Hoy fue el fideicomiso aceitero. Mañana seguramente será el turno del Fondo Estabilizador del Trigo Argentino (FETA).
Son dos de los tres fideicomisos que creó el gobierno en los últimos años, pensando en que un buen sistema para controlar la suba de los precios internos de algunos alimentos clave, en este caso el aceite comestible y la harina de trigo. Luego de una inflación minorista del 94,8% en 2022 está a la vista que esa política no fue exitosa. Pero la decisión del nuevo equipo económico dirigido por el abogado Sergio Massa es que hay que insistir, y que si el dinero de esos fideicomisos se agota hay que buscar recursos en otro lado. Como no hay más de dónde rascar, entonces apelamos al Presupuesto general y finalmente los argentinos seremos los que paguemos los subsidios para un grupo de grandes empresas que figuran en esos fideicomisos.
Este miércoles, Economía dictó y publicó la Resolución 30/2023, que extiende la vida útil del primer fideicomiso creado en esta era: el aceitero, que tal como había anunciado Bichos de Campo a fines de diciembre se había quedado sin recursos para seguir funcionando. En este caso, la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara) había aconsejado discontinuar esta herramienta, que además no logró detener la suba del aceite en las góndolas. Según el INDEC, el año pasado el aceite de girasol de 1,5 litros subió de 296 pesos a 776 pesos. Pero Matías Tombolini, el secretario de Comercio, convenció a Massa de seguir aportando recursos del Tesoro, con la excusa de la mayor recaudación lograda por el operativo cambiario del “dólar soja”.
Hace unos días, este mismo medio informó que también el FETA iba a seguir siendo financiado por el Estado Nacional (es decir, por todos los argentinos) una vez que se acaben el remanente de los 34 mil millones de pesos que se habían recaudado por la suba temporal de las retenciones de los derivados de la soja, del 31 al 33%, que estuvo operativo hasta fines de noviembre pasado.
En el caso del fideicomiso aceitero, Massa y Tombolini aprovecharon para cambiar el nombre pero no la esencia del fideicomiso, de modo tal que se pueda disimular el fracaso estrepitoso de esta política de intervención. Ahora, según la resolución, el programa se llamará Impulso Aceitero.
Lo cierto es que el Fideicomiso Aceitero había sido creado a fines de 2020 y se prorrogó un par de veces. La última duraba hasta el 31 de enero de 2023. Había que decidir algo. El mecanismo consistía en que las empresas aceiteras exportadoras financiaban con aportes las ventas de botellas de aceite comestible vendidas en el mercado interno (algunas veces por las mismas empresas, pero otras no), de modo de que cumplieran con los diversos programas de precios controlados. A mediados de 2022, una resolución oficial estiró el aporte anual al Fondo Fiduciario Aceitero a 240 millones de dólares, pero igual “quedaron agotados con parte de las entregas de aceites del mes de diciembre”.
Ahora Massa decidió -como en otros sectores de la economía- sostener todos estos andamiajes con “compensaciones” directas que se pagan con recursos del Tesoro, aunque la excusa sea que se recaudó un adicional con el “dólar soja II” que debe ser utilizado para estos fines. Ese fondo extra presupuestario nunca estuvo bien identificado, ni nadie sabe cuánto dinero dejó disponible. Nunca ha sido separado del resto de las cuentas nacionales.
Las que recibirán esas compensaciones son las mismas empresas que integraban el Fideicomiso, ya que el objetivo del nuevo programa “Impulso Aceitero” será el mismo que antes: “Propender a sostener en el mercado interno un precio razonable de los aceites envasados y refinados para los consumidores y las consumidoras, así como su pleno abastecimiento”. Touché.
El artículo 2 de la norma describe esta transición de modo claro: “Establécese que, en el marco del Programa de Fomento al Sector Aceitero, se dispondrá el pago de las compensaciones a quienes realicen la venta de aceites refinados comestibles de soja, girasol y/o sus mezclas, destinados al mercado interno para consumo final y familiar en envases de hasta 3 litros, que a la fecha de entrada en vigencia de esta medida se hayan adherido al Fideicomiso Fondo Fiduciario Aceitero en su carácter de Beneficiarios”, define de entrada.
Luego establece que las compensaciones pagadas por el Tesoro se desembolsarán “siempre que el aludido Fideicomiso no cuente con los Bienes Fideicomitidos necesarios que le permita afrontar este gasto”, y define que “a dicho efecto, el Fiduciario deberá acreditar la insuficiencia de los Bienes Fideicomitidos en el marco de lo previsto en el presente artículo”.
Y para confirmar que no cambian ni las empresas destinatarias ni la modalidad, sino solo la fuente de financiamiento, en otro artículo Economía resolvió que “el cálculo de la compensación y su pago estarán sujetos a lo previsto en el Anexo II de la Resolución Conjunta 1/21”, que es la que instrumentó originalmente el fideicomiso aceitero.
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El fideicomiso aceitero hasta ahora recibía aportes provenientes de las Declaraciones Juradas de Ventas Externas (DJVE) de granos y derivados de soja y girasol y en los hechos operaba como una suerte de “retención encubierta”. Se instrumentó en 2021 y fue renovado en 2022. Fue diseñado para subsidiar el precio mayorista de los aceites refinados de soja, girasol y sus mezclas en envases de hasta tres litros que se comercializan en el mercado interno.
El volumen de aceites envasados que era objeto de las compensaciones del fideicomiso estaba determinado en 29 millones de litros por mes, aunque la nueva modalidad del instrumento no especifica una cantidad mínima al respecto.
Las empresas que reciben las compensaciones –las que comercializan aceites vegetales en el mercado local– están obligadas a vender el producto con un precio mayorista determinado por la Secretaría de Comercio Interior.
Así las empresas adheridas, que son un puñado de corporaciones alimenticias, seguirán cobrando el dinero necesario para sujetar los precios mayoristas de los aceites. La gran diferencia, detrás del nuevo nombre marketinero que ideó el massismo, es que el dinero lo pondremos todos los argentinos.