podrían ser todavía mayores si se tratase de productos con mayor valor agregado y con una “trazabilidad” cooperativa. Es decir, si las cooperativas que los exportan pueden certificar que el productor que originó la mercadería pertenece efectivamente el movimiento cooperativo.